TikTok y la supremacía cultural de un imperio

Si quizás no sigues la actualidad tecnológica, quizás no hayas oído la historia de una aplicación llamada “TikTok” de la que hoy, si te apetece, podemos hablar.



La historia

“Tiktok” es una aplicación de teléfonos móviles donde los usuarios publican vídeos de pequeña duración y que, en el último año, ha sufrido un crecimiento brutal de usuarios.

Su secreto, además del formato (similar a lo que fue en su día Vine, hasta que Twitter decidió cargárselo), es la creatividad de sus usuarios para construir pequeños relatos, junto con un algoritmo endiabladamente eficaz que es capaz de sugerirte contenido, con un grado de acierto, que te mantendrán pegado a la pantalla, viendo vídeo tras vídeo.

Hasta aquí, otro caso de éxito de una empresa, que crea un producto y que los usuarios disfrutan como pocas cosas en la vida.

Nada raro en el horizonte, ¿Verdad?

Pero...

El “pero” es que TikTok pertenece a una compañía llamada “Bytedance”, que tiene la peculiaridad de ser China, cosa que, de por sí, no debería de tener ningún tipo de connotación (oye: cada cual es de donde es), aunque las cosas no son tan sencillas.

Las cosas no son tan sencillas...

China es un país con un enorme control sobre sus ciudadanos, a través de tecnología “física” (el famoso ejemplo de las cámaras en ciudades, controlando tráfico de vehículos y personas en todos lados) así como tecnología digital, que van desde el famoso “Gran Muro Digital” que sólo permite contenido u aplicaciones aprobadas por el gobierno chino, hasta requerimientos de presencia física de los servidores de las empresas que trabajen allí y que tengan datos de clientes o usuarios del país asiático.

En los últimos años, más allá de lo que puedas leer en la prensa, como los ataques cibernéticos de la inteligencia china sobre otros países, por poner un ejemplo, la realidad es que se está produciendo un equilibrio de fuerzas entre la actual súper-potencia económica, cultural y militar (Estados Unidos) y China, a punto de sobrepasar a la primera en términos de Producto Interior Bruto.

China forma parte de nuestro futuro (volveremos a un mundo multipolar) y, en ese futuro, como toda súper-potencia que se precie, la hegemonía cultural y militar librarán una silenciosa batalla, donde una de las partes, poco a poco, lleva décadas avanzando en nuestra dirección.

Los tres factores, el económico, el cultural y el militar, están conectados por la tecnología: los europeos aquí sólo somos testigos de lo inevitable y pintamos poco (en mi opinión, somos una provincia del Imperio), pero a día de hoy, lo único que sabemos es que nuestra cultura y economía, en los últimos 60 años, ha sido cincelada y controlada por los americanos (la lengua franca es el inglés, sus enormes empresas, clave en determinados sectores económicos, actúan  en régimen de oligopolio, en el mejor de los casos y nuestras referencias culturales se refieren a lugares y modos creados o desarrollados en el nuevo continente, sin hablar del tema militar, donde la cosa toma niveles propios de película de Adam Sandler).

Total: que entre la potencia dominante actual está viendo por el retrovisor lo que se les viene encima y que, actualmente, su gobierno es “sui generis” (otra película que ni Mel Brooks ciego de peyote habría podido concebir), el proteccionismo empieza a hacer de las suyas para intentar contener a las hordas bárbaras, como los romanos en su día.

Más allá de la guerra comercial vía aranceles que Estados Unidos y China mantienen, los tejemanejes más visibles de esta segunda “guerra fría” entre dos países y el futuro político de nuestro planeta versan alrededor de la supremacía tecnológica y el acceso a la información (bien privada, bien de comportamiento, gustos o todo lo que las diferentes tecnologías que las aplicaciones utilizan para conocer a sus usuarios) de millones de personas.

