Entradas

Mostrando entradas de diciembre, 2011

El 221-B de Baker Street

Hola, Cuando el avión toca tierra y, en español, la azafata de turno nos dice aquello de "Bienvenidos a Madrid", siempre pienso que, quizás, algún día, escucharé por el micrófono las palabras mágicas: - "Bienvenido a casa". Así es como lo siento siempre: cuando el avión desciende, empiezo con mis extraños rituales donde, como siempre, hay todo un proceso, casi enfermizo, que se repite desde hace unos años. Lo primero de todo es revisar que todo lo que llevo en el avión está inventariado en mi cabeza y está localizado para así no dejármelo en el avión: como casi todo lo que aprendo en esta vida, esto viene de la experiencia en un vuelo desde París donde, al aterrizar, me dejé una bolsa con regalos en cabina (una bolsa que, de eso se encargaría quien fuere, no apareció por ningún sitio, apenas minutos después de haber salido del avión). Echaré de menos, toda mi vida, la preciosa boina parisina, de color rojo, que elegí y compré, en una preciosa bout

Soledad

Las estadísticas no mienten: seis de cada diez personas no pueden estar solas. Por algo será, ¿No? El caso es que yo pertenezco al grupo de los cuatro restantes y, dentro de este, la facción más dura, la que no sólo puede estar solo sino que, además, lo disfruta. Demasiado a veces: no lo sé. Mi madre me contó una vez que, siendo un bebé, un día me descubrió meciéndome solo: no sé exactamente cómo (mi memoria no da para tanto), había descubierto el sistema de balanceo de la cuna y, con las (cortas) entendederas que puede tener un recién nacido, aprendí a divertirme solo a través del movimiento de mi cuna... Nunca fui particularmente brillante, pero casi todo lo que he aprendido en la vida ha sido en soledad y de la forma más sencilla: aprendí a nadar solo, por mi mismo, observando a los otros niños en la piscina. En las clases (instituto y universidad) solía tomar apuntes pero, más que tomar notas, solía hacer muchas preguntas, insatisfecho por mi corto conoci

Salvando almas

Imagen
"Si no te importa, me gustaría pedirte ayuda, pero si no tienes tiempo, no pasa nada"... Me lo dijo despacio y lo hizo con educación, insistiendo en lo de que, si no tenía tiempo, pues daba igual. Llevamos viviendo varios meses juntos: estudia biología molecular y, a pesar de su edad, básicamente no tiene ni idea de tecnología... Hasta que ha dado conmigo... Sabiendo lo que sé acerca del carácter de los teutones, decidí, en este caso, dejarle tranquilo durante una temporada, esencialmente teniendo poco contacto aunque, eso sí, siempre cordial y agradable. Poco a poco, a través de ratitos hablando y demás, me he encontrado a una persona muy amable, inteligente, tímida y muy educada... Y todo iba tranquilo y bien hasta que, hace un tiempo, me pilló limpiando el Mac... Lo estaba haciendo en el salón porque, cada dos semanas, con mimo y toatillas de bebé, lo dejo como si acabaran de salir de fábrica (el aluminio se cuida como el culito de un bebé: es