Watergate y el papel de la prensa

Buenas,

Sabido es, por quienes me conocen, mi pasión por la Historia o por acontecimientos que marcan un antes y un después en el devenir de nuestra civilización.

En el siglo XX existen acontecimientos de una magnitud gigantesca, como lo son las dos Guerras Mundiales (la primera cumplió el 27 de Julio 100 años desde que lió parda allá en Yugoslavia, cuando se cargan a un archiduque por aquellas tierras y el personal no encontró mejor forma de afrontarlo que liarse a cavar trincheras y a inventar gases letales)...

Pero existe una época que, aún también convulsa, tuvo también sus problemas, como fueron los años 70 con, entre otras cosas, la Guerra de Vietnam y, en Estados Unidos, la elección de un Presidente, Richard Nixon, que, el 9 de Agosto, hace exactamente 40 años, en un hecho insólito en la historia de ese país, dimitía acosado por terribles escándalos de corrupción y abuso de poder...

"Nixon Dimite" - Portada de The Washington Post - 9 de Agosto de 1974

Lo llamaron "Watergate", en honor a un hotel en Washington donde, dos años antes, el comité demócrata había puesto su sede de campaña y donde, una noche, unos individuos entraron, como se presumió inicialmente, a robar algún que otro dinero...

Lo que, ya digo, inicialmente se pensó que era un robo vulgar, resultó ser sólo la punta de un iceberg donde sus rivales, los republicanos, encabezados por su presidente, el antiguo gobernador de California, Richard Nixon, extendieron toda una red de corrupción y abuso de poder que utilizó, para su entera discreción, el tremendo poder ejecutivo del Gobierno y el Estado más poderoso del planeta...

Este hecho, que terminaría con la dimisión de Nixon, al enfrentarse a un proceso de "Impeachment" (utilizado por primera vez en la Historia de Estados Unidos contra un presidente y que, esencialmente, consiste en utilizar un mecanismo legal para forzar la salida de un cargo público en ejercicio) que, después de su dimisión, sería abortado por su sucesor, el entonces vice-presidente Gerald Ford quien, en virtud de los poderes que le concedía la Constitución Estadounidense, ofreció un perdón presidencial a Nixon, librándole así de cualquier persecución legal.

"Ford ofrece a Nixon perdón absoluto, alega que "ya ha sufrido suficiente".
Portada de The Washington Post - 9 de Septiembre de 1974

El escándalo Watergate tiene además una preciosa y triste característica: es la última vez que se recuerda, en una democracia occidental, cómo todos los poderes ejecutivos y populares (la prensa, en este caso) funcionaron para ejercer y utilizar la fuerza del sistema cuando alguien abusa de él.

La prensa, en este caso, fue la mecha que lo detonó todo: dos jóvenes periodistas del periódico "The Washington Post" (que recientemente compró Jeff Bezos, el fundador de la tienda en Internet "Amazon"), Bob Woodward y Carl Bernstein, encabezaron una muy compleja labor de investigación periodística, en una época donde no había ni Internet ni teléfonos móviles, todo a golpe de soplo, revisión de fuentes, entrevistas, notas y apuntes en cuadernillos y una fuente que, hasta hace un par de años, fue el gran secreto del periodismo de este mundo...

Carl Berstein (izquierda) y Bob Woodward en la redacción de The Washington Post

"Garganta Profunda": en inglés, "Deep Throat": lo llamaron así porque, en el año 72, cuando ambos comienzan la investigación, la película pornográfica que dio el nombre en clave a su informador hacía su estreno en las pantallas de medio mundo y que le fue otorgado por su manía de reunirse con Woodward en profundos y oscuros parkings de Washington, así como por la dificultad en poner conectar de alguna forma algún nombre al informador, fuera de los dos periodistas...

"Garganta Profunda", a punto de morir hace unos años, decidió revelarse al mundo: se llamaba Mark Felt, entonces subdirector del FBI, el cual, en su día, por razones de patriotismo (temía por el abuso de poder que se estaba ejerciendo desde el poder ejecutivo) y razones personales (cuando empezaron a hacer todas esas tropelías y, a la muerte del eterno director del FBI, Edgar Hoover, promocionaron a otra persona para el cargo y a él lo dejaron en la estacada), decidió ponerse en contacto con Woodward y empezar así a guiarle por dónde tenía que ir buscando pistas que le llevaran a entender cómo los diferentes dimes y diretes que su investigación fue encontrando se conectaban entre sí.

El proceso de contacto entre ambos, desde luego, da para una buena película de espías (y nunca mejor dicho): cuando el joven periodista quería contactar con él, debía, en primer lugar, poner una pequeña bandera roja en un tiesto de la terraza de su apartamento. A partir de ahí, cuando su fuente quería cerrar un encuentro, el periódico que todas las mañanas recibía Woodward en la puerta de su casa (un ejemplar de su competencia, "The New York Times"), aparecía con un círculo en el número de la página 20, con dos manillas de reloj dibujadas en dicha página para indicar la hora de encuentro (generalmente a las 2 de la mañana en un parking de Washington D.C.).

