Darmstadt - ¡Por Supuesto! - Día 2

...
- Guten Tag. Ich habe eine Frage: bitte, sprechen Sie Engels?
- Yes. 
Chachi: hablan la lengua franca, así que le explico a la amable cajera del Deutsche Bank que, hace unos seis años abrí una cuenta y que me gustaría cerrarla... 
... 
"Hace cinco años conociste a un español en Darmstadt... Bueno: ese español ha vuelto a la ciudad... ¿Sigues viviendo aquí?"
Darmstadt - ¡Por Supuesto! - Día 2

Fue una noche lenta y calurosa: recuerdo haber puesto el aire acondicionado en la habitación y recuerdo la claraboya que dejaba entrar la luz del cielo.

Recuerdo estar tirado en la cama con mi iPad, leyendo noticias en el RSS y en el Twitter a la vez que jugaba a un simulador de Fórmula 1 no disponible en otras (ejem) plataformas :-))

Total, que sobre las tres y media me sumergí en el campo de los sueños y, con eso de que no quité la alerta despertador del iPhone, a las seis y media empecé el día, teniendo apenas tres cortas, pero muy placenteras, horas de merecido descanso.

En la zona de desayunos, un par de chicas muy jóvenes y gafapastosas conversan entre susurros... En ese momento, mientras me estoy despertando, pienso en otra posible definición de Alemania: "Páis de gente que conversa con un tono de voz moderado hasta que van de vacaciones a Mallorca".

Mientras me siento, una amable señora me atiende y, aunque intento conversar con ella en su idioma, lo cierto es que, entre que estoy en modo "zombie" y mi vocabulario es limitado, la cosa no salga muy fluida, de ahí que, a la pregunta "¿Habla Vd. inglés?" con su maravillosa respuesta "Un poquito", le explique con claridad el importante cometido de la misión que estoy a punto de encomendarle:
- Belén... Ahora que somos familia: ¿Me haces una omelette?
La mujer me mira desorientada, como es lógico, porque la frase que acabo de pronunciar no sólo se puede utilizar en el idioma de Cervantes, sino que, para más INRI, como algunos ya sabrán, pertenece al padre de Emilio, el portero de "Aquí no hay quien viva" (que es una serie cómica española que me encanta :-)).

Pero la mujer oye "Omelette", que en su idioma es lo mismo y se encamina hacia la cocina mientras, eso sí, mis dos gafapastosillas modernuquis me miran con curiosidad...

Los siguientes 25 minutos transcurrirán en silencio y soledad, mientras, de fondo, intento comprender lo que mis dos espectadoras se susurran a ritmo de tostadas y trocitos de fruta con Muesli.

El ejercicio de escucha finaliza y, después de las consabidas revisiones neuróticas que tengo en todo hotel que visito, me dispongo a salir a la calle y, esta vez con "el cacharraco", documentar la que, una vez, fue la ciudad que me hizo feliz.

Lo primero es enfilar hacia un lugar al que le tenía muchas ganas: la Iglesia de San Ludovico (Sankt Ludwig Kirche).

En su día, debido a los horarios de apertura, nunca pude visitar su interior: hice muchas fotos de sus muros y, créeme, paseé muchas veces alrededor de su planta circular pero, dados sus muy restringidos horarios, ya digo, nunca pude entrar...

Voy muy temprano, así que hago fotos a su alrededor... En la parte de detrás veo lo que parece un rosal con un cartel que dice en alemán:
Por favor, estas rosas nos pertenecen a todos. 
Los ladrones y egoístas, que destruyen las plantas, están en contra de ellas. 
¿Por qué? 
Dejemos florecer las rosas para el deleite de TODOS
No será el único cartel que leeré similar, pero me enternece ver cómo una sociedad se dirige ante actos de vandalismo o de robo de forma educada.

Mientras hago tiempo esperando que abran la iglesia, hago fotos del Teatro de la Ciudad con su moderna y sobria imagen, intentando recordar que, hace seis años, lo que tengo delante era una explanada verde sobre la cual, hoy, se extiende una alegoría de escalinata que te lleva al edificio.

