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Mostrando entradas de octubre, 2012

Aquellos ojos azules

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Buenas, Siendo una cansina rata de ambientes urbanos nacida en una pequeña ciudad “en un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no puedo acordarme”, uno sostiene que, acostumbrado a mi eterno Madrid o mis amadas París o Berlín, Ámsterdam es una pequeña villa con pretensiones de gran ciudad que quiere, pero no puede. Precisamente por estos motivos, uno de mis principales objetivos reside en el más absoluto de los anonimatos y control sobre los aspectos públicos de mi vida: vivir en una gran ciudad te permite eso, además de, conociendo los modos y formas, ser capaz de perderte entre la multitud en cualquier momento. Me encantan los lugares de amplias aceras llenos de gente. No hay nada más bonito y más refrescante para mí que caminar por la Gran Vía en Madrid, bajar hacia la Plaza de Callao y, desde ahí, dirigirme hacia Sol a través de la Calle del Carmen o Preciados... Existe un lugar en el mundo que, algún día, conseguiré visitar “en mis condiciones”: es el cruce de Shibu

No dejes que tu Sol se apague

Buenas, Mal vamos (aviso) si de pronto me encuentro, al leer los blogs de la parroquia afincada en Holanda, que soy poco menos que lo más positivo que puedas encontrar. Mal vamos, tate: ¡Mal vamos! Leo con detenimiento las sensaciones que el personal va adquiriendo después de un tiempecito en estas latitudes: la cosa se empieza a torcer el segundo año, cuando, por fin estabilizados y preparados para el combate, nos encontramos bajas temperaturas, atardeceres cada vez más tempranos y la sensación de que, aunque paguemos facturas y estemos físicamente bien, “algo” nos falta... Ante esta terrible perspectiva (ya digo: que tenga que ser yo el que venga a dar ánimos a la tropa es signo grave de preocupación) uno, que es soldado viejo y que, sin refugiarme en Volendam como hicieron los tercios que decidieron quedarse después de la Guerra de los Ochenta años, toma la pica, mira al horizonte y se dispone a arengar a lo que le pongan delante (niños, mujeres o muñecos de Bob Es

Una pequeña anécdota

Hola, Hay cosas que a uno le suceden y que, con los años, se quedan en el tintero, como experiencias o anécdotas que pudiste vivir en un momento determinado y que pertenecen a un lugar concreto de tu vida. Hay cosas que vuelven sin ser buscadas, y esta historia, curiosamente, volvió a mí hace una semana, casi 12 años más tarde de que sucediera. Corría el invierno del año 2000-2001 en el macizo central francés: en él, aunque toda la Galia estaba ocupada, resistía pertinaz un pequeño español que, con su acento y sus historias, intentaba demostrar al mundo que, por el poder de una sonrisa, mientras vivieras, podrías conquistar el universo. Faltaban unos meses para el 11 de Septiembre y para que unas semanas más tarde de esa terrible fecha nuestra compañía tecnológica favorita (ya sabéis cual) sacara de la manga el producto que lo cambiaría todo (el iPod). Pero uno, que toda su vida ha sido un rehén de los dispositivos portátiles de música, usaba por aquel entonces un