Tenga un buen día
- Gracias de nuevo por su llamada: tenga un buen día. - Igualmente. - Adiós. Así es como finalizó la llamada: un sencillo y protocolario saludo. Hay veces en la vida donde uno no sabe cómo reaccionar ante lo que acontece en su presente: en mi caso, esa llamada donde, una agradable voz con un suave acento holandés, me daba la noticia. Debo decir que, en este caso, quizás por las particulares circunstancias, ha sido la segunda llamada en mi historia en Holanda que más impacto ha tenido en mí. La primera sucedió hace unos cuatro años, casi casi por las mismas fechas en las que ahora estamos: fue un proceso largo y complicado, lleno de incidencias y desafíos (algunos de ellos, además, de tipo logístico, pero eso es entrar en menudencias y no es ese mi propósito para hoy). Una voz parecida, con ese eterno acento cantarín, donde las uves se tornan en leves efes y las erres adquieren una particular sonoridad, me confirmó entonces lo que ya sabía: - Lo lamento, Pa