Las cosas no son lo que son: son lo que parecen

Estados Unidos, desde los años 70, con el famoso encuentro entre Nixon y Deng Xiaoping, empezó a establecer lazos comerciales con China, facilitando la inversión de empresas americanas en aquel territorio, intentando crear un cambio político (los yankees entendían que no podía haber capitalismo sin democracia y, por ende, una vez que ellos provocaran el cambio, podrían manejar el cotarro por aquellas tierras), pero los americanos nunca pensaron en que el hombre, que en su día las pasó putas por sus ideas en su propio país, el tal Deng Xiaoping, llegaría a crear una paradoja político-económica y que nos trae hasta lo que estamos viendo en nuestros días.

Deng Xiaoping se dio cuenta de que al personal le importaba poco la política y que, lo que de verdad importaba, eran los resultados, cuadrando el círculo al establecer un sistema económico pseudo-capitalista en la burbuja de una dictadura de corte psedo-comunista.

Sí: utilizo "pseudo", porque ni una cosa es realmente capitalista, ni la otra es realmente comunista.

Muy inteligentes los chinos, además, pronto establecieron las condiciones para que las compañías extranjeras, que iban buscando mano de obra barata, pudieran hacer negocio: la mitad del capital de esas empresas sería chino y, además (esto es fundamental) se establecía que, en esas empresas y fábricas, hubieran protocolos de transferencia de conocimiento, de tal forma que China no sólo sería una fábrica sin más, sino que el país empezaría a aprender cómo hacer lo que esos extranjeros querían fabricar allí en primer lugar.

Es decir: tardarían tiempo, pero eventualmente ellos podrían crear empresas y tecnología con todo lo que las empresas extranjeras hacían en su territorio.

El espionaje tecnológico entre países, o la vulneración de patentes no son cosas nuevas: Estados Unidos vulneraba esas mismas leyes de patentes y copyright en el siglo XVIII y XIX (el famoso robo de las patentes de telares ingleses es bastante conocido), hasta el día en el que ellos empezaron a desarrollar tecnología por ellos mismos, momento en el que, ahora sí, fueron los primeros en determinar y exigir que las patentes y los secretos comerciales fueran respetados, sobre todo, en los casos donde ellos vendían o podían vender dichas cosas.

Sobre espionaje tecnológico, un tal “Edward Snowden”, que trabajó para la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense (“NSA”, sus siglas en inglés) nos enseñó que ellos llevan haciéndolo desde que han tenido capacidad para hacerlo y no sólo contra potencias rivales, sino que también contra sus propios aliados.

Y ojo: esto no va de los yankees (todos los países que tienen la capacidad de hacerlo lo hacen): sólo es curioso verles quejarse de lo mismo que ellos llevan haciendo décadas.

Pero... ¿Esto no iba de una aplicación de vídeos con gente haciendo el idiota?

“Me lían, Fiti: me lían...”

Hace ya un tiempo, Estados Unidos, en esa guerra comercial con China, decide empezar a atacar a empresas netamente chinas con tecnología clave y donde, a día de hoy, parece que llevan la delantera.

El primero en probar la sopa fue el proveedor de equipamiento chino Huawei que, más allá de electrodomésticos y teléfonos móviles, es el líder en implementación en volumen y calidad de equipamientos de redes móviles 5G, la tecnología más puntera en ese segmento y que, según parece, va a cambiar el mundo.

Nota del autor: esto de "va a cambiar el mundo" ya lo he oído antes y no sé yo...

La base de la acción estadounidense se sostiene sobre lo que, según ellos, consideran una tecnología estratégica que puede afectar a la seguridad nacional, de ahí que decretaran que Huawei no sólo no pueda vender sus productos en Estados Unidos sino que, mucho más interesante, tampoco utilizar tecnología estadounidense en sus productos, cosa que, a priori, es una cuchillada en toda la yugular.

