El día que se hizo grande
Eran casi las nueve de la noche cuando, entre un trozo de Sashimi de salmón y otro de atún, escuché la historia que lo cambiaría todo. No estuve allí y no pude verlo: tuve que escucharlo de boca de alguien en gesto de incredulidad, haciendo de su gesta una leyenda, porque, si había alguien que mereciera tal honor, sólo podría ser el. Nació en una familia normal, como puede ser la tuya o como puede ser la mía. Fue un chico normal, como todos quizás, salvo por un pequeño detalle: él, en algún momento de su vida, se sintió distinto. Esa distinción hizo que, desde ya pequeño, tomara una serie de decisiones que marcarían la dirección de su camino: algunas acertadas, otras puede que erroneas, influido por lo que vio en la televisión o lo que quizás leyó o le contaron otros, creyó que había otro mundo fuera de los muros y las fronteras que su país dibujaba. Por eso quizás tomó la decisión más importante de su vida y, al salir, creyó ser libre. Y fue libre, créeme que lo fue, yo estuve al