Pragmatismo Holandés en el Turismo

Muy buenas,

Tengo que esforzarme, después del parón navideño, para volver a retomar los saludables hábitos del blogueo periódico: de momento, entre mis cursos en Coursera y la cantidad de horas de Youtube que me meto entre pecho y espalda, esto se está resintiendo.


El post de hoy se quedó en la recámara del Pocket en su día ("Pocket": esa maravillosa aplicación para ir guardando páginas y leerlas más tarde, cuando quieras, donde quieras, con o sin internet y al que le hago echar humo cuando hay oleada de buenos artículos por la Web) así que, como dice aquel, "mejor tarde que nunca".

Como sabréis, provengo de un país, España, con una afluencia bestial de turistas (del orden de los 75 millones al año): somos un país, por tanto, que es capaz de alojar a casi dos veces la población residente, la cual, a su vez, no se distribuye uniformemente, sino que se suele concentrar en zonas específicas, sea por la oferta cultural, sea por negocios, sea por playa o montaña.

Durante muchos años, como resultado, además de incrementar nuestra dependencia de las divisas del sector servicio, cualquier atisbo de intentar modificar o poner algún impuesto que, aunque fuera de refilón, pudiera crear la más mínima disrupción, se han echado atrás.

Hace unos años, en una de las regiones con más número de turistas, las Islas Baleares, planteó el crear una tasa hotelera de un Euro por día por huesped...

Lo tiraron atrás: los hoteleros se comportaron como si les estuvieran pidiendo poner a sus clientes a los pies de un batallón de fusilamiento, con aquellos pobres visitantes, perdidos, indignados, por cobrarles el Eurillo al día, y ahí, las autoridades, sufrieron un ataque de "calzonismo tobillero" como no se ha visto en décadas.

Lo que los medios de comunicación españoles amplificaron como una desaforada idea recaudatoria que podía matar a la gallina de los huevos de oro del turismo, sin dar, en ningún momento, contexto o, por decencia, intentar buscar si esta idea existía en algún sitio del mundo para entender si, realmente, aquello era el apocalipsis de Juan o algo que no era para tanto.

Finalmente, en 2016, las Islas Baleares desarrollarían un marco impositivo alrededor del turismo para intentar crear una cierta situación de equilibrio y de recaudación (si dejas que la población residente tenga que pagar sobre todos los servicios de la población flotante, harás que vivir en la isla sea muy caro, echando a su vez a las personas de menos renta o, en su defecto, haciéndoles la vida un poquito más difícil).

¿Por qué poner una tasa a los turistas? Muy fácil: como ya digo, en poblaciones pequeñas, donde el número de residentes se ve sobrepasado varias veces por el número de visitantes / turistas, provoca un encarecimiento brutal sobre servicios tales como recogida de basuras, tratamientos de aguas, servicios públicos y demás...

Lo que la industria del sector turístico español, enfocado hacia turismo de volumen (no de calidad) buscaba entonces era que, precisamente, los turistas de baratillo, eligieran destinos diferentes si, de pronto, una oferta costaba 7 Euros más por persona...

Este problema, durante muchos años, lo ha tenido Ámsterdam, un lugar donde, todos los fines de semana y épocas de guardar (primavera y verano, principalmente) han tenido un alubión de visitantes de mochileo o, simplemente, el turismo de "sexo, drogas y alcohol" (aunque el último no sea particularmente barato, los dos primeros, debido a la fácil adquisición, dada su legalidad, son un enorme atractivo para según qué perfiles de turista).

Desde hace unos años, sin embargo, los Amsterdammers se han empezado a cansar de los que, cariñosamente, llamaremos "los mochileros y fiesteros", esto es, turistas de baratillo que vienen con un presupuesto muy limitado a pasar un par de noches, de ahí que, ya digo, desde hace ya un buen tiempecito, la ciudad empezó a cambiar una serie de cosas (no renovación de ventanas para las prostitutas del barrio rojo, por poner un ejemplo) y en otras, donde lo tuvieron a huevo (prohibición de vender Marihuana a no residentes en el país no inscritos en el Coffee Shop de turno) también ellos, debido a la presión de la industria del HORECA, sufrieron la enfermedad de sus homólogos españoles, sufriendo una caída de calzones incluso superior a la hispana, porque Ámsterdam, a día de hoy, desafía la ley nacional de distribución y consumo de Marihuana (ahí, con dos).