Como es muy temprano, me voy hacia el centro de la ciudad y, allí, me pongo hacer fotos de las calles y del Schlossmuseum, la antigua sede/palacio del Ducado de Hessen, que está enfrente de "la Plaza del Mercado" (la MarktPlatz), rememorando los tiempos donde, en particular los sábados, solía pasear por la ciudad para disfrutar su configuración urbanística.

Justo al lado, el Schlossmuseum comparte edificio con algunas dependencias de la Universidad (incluyendo una biblioteca), así que, mientras hago fotos, un chico, que me ve intentando sacar una de las puertas, amablemente se aparta para, así, permitirme sacar una instantánea perfecta.

Le doy las gracias y empezamos a hablar: estudia ingeniería informática y es muy amable, así que hablamos durante unos cinco minutos y, finalmente, se va a clase.

Poco a poco deshago el camino y vuelvo a la Iglesia y, cuando al fin llego, veo que una señora entrar en la Iglesia, así que espero pacientemente a que lleguen las 10:00 de la mañana para, al entrar, encontrarme con la siguiente imagen:


"¡Wow!"

A la derecha me encuentro a un par de señoras mayores que, según veo, deben de tener algún tipo de responsabilidad en la misma (les veo con papeles y demás) así que, como uno es como es (estoy en Alemania), me acerco con una sonrisa del Calibre 7 y empiezo a hablar en algo parecido al idioma de Goethe:
Paquito: Hola. ¡Buenos días! ¿Habla Vd. inglés?
Señora: Buenos días. No.
Paquito: Ok... Discúlpeme, no hablo alemán, pero sé decir unas cuantas palabras.
Señora: No no... ¡Hablas alemán!
Paquito: Verá... Me gustaría hacer fotografías de la iglesia: ¿Puedo hacerlo?
Señora: Sí: ¡Por supuesto! :-))
La mujer me sonríe y me hace sentir un poco tonto... "Naja! Natürlich!" me dijo, extrañada porque alguien le hiciera semejante pregunta.

Pero yo no doy cosas por supuesto, en especial cuando se refiere a tomar fotos de lugares privados, tales como una iglesia y cosas así: prefiero preguntar antes de hacer nada, ahorrándome problemas allá donde voy (como en la Biblioteca Central de Ámsterdam, cuyo departamento de Relaciones Públicas, en su día, recibió un e-mail pidiéndoles lo mismo :-)).

Y ahí es donde empiezo, cámara en ristre, a fotografiar los rincones de la iglesia: veo algunos símbolos masones y me entusiasmo por la acústica del lugar (justo en el centro de la basílica tu voz se amplifica y todo se escucha como si la gente estuviera a tu lado), llegando al punto que, en un momento determinado, pongo la cámara en modo vídeo y decido grabar un pequeño vídeo grabando todo lo que veo...

Justo en ese momento, como si realmente la pusieran para mí, una preciosa música entra de fondo y descubro cuan maravilloso puede ser un lugar así, sin tener en cuenta cualquier connotación.

Y la cosa quedó exactamente así:


Antes de irme, me vuelvo a acercar a la señora que tan amable ha sido conmigo y, con mi alemán, le digo que, si lo desea, les puedo facilitar una copia de las fotos originales, obteniendo como respuesta una enorme sonrisa y una tarjeta con el e-mail del pastor para que se las haga llegar.

Salgo del lugar y vuelvo a callejear, recordando lugares como el callejón donde, más de una vez (y de dos, y de tres) me tomé los mejores cafés expressos de la ciudad (en Ludwigpassage) o cuando iba al SATURN a comprarme algún DVD o algún cacharrito, recordando esos mismos rincones donde, tantas veces, me quedé en silencio pensando en cuan afortunado soy...

De nuevo en el edificio del Schlossmuseum, hago fotografías del patio interior y de la parte exterior donde encuentro algunos detalles muy interesantes (como unas rejas rematadas en lo que parecen los capullos de una flor) incluyendo, de nuevo, un mensaje pegado en una pared, dirigido esta vez a los grafiteros:
Estimados grafiteros: 
Algunos de los muros de los edificios del Palacio Real tienen varios cientos de años. La pintura que se utiliza para hacer graffitis es altamente corrosiva dejando, por desgracia, señales en los muros que impiden repeler la humedad y por lo tanto perjudican permanentemente a la mampostería histórica.
La Universidad Técnica de Darmstadt es el dueño del palacio, estando obligados, por lo tanto,  a eliminar los graffiti tan pronto como sea posible y que se informe el caso de daños materiales. Nos cuesta tiempo y dinero, pero es esencial para la protección de este monumento de Darmstadt. Por lo tanto, si usted renuncia el futuro de esta ciudad histórica en el graffiti le estaríamos muy agradecidos. 
El Departamento de Bienes Raíces de la Universidad Técnica de Darmstadt
Podrían poner cámaras, podrían intentar otro tipo de medidas coercitivas... Pero, en cambio, utilizan amables carteles explicando lo que sucede: sin mal tono, sólo explicando, con exquisito lenguaje, el porqué se le pide a alguien que deje de hacer algo...

