El 221-B de Baker Street
Hola, Cuando el avión toca tierra y, en español, la azafata de turno nos dice aquello de "Bienvenidos a Madrid", siempre pienso que, quizás, algún día, escucharé por el micrófono las palabras mágicas: - "Bienvenido a casa". Así es como lo siento siempre: cuando el avión desciende, empiezo con mis extraños rituales donde, como siempre, hay todo un proceso, casi enfermizo, que se repite desde hace unos años. Lo primero de todo es revisar que todo lo que llevo en el avión está inventariado en mi cabeza y está localizado para así no dejármelo en el avión: como casi todo lo que aprendo en esta vida, esto viene de la experiencia en un vuelo desde París donde, al aterrizar, me dejé una bolsa con regalos en cabina (una bolsa que, de eso se encargaría quien fuere, no apareció por ningún sitio, apenas minutos después de haber salido del avión). Echaré de menos, toda mi vida, la preciosa boina parisina, de color rojo, que elegí y compré, en una preciosa bout...