Mientras Woodward verificaba si los pasos que estaban llevando a cabo eran correctos, Bernstein se dedicaba a ir buscando fuentes y pistas que la investigación les daba: dos personas muy diferentes y muy jóvenes que, sin embargo, supieron trabajar en equipo con un rigor y una profesionalidad que, hoy en día, es utilizado como ejemplo en todas las escuelas de periodismo del mundo.

Echarle un pulso al gobierno más poderoso del mundo tiene sus riesgos: mucho más cuando, ese gobierno, utilizaba métodos coercitivos más que cuestionables (e incluso ilegales: de ahí la investigación)... Ambos periodistas tuvieron la suerte de tener sobre sus cabezas al director de periódicos más famoso del mundo a raíz de este episodio, Ben Bradlee, quien convenció a su editora, Katharine Graham (perteneciente a la familia propietaria del Washington Post, o "WaPo", como se le conoce en su país) para continuar con su trabajo y recibir todo su apoyo y ayuda.

 Katharine Graham y Ben Bradlee

La investigación concluyó, ya digo, con Nixon dimitiendo: en la misma se encontraron gemas tales como que el presidente empezó a grabar todas las conversaciones que sucedían en la Casa Blanca y que, por requerimiento Judicial del Tribunal Supremo estadounidense, tuvieron que ser entregadas a la justicia para su investigación (un documento histórico sin precedentes donde, entre otras muchas cosas, encontraron la conversación donde alguien informaba a Nixon del lucrativo negocio que podría reportar la privatización de la sanidad en favor de aseguradoras médicas).

Si os interesan esas grabaciones, esta página os encantará:


De esto hace ya hace 40 años y muchas cosas han cambiado: el poder económico encontró la forma de controlar a la prensa, bien de forma directa (compra o participación directa en su capital a través de conglomerados multimedia) o bien indirecta a través de la compra de publicidad (el principal ingreso de todo periódico y que, en los últimos años, ha sido el exiguo canal de oxígeno que mantiene en la cuerda floja a muchos de ellos).

La velocidad de la información, así como la tremenda necesidad de primicias y el elevado coste que este tipo de investigaciones suponen (Woodward y Bernstein estuvieron trabajando durante dos años en este asunto) hacen que, hoy en día, estas cosas sean cada vez más escasas: conocemos casos en España donde un periódico, al investigar a una gran empresa, han recibido el primer torpedo en su línea de flotación, cuando dicha entidad corta de inmediato cualquier inversión publicitaria en el mismo.

Los bloggers tienen aquí la oportunidad de llevar a cabo una labor informativa y ciudadana importante, pero es cierto que una línea editorial en una prensa sana es necesaria para un correcto ejercicio de información en toda democracia.

Nos encontramos en un momento histórico donde el sensacionalismo parece haber tomado la delantera y todos los recursos informativos formales: apenas hay ya corresponsales de guerra, delegando todo a tres o cuatro agendas de información de carácter global que se comportan como meros propagandistas del gobierno de turno.

Lo vimos durante los años de Reagan y Bush, con algunas personas que, curiosamente, estuvieron también en aquellas fechas por los mismos parajes (me refiero aquí, entre otros a Donald Rumsfeld y Dick Cheney), con una prensa incapaz de actuar o criticar aquello que, a todas luces, traspasaba lo admisible en una democracia normal...

Richard Nixon con Donald Rumsfeld y Dick Cheney en 1968

Donald Rumsfeld con George W. Bush y Dick Cheney

Hubo un tiempo donde hombres buenos y honestos intentaron ejercer una de las profesionales más bellas y difíciles que existen: el ejercicio de la difusión de noticias, tremendamente denostado por el panorama de medios actual, donde líneas editoriales se marcan por grupos de comunicación que sólo buscan congraciarse con la facción de turno a la que defiendan, mezclando información y opinión de forma completamente impune, creando noticias o sucesos que, a veces, nada tienen que ver con lo que en realidad sucede.

Por eso, si eres bloguero, o no, tienes la obligación de aprender a analizar aquello que te cuentan: aprende a verificar las fuentes de las noticias que recibes, intenta leer periódicos de ideología distinta a la tuya (la verdad, por poner un ejemplo, está entre EL PAÍS y EL MUNDO, en algún punto), cuestiona aquello que leas, no asumas que Internet te ofrece toda la verdad y piensa que, hasta la persona con mejores intenciones, puede estar contándote algo que, sin saberlo, no sea del todo cierto, porque la realidad no es la que es, sino aquella que percibes y eres capaz de explicar acorde a tu conocimiento.

Hace 40 años dos hombres valientes lo hicieron: sólo tenían teléfonos fijos, libretas de papel y máquinas de escribir... Piensa en todos los medios que tienes hoy en día a tu alcance y ponlos a trabajar: estás sólo a una búsqueda en Google.

Y si te interesa, te recomiendo que te veas la película que lleva el título y se basó en el libro que Woodward y Bernstein escribieron sobre todo el asunto: "Todos los hombres del presidente". protagonizada por Robert Redford y Dustin Hoffman.

Dustin Hoffman y Robert Redford en "Todos los Hombres del Presidente"

"La prensa es la artillería de la libertad" - Hans Christian Andersen.

Eso es todo: ¡Ámsterdam prevalece!


Paquito
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