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Mostrando entradas de septiembre, 2020

El dilema social

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Buenas: Esta semana, después de recibir un montón de recomendaciones de diferentes amigos y amigas, por fin pude sentarme y ver el documental “ The Social Dilemma ” (“El dilema social” en castellano) que ha sido recientemente publicado en Netflix. ¿De qué va la historia? La premisa es sencilla: juntas a un montón de ingenieros y directivos de las principales empresas de software que, actualmente, manejan nuestra vida digital (los Google, Facebook, Twitter y demás) y les dejas que te expliquen la realidad detrás del diseño de las mismas, en particular cómo dicho diseño tiene, en su origen, un minucioso estudio de la interacción de los usuarios con la interfaz y sus funcionales para, simplemente, retenernos el máximo tiempo posible y, de paso, mientras apretamos iconos o escribimos cosas, hacer dinero en el proceso. Esto no es nuevo... No, esto no es nuevo: esto se sabía, obviamente (llevamos años escuchando ejemplos de cómo lo hacen), pero cuando juntas a un montón de personas, algunas

Hay que seguir escribiendo

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Buenas: Desde que empezaron las medidas de confinamiento de la pandemia aquí en Holanda  y, honestamente, desde un poquito antes (la época de “ El bloqueo ” empezó a demostrar que la dinámica de vida y la edad nos pasan factura), siento remordimientos por haber disminuido mi frecuencia de publicación de contenido en el blog. De una forma, intento justificarme ante mi mismo, alegando, como si de un juicio se tratara, que tengo mil y una excusas para explicar el por qué he dejado de escribir tanto como lo hice en otras épocas, buscando la aprobación del jurado y el juez, mientras espero que el fiscal no proteste y que pueda pasar el trámite. Lo peor del párrafo de arriba es que, tanto la defensa, la acusación, el jurado, el juez y el acusado, somos todos la misma persona, situación que me lleva a pensar que, en condiciones normales, acabaría no delante de un tribunal, sino de un comité de evaluación psiquiátrica para ver qué no va dentro de esta cabecita mía. Me encanta escribir, como me

TikTok y la supremacía cultural de un imperio

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Si quizás no sigues la actualidad tecnológica, quizás no hayas oído la historia de una aplicación llamada “TikTok” de la que hoy, si te apetece, podemos hablar. La historia “Tiktok” es una aplicación de teléfonos móviles donde los usuarios publican vídeos de pequeña duración y que, en el último año, ha sufrido un crecimiento brutal de usuarios. Su secreto, además del formato (similar a lo que fue en su día Vine, hasta que Twitter decidió cargárselo), es la creatividad de sus usuarios para construir pequeños relatos, junto con un algoritmo endiabladamente eficaz que es capaz de sugerirte contenido, con un grado de acierto, que te mantendrán pegado a la pantalla, viendo vídeo tras vídeo. Hasta aquí, otro caso de éxito de una empresa, que crea un producto y que los usuarios disfrutan como pocas cosas en la vida. Nada raro en el horizonte, ¿Verdad? Pero... El “pero” es que TikTok pertenece a una compañía llamada “Bytedance”, que tiene la peculiaridad de ser China, cosa que, de por sí, no d

Querer, Amar, Estimar...

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Buenas: Una de las cosas que, de vez en cuando, me da por pensar, es sobre la etimología de las palabras que utilizamos. En particular, me quedo absorto en cómo una misma expresión, en diferentes idiomas, utiliza palabras que, en sí mismas, son ligeramente distintas, a pesar de que la significación del objeto o de la acción sea igual. Hace un par de años, en uno de esos momentos donde, en mi nube, estaba pensando en no sé qué muy bien, se me vino a la cabeza la palabra, “breakfast”. Si hablas inglés, obviamente identificas la palabra: “desayuno” o “desayunar”, pero en ese momento, la descomposición de la misma confirmó su significado: “break”, “romper” y fast, “ayunar”. Ahí es donde uno empieza a pensar en el origen de la expresión y del verbo: “romper el ayuno”, como fórmula que proviene de un mundo donde, quizás las fórmulas de horas de comida tendrían algo que ver con los comportamientos de las personas que, en su momento, dieron con el resultado de lo que actualmente utilizamos par

De eso va el rollo

Buenas: Seguimos confinados: obviamente la situación tiene muy poco que ver con la que tuvimos hace unos meses y con la situación hace unas semanas. Dicho lo cual, la vida sigue su camino y, en la rutina, volvemos poco a poco a los viejos hábitos, a veces buenos y, a veces, no. Una de las cosas que observo en las últimas semanas es el comportamiento del personal con respecto a las diferentes recomendaciones que, en mi caso, el gobierno holandés emite, por aquello de intentar controlar la situación y que no se nos vaya de madre. La realidad es mucho más tozuda: aunque en general intento ir al supermercado lo menos posible y, siempre, a última hora, cuando ya no hay nadie, hay momentos en los que, por hache o por be, no puedo hacerlo y ahí, en esos momentos, es cuando voy a una hora normal, en un día normal (un sábado después de comer). Es curioso como las cosas han cambiado de perspectiva: lo que hace unos meses sólo era una escena cotidiana en nuestras vidas, de pronto se tornan en ext

Recuerdos y situaciones divertidas durante el confinamiento

Una de las cosas más extraordinarias que poseemos, como seres vivos, es la capacidad para construir rituales de diversa índole, todas ellas encaminadas, en el fondo, a crear un cierto sentido de la seguridad y el orden en nuestra existencia. Como es lógico, en los tiempos de pandemia que estamos viviendo, toda una serie de rutinas y comportamientos recurrentes aparecen y desaparecen, buscando, de alguna manera, la fórmula para sentirnos dueños de un entorno que, por hache o por be, sentimos que nos sobrepasa. Piensa por un instante cómo era tu vida a principios de este año: todo iba como casi siempre, quizás para algunos de forma positiva o, para otros, con altibajos por tales o cuales motivos. Entonces, llegó el dichoso COVID-19 y todo se fue al garete. Meses más tarde, esa situación, absolutamente excepcional a la que tuvimos que amoldarnos (y que nos dará mucho juego dentro de muchos años, cuando contemos la batallita a quien nos la quiera escuchar), casi de la noche a la mañana, es