Echo de menos eso: las buenas maneras.

Sigo caminando por la ciudad y, de nuevo, con un ataque de nostalgia brutal, me dirijo hacia el parque, pasando por delante de un famoso león herido por flechas y donde se mencionan las fechas de la primera y de la segunda Guerra Mundial, sus dos grandes heridas en la historia de un país que, en dos ocasiones, por diferentes motivos, perdió esa cara amable que yo encuentro y mostró lo peor de la condición humana.



Desde Karolinenplatz hago fotos al Darmstadtium, que es, además de ser un elemento de la Tabla Periódica (en honor a la ciudad donde está el laboratorio donde fue sintetizado, allá en 1994) es un Palacio de Congresos que, en el año 2006, se estaba empezando a construir y que, en la fecha de mi visita, ya estaba terminado y funcionando.

Ya por fin en el parque, recuerdo mis paseos y la época donde corría por los caminos del perímetro, la primera vez que dejé de fumar (porque, no sé muy bien porqué, yo dejo de fumar fuera de España: ¡Ni idea del motivo!).

Caminando hacia el este, paso por la Kantplatz y, desde ahí, vuelvo hacia mi antiguo barrio, "Martinsviertel", donde, al ver las puertas de la Iglesia católica de mi zona (hay dos: ésta, que es la Parroquia de Santa Isabel y otra, que es protestante), decido finalmente entrar y formular las palabras mágicas:
Paquito: Hola. ¡Buenos días! ¿Habla Vd. inglés?
Señora: Buenos días. No.
De nuevo, explico que me gustaría hacer fotos y pregunto a las mujeres que están limpiando si les importa...

Me sonríen y me dicen que "por supuesto que no", así que hago fotos como un loco y, de paso, con eso de que den a un extranjero tan interesado en su templo, me preguntan de dónde soy y qué hago por aquí.

Extrañamente, en apenas cuatro horas, mi alemán empieza a aparecer y, aunque no sería capaz de contar cosas complejas, les explico que trabajé en Alemania hace seis años, que estoy de vacaciones, que vivo en Holanda y que solía vivir en el barrio...

Las mujeres dejan de limpiar y se acercan para hablar conmigo: me hablan despacio y no dejan de sonreír, cosa que agradezco, porque "por el poder de una sonrisa, mientras viva, conquistaré el Universo" y, como uno juega muy bien el papel de "guiri majete", siempre funciona y da motivo para disfrutar de esa extraña condición donde uno, como Colombo, parece no enterarse de lo que sucede...

O casi :-))

Abandono el lugar pidiéndoles un e-mail para mandarles las fotos y, en mi camino, rememoro los diferentes edificios que, durante ocho meses, conformaron el escenario sobre los que mis ojos proyectaron mi vida.

Paso por mi antigua casa, compro algo para comer en el supermercado de enfrente y sigo caminando por las calles de lo que fue una vez mi hogar...

Existen muchas imágenes que asocio a ese lugar, pero, sin duda, el lugar más bonito, siendo en realidad un espacio perfectamente anónimo y anodino, es una pequeña plazoleta presidida por un solitario árbol que, al pasar por ella, me hace sentir nostalgia...


Sigo caminando hasta, por fin, encarar el "Waldspirale" (el bosque en espiral), un edificio que representa lo que su nombre indica y que, para mí, siempre representó un escenario de la vida real de los Picapiedra :-))

Durante todo el día he estado caminando y haciendo fotos, pero, como decía Colombo antes de encontrar al asesino:
"There is one more thing..."
Bueno: esa frase la decía Colombo y otra persona muy famosa, pero estoy seguro de que tú sabes de quien te hablo :-))

Porque, como uno es paciente, siempre reservo lo mejor para el final y, en este caso, "lo mejor" es un lugar maravilloso que, si algún día visitas Darmstadt, deberás conocer...