Si no fuera porque los chinos, desde hace unos añitos, ya tenían un plan sobre la mesa para cosas así (ser capaces de producir tecnología estratégica sin componentes o nada que provenga de terceros).

Porque nosotros jugamos al Ajedrez (10 elevado a 64 posibles movimientos) pero ellos juegan al Go (10 elevado a 100 posibles movimientos).

TikTok es la historia de éxito de una compañía china que, de la noche a la mañana, consigue reunir a millones de usuarios, en un crecimiento sin precedentes, rivalizando con diferentes compañías americanas que ofrecen productos similares (YouTube, Facebook-Intagram...).

En este caso, el gobierno americano alega que dicha aplicación atenta contra la seguridad nacional (no se sabe muy bien por qué: esto no se explica) pero, en lugar de simplemente prohibirla en Estados Unidos (de igual forma que los chinos hacen con aplicaciones como YouTube, por poner un ejemplo), esta vez exigen la venta de la porción de esa empresa que maneja las operaciones en Estados Unidos y, probablemente, del resto del mundo, fuera de la República Popular China.

Y esa venta se tiene que hacer hacia una empresa americana (ojito ahí).

Es decir: ya no es que prohíbas su uso en tu país, sino que encima quieres acceso a lo que tienen entre bambalinas...

“El algoritmo”

Lo bueno y lo malo de ser un régimen autoritario es que no tienes según qué tipo de dilemas cuando haces según qué cosas: entre el espionaje que están llevando a cabo (como lo hacen todos los que pueden, repito) y que pueden hacer lo que les da la gana en su país sin ningún tipo de cortapisa, China está bastante avanzada en temas de Inteligencia Artificial y Aprendizaje de Máquinas, sospecha que se encuentra detrás del éxito de la aplicación que da nombre a este post y por el que, inicialmente, Microsoft decidió ofrecer una oferta de compra (que, curiosamente, se retiraría en el momento en el que les explicaron que se podían quedar con lo que quisieran, pero que el algoritmo es suyo y eso no estaba en venta).

Al parecer, el acuerdo final tiene que ver con otra empresa americana, Oracle, cuyo negocio principal son aplicaciones de negocio para grandes organizaciones y que poco tienen que ver con la audiencia o la tecnología de TikTok (aquí es donde la cosa huele mal: “los favores se acaban cobrando”).

Y todo podría ser considerado "conspiranoia" y demás, pero recuerda: en China, todas las empresas tienen participaciones del gobierno chino en su capital, teniendo la capacidad para influenciar según qué decisiones o acciones.

Los americanos están jugando aquí a la defensiva, aunque tienen todo el derecho a decidir qué cosas pueden ser accesibles a su territorio y a su mercado y qué cosas no.

La parte de la venta de las operaciones a una empresa americana es sucio y corrupto (es una forma de expropiación pura y dura: eso que nos parece tan malo o pintoresco cuando otros países lo hacen), impropio de lo que ellos mismos proclaman, aunque claro: cuando eres la súper-potencia, puedes hacer lo que te dé la gana y que nadie te pueda parar.

Mi consejo: dejar las puñeteras redes sociales y volver a ser un poquito más inteligentes. En el momento en el que alguien tiene el poder de determinar lo que puedes ver en la misma pantalla que utilizas para leer esto, estás otorgándole la capacidad para influenciar la visión del mundo que tengas tu y/o aquellos que sean como tu.

Y de eso va esta historia: del poder determinar tu visión del mundo a través de aplicaciones regidas por algoritmos, cuya composición desconoces, y sobre los que tienes una limitada capacidad de influencia.

Tengamos cuidado ahí fuera.


