Esa época del año
“¡Buenos días chavalada! ¡Ya es esa época maravillosa del año!” Así, en quinta, es como uno aterriza en el departamento de informática de la empresa, porque ya me conocen y ya me ven venir... Soy un techie: podría ser peor y darle al ganchillo o a hacer vídeos de gatitos haciendo monadas, pero uno ha salido como ha salido y ahora, a esta edad rebelde mía, cambiarlo me viene mal. Cada 6 meses, desde hace muchos años, repito la misma historia que, aunque al principio levantaba alguna ceja, hoy en día genera sonrisillas y complicidad entre los más tecnófilos del lugar: toca formatear el ordenata y rehacerlo desde cero. Lo aprendí hace muchos años, en “mi otra vida”, esa que dejé atrás y que, curiosamente, es lo que tiene cuando se ponen a despedir a gente, de pronto vuelve, poco a poco, como pequeñas olas a la orilla de una pequeña playa, en algún lugar olvidado del mundo. Es una de esas cosas que, al principio, allá dónde voy, al principio llama la atención por lo ex