PERO...

Que miren para otro lado y dejen a los Coffee Shops vender maría a cualquiera, no quiere decir que el objetivo que se han marcado (atraer mucho más turismo familiar y de negocios, que deja mucho más dinero y genera menos problemas) no siga adelante: la ciudad, desde hace ya muchos años, tiene una tasa turística para los establecimientos hoteleros, por visitante y por día, que ayuda a compensar el gasto y servicios públicos que se deben poner en marcha para mantener un cierto orden y limpieza para dichos visitantes.

No sólo eso: la ciudad ha llegado a acuerdos con plataformas como AirB&B para que estas tasas no se dejen de recaudar y, como sigo diciendo, no sólo la tienen, sino que se están planteando subirla.

La calidad de tu turismo decide muchas cosas en una ciudad: decide el tipo de servicios que quieres ofrecer, así como el tipo y calidad de empleo que se pueda generar como consecuencia del mismo.

Ámsterdam está intentando corregir, "poco a poco" (meterle mano a la gallina de los huevos de oro es complicado, por todos los intereses cruzados que existen) el problema de ser, en determinados momentos del año, un parque temático (la misma enfermedad que, actualmente, sufre Barcelona y sus barceloneses).

El turismo masivo no es bueno: desfigura a una ciudad en cosas sencillas pero importantes... Los comercios de proximidad desaparecen para satisfacer la demanda de esos residentes de muy corta estancia, lo cual perjudica al residente que está ahí el resto del tiempo.

Ámsterdam, aunque ciertas partes de la ciudad están perfectamente perdidas (todo lo que está alrededor de la Estación Central, sea Jordaan, sea el Barrio Rojo, son una colección de cafeterías, de coffee shops y de tiendas de souvenirs), lo cual no es bueno para la población (si no hay tiendas para hacer vida normal, de poco le sirven a los vecinos tener tres comercios de souvenirs cerca de casa).

Según las estadísticas del propio ayuntamiento, cerca del 28% de las reservas hoteleras corresponden a hoteles de bajo presupuesto, pasto de los mochileros y los festivaleros que vienen, consumen lo mínimo, crean más problemas que riqueza y, sobre todo, que pueden crear molestias en residentes y/o en otros perfiles de turistas.

Me gustaría conocer tu opinión sobre el asunto: el turismo es una fuente fantástica de ingresos pero, si se te va de madre y no apuestas por un perfil de calidad, te puedes acabar convirtiendo en Salou o Magaluf, situación que, los barceloneses, están sufriendo desde hace un tiempo y que los Amsterdammers, como ya digo, también quieren quitarse de en medio.

Así que, la pregunta es: ¿Y tú que harías?

Seguiremos informando.


Paquito
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Comentarios

  1. Te ha faltado mencionar Venecia...eso sí que es una ciudad echada a perder por el turismo. Lee lo que escribí en marzo del año pasado, cuando visité la ciudad

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    Respuestas
    1. Buenas,

      Gracias por pasarte por aquí: efectivamente, Venecia es otro lugar que se ha convertido en un parque temático (en su caso, honestamente, es lo único que realmente le queda, porque no es un lugar normal, por así decirlo: sólo con intentar averiguar cuánto cuesta comprar y mantener una casa en esa ciudad te hace un descremado brutal de población).

      El problema es la transformación de otras ciudades: Barcelona se ha convertido en un zoológico y ahí, honestamente, entiendo a los vecinos, porque una cosa es tener mucho turismo y otra convertirte en el lugar de juerga y desfase de gente que ni le va ni le viene (lo de AirB&B ha encarecido el alquiler una burrada: recuerdo que la hija de una señora de la limpieza de mi empresa se fue allí a hacer unas prácticas y, cuando me dijo lo que iba a pagar por un estudio, muy bien situado, eso sí, pensé que la estaban engañando, hasta que hablé con gente viviendo allí y me confirmaron el sablazo).

      En ese sentido, el Ayuntamiento de esa ciudad está buscando fórmulas (eso sí: congelar licencias de hoteles de categoría es una estupidez... Deberían querer turismo de calidad y, precisamente, cerrar y encarecer el turismo de borrachera).

      Cada ciudad hace lo que puede: es la nueva burbuja en algunas ciudades españolas y, desafortunadamente, sobre burbujas, parece que no aprendemos...

      Un saludo y gracias de nuevo por pasarte por aquí.

      Paquito.

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