Paquito

Emilio: sugerenciasapaquito (arroba) yahoo (punto) es

Twitter: @paquito4ever

Comentarios

  1. Buenos días y mucha salud para todos.
    El artículo sobre Tik Tok tiene 1gr. de inocencia y una Tonelada invisible de acerada preocupación. Es difícil encontrar en la Historia triunfos de una potencia cualquiera que haya ganado algo poniendo aranceles o delimitando mercados sin tener que apoyar esos tratados en papel sin fuerza militar posteriormente. Lo habitual es lo contrario: antes la fuerza militar y luego los aranceles e imposiciones en papeles y leyes.
    Amenazar como hace Trump sólo son intentos de ganar tiempo. Europa tiene que elegir. Estas son las conclusiones de las premisas; no son tan pequeñas las fuerzas militares y económicas de la UE y de su Hinterland, incluyendo en este a Rusia.
    Tiempo, es lo que además quiere y necesita China y USA ya no tiene.
    Entiendo que estas son conclusiones casi groseras.
    Carezco de la formación y la cultura imprescindibles para matizar. Sin embargo siento que estamos en ese impasse. Del mismo modo no siento que los derroteros vayan en el planeta hacia imperios que se aíslan.
    Hace dos días la señora que me hacía la manicura miró su móvil (en pu-dong-hua, la lengua que ya escriben, leen y hablan todos los chinos) para recomendarme un restaurante y lo tradujo de inmediato al español para que yo lo viera -a quien le interese: Plaza del Conde Del Valle de Suchil, 7, Madrid-. No sé si os dice algo este músculo y capacidad tecnológica saltabarreras china.
    Esta mujer va y vuelve cada año a su país. No hace tantos viajes como el llamado "Tren de la seda" (Shangai-Duisburgo) pero...
    Estamos, también nos viene a decir la reflexión de Paquito, en un periodo de gran inestabilidad. No solo en los terrenos militares y políticos hay batalla, no solo en el del software. ¿Qué pasa con el hardware? ¿No está China desarrollando un nuevo procesador competidor de los otros dos monopolizadores mundiales?
    El artículo de Paquito, para mí, propone que guardemos el dinero de las apuestas a favor de ciertos agentes, en particular los fondos de inversión con base en EEUU o sus tecnológicas: sólo proponen más de lo mismo que nos ha traído hasta aquí, y esto empieza a derrumbarse (a colapsar, que dicen los pedantes con algo de inglés y menos castellano) y tratemos de atisbar en qué otros lo ponemos. Si no lo vemos claro, gastemos en el interior de nuestros respectivos países y no rompamos la cadena de consumo, por favor.
    Un abrazo a todos y mejor salud.

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    Respuestas
    1. Hola Pedro:

      Gracias por tu visita y por tu comentario: todo un placer, como siempre.

      "La inocencia hay que luchar por no perderla": en mi caso, quizás, es desconocimiento de muchas cosas y mi eterna duda sobre lo que conozco (los absolutos son fenómenos escasos).

      La fuerza militar, en el caso de Estados Unidos, es la del abusón del colegio: entre las grandes potencias o, directamente, con aquellos que serían capaces de responder y hacer pupa, siendo vulgar, "no hay huevos".

      El imperio estadounidense, actualmente, se mantiene a través de su hegemonía económica (la cultural va poco a poco decayendo: sigue ahí, pero se empieza a difuminar): esa hegemonía les permite, entre otras cosas, tener la moneda franca del planeta, con unos niveles de endeudamiento y de producción de billetes que dejarían a países con híper-inflación con carita de menú.

      China tiene la ventaja de que no considera al tiempo como factor para mover ficha, sino todo lo contrario: el tiempo fuerza al contrario a mover en contra de sí mismo (y, estratégicamente, es algo que más de uno firmaríamos por tener en nuestras vidas).

      La anécdota de la mujer que cuentas es maravillosa: gracias por contarla.

      Veremos qué sucede: sabemos lo que viene, lo que no sabemos es exactamente cómo y cuando.

      Maldición china que me encanta y que define la situación: "Que vivas tiempos interesantes" (tremendo deseo el de los amigos).

      Un abrazo y, de nuevo, mil gracias por tu visita y por tu comentario.

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