Bienvenidos a la Mathildenhöhe y a la Colonia de los Artistas...

Creada en 1899 por el Gran Duque de Hessen, el hombre esencialmente quería exactamente eso: un lugar donde el arte floreciera bajo su mecenazgo.

Y así fue: actualmente es la sede de la Torre de las Bodas de Mathildenhöhe, así como sede de la Casa de Ernst Ludwig (que era el nombre del Gran Duque y que se creó para albergar la producción artística de esa colonia de creadores) y varias preciosas casas donde vivieron esas artistas y que, hoy en día, son sedes de algunos organismos o instituciones culturales.

A su vez, en el complejo, existe una capilla ortodoxa, la cual es similar a las que podrás encontrar en Rusia, si algún día te aventuras a pasar por allí.


¿Y el motivo de la misma? Muy sencillo: los Grandes Duques de Hessen emparentaron en su día con los Romanov (los Zares de Rusia), siendo la última zarina, Alejandra, nacida en Darmstadt y mundialmente conocida por, entre otras cosas, ser la gran amiga en la corte de un tal "Rasputín", del cual estoy seguro que habrás escuchado hablar.

Así que el amigo Nicolás II, Czar de todas las rusias, decidió crear esta capilla para cuando pasaran por la ciudad de visita poder practicar sus creencias.

Durante un ratito estuve haciendo fotos a todo el entorno y que, las fotos te lo mostrarán, es simplemente precioso.

Volveré a la ciudad después de un par de horas: compraré un café en Starbucks y me iré al parque para sentarme en un banco y así contemplar a los estudiantes en el cesped, a las madres con los carritos de los bebés o simplemente a la gente que va a pasear o a hacer deporte por el mismo

Por la noche, finalmente, cenaré con un par de viejos amigos y recordaré los buenos tiempos, además de contemplar como, a pesar de los años, algunas cosas han cambiado y, otras, simplemente, han seguido siempre ahí.

Volveré a mi hotel y caeré rendido en la cama: sólo me queda un día para seguir disfrutando de Darmstadt y, mi último día, aunque en ese momento yo no lo sepa, será épico.

Las fotos del día (hay más de 300: tómate tu tiempo) son accesibles haciendo clic aquí (porque sé que algunos de nosotros lee y sigue blogs como este en el iPad o a través del correo electrónico).

Si estás leyendo esto en la Web, te pongo el álbum tal que aquí:



Eso es todo: ¡Alemania prevalece!

Próximo capítulo: ¡Vente con nosotros!


Paquito
sugerenciasapaquito (arroba) yahoo (punto) es

Comentarios

  1. Hola Paquito, que fotos tan buenas tiraste a esta cuidad cerca a donde yo vivo ni siquiera me habia percatado de los angulos de varios lugares. Me gusto leer cosas buenas de esta cuidad :).Karina

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    Respuestas
    1. Hola Karina,

      Gracias por tu visita y por tu comentario: un verdadero placer.

      ¿Vives cerca de Darmstadt? ¡Qué suerte! Espero que tengas la oportunidad de visitarla y descubrir, como hice yo, la magia de esa ciudad :-))

      Un abrazo enorme y, de nuevo, mil gracias por tu visita y por tu comentario.

      Paquito.

      Eliminar
  2. Hola Paquito, si cerca a 15 kms. Pero yo soy en realidad más fan de Frankfurt por lo que vivi ahi, y bueno Darmstadt nunca lo vi asi como tú. Pero pues es interesante si lo ves de otros angulos (como tú)además creo tus vivencias en esa cuidad pueda ser también la hagan una cuidad mágica.
    Espero pronto abrir esa perspectiva óptica, casi casi como la tuya,intentaré-). Al menos me ha despertado la curiosidad con tu bloq.
    Un gusto haber comentado. Karina

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Un verdadero placer el leerte: recuerda que las cosas son como las vemos y las vivimos (y Darmstadt es, para mí, un pequeño paraíso en La Tierra :-)).

      Un abrazo gigante y gracias de nuevo por tus visitas y comentarios.

      Paquito.

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