Mi cápsula del tiempo digital

Muy buenas:

En las últimas semanas, siguiendo mis propósitos más optimistas, he seguido con mi obsesión buenista de hacer las cosas como debo y, poco a poco, he seguido mi pérdida de peso, mi lectura de libros y, anoche, sentarme delante del ordenata, ir a la opción del menú que te permite dejarlo como si lo hubieran sacado de la factoría donde fue fabricado y empezar desde cero.

Las obsesiones higienistas se dan en todo tipo de ámbitos de la vida: desde limpiar unos platos en el fregadero hasta pasar la aspiradora, poner la lavadora u ordenar los libros en las estanterías, cuando uno entra en según qué acciones es mejor fluir porque, de alguna manera o de otra, esto acaba dando frutos.

¿Cuántas veces te has puesto a limpiar armarios o cajones y, en el proceso encontrarte con objetos de cualquier tipo que te hayan retrotraído a un lugar, un momento o una persona?

A mí, por las obsesiones higienistas periódicas que me dan, en medio de la vorágine del "saca todo de su sitio, empieza a ordenar, descarta aquello que no necesites" me encuentro constantemente con objetos, a veces casi imperceptibles, que me llevan a un momento determinado de mi vida.

En Madrid, en mi cajón, Francia... Debajo de la cama, en el canapé, Alemania... Y en Holanda, obviamente, en el disco duro del ordenata, historia que nos trae hasta aquí y génesis de esta historia...

La pequeña caja de cartón...

Hace unos cuantos ejercicios de organizar cajones, decidí meter todos los discos duros que tengo (en plural) en una caja, junto con los cables y adaptadores que permiten su conexión al ordenador con el que esté trasteando en ese momento.

El caso es que, hace una buena temporada, revisando el contenido de los mismos, me encuentro con que dos de ellos están perfectamente encriptados (como buen paranoico y como buena práctica para asegurar tus datos) y no sé la contraseña...

Que empiece la fiesta

Me pasé todo el fin de semana intentando encontrar la puñetera contraseña (uno estaba diseñado para conectarse con el Mac: el otro estaba encriptado con el sistema Bitlocker de Windows) para ambos, pero no hubo forma: en breve, cuando los servicios de inteligencia o de ciberseguridad aparezcan por mi casa, la conversación va a ser curiosa después de la intensa búsqueda virtual de soluciones que, obviamente, no funcionaron :-))

El caso es que ayer por la tarde, en el momento higienista informático (como contaba antes: es llevar la máquina al estado de fábrica y empiezo a reconstruir todo desde cero), al bajar la cajita con los discos duros, buscando inspiración, me pongo a probar otra vez todo tipo de contraseñas y, finalmente, el disco duro encriptado para el Mac se abre...

Una cápsula del tiempo...

El disco duro perteneció a mi primer Macbook: los archivos se refieren al año 2012, hace 12 años que esos archivos fueron creados o copiados en dicho destino, así que, como la curiosidad siempre acaba matando al gato, me puse a navegar por el árbol de directorios, mirando ficheros con nombres que, en un momento de mi vida, significaron algo...

Ahí estaban: archivos enormes con copias de seguridad de correos electrónicos de mi anterior vida, muestras digitales en PDF de acciones de cosas que hice en su día, archivos de un antiguo coche de empresa...

Todo estaba ahí, incluyendo los últimos vídeos de un compañero de trabajo, que practicaba un testimonial con una jovencísima versión del que aquí escribe detrás de la cámara...

Encontré también textos de cosas a medio completar: cosas que, por el motivo que sea, en diferentes momentos de vida, se escribieron y se quedaron en el cajón del olvido digital.

Releí un par de cosas y, ahora que no nos oye nadie: no reconozco a ese chico escribiendo esas cosas (a veces me sorprende lo que escribí hace años: unas para bien y otras, obviamente, me dejan con una cara de interrogación digna de un retrato "perpetrado" por Pablo Picasso).

¿Qué te quiero contar con todo esto?

Quiero simplemente transmitirte que, a veces, con persistencia y con saliva, al igual que el elefante se la metió a la hormiga, muchos años más tarde, por un golpe de suerte, una olvidada contraseña te abre una pequeña cápsula del tiempo donde quizás puedas descubrir a una antigua versión de ti mismo...

Y ese momento quizás no signifique nada para ti, pero para mí es volver a un momento muy particular de mi vida, porque en ese momento, por aquella época, empecé a luchar contra algunos molinos de viento que, muchos años más tarde, reaparecen en mi horizonte, con más arrugas en mi cara, un poco más sabio, mucho más cansado y, ¿Quién sabe? Hasta puede que conceda que no son gigantes...

Me volveré a releer para encontrar el espíritu de combate adecuado: "el que resiste, gana", recuerda eso. 

Seguiremos en contacto.


Paquito

Emilio: sugerenciasapaquito (arroba) yahoo (punto) es

Twitter: @paquito4ever

Comentarios

  1. Hola, Paquito. Me ha gustado esta historia. Yo creo que soy un poco al contrario. Soy un cajón de-sastre con patas. Tengo mi vida en cajas de plástico. Ahora no tanto porque se supone que tengo un sitio fijo donde vivir, aquí en España. Pero sigo manteniendo unas cuantas de aquellas cajas que me acompañaban en mis aventuras escocesas, de piso en piso. Libros, recuerdos, papeles sueltos con misterios escritos, cuadernos, libretas con anillos, incluso también tengo un par de discos duros (que creo nunca comprobé su contenido, gracias a Dios sin contraseña uf, ahí lo Importante de lo guardado, y varios pen-drives, ídem)...

    Me ha gustado porque he encontrado una pequeña coincidencia entre nuestras nostalgias. Cuando creo que somos bastante diferentes. Esa curiosidad que te lleva a explorar cualquier tontería que encuentras cuando te pones a ordenar (yo, de ciento en adviento). Y el hecho de que no te reconozcas en tu yo pasado que escribía ciertas cosas. A mí me pasa. Y de hecho, hace tiempo que me aterra comenzar a leer mi blog, desde el principio, pues a veces no me reconozco. Y a veces me admira lo que escribí, conté o inventé. Y a veces me horroriza. De ahí que no me atreva. Es como si quisiera cerrar una etapa que no se puede cerrar. No se puede porque me supuso un antes y un después. Ya nunca seré la misma persona de antes de irme. Supongo que lo mismo ocurriría si me hubiera quedado, ¿no?
    Pero como dijo el soldado romano (creo), ahora que viene la Semana Santa, tan nuestra, acerca del famoso cartel que pusieron sobre la Cruz de Jesucristo: INRI (Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos), ante la protesta de los propios judíos que le dijeron a dicho soldado, autor de la leyenda, "No pongas eso, pon Aquel que dijo ser Rey de los Judíos", dicho soldado se encogió de hombros, pasando un kilo, y les espetó: "Lo escrito, escrito está".
    Pues eso, lo que dejamos escrito hace años, ahí queda. No nos avergoncemos de ello.

    Un saludo.
    Fargo

    Oye, si te animas a nuestra quedada, házmelo saber. Serías bienvenido, que para eso la estoy organizando yo jaja.

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    Respuestas
    1. Curiosamente, en mi propio blog, el navegador me reconoce sin problemas (algún tema de configuración entre tu blog y el mío).

      Los discos duros o memorias USB guardadas en cajones los carga el diablo: un día te da por enchufar uno al ordenata y descubres fotos de lugares y acontecimientos que olvidaste, documentos de cosas que ya no sabías ni que tenías o, como en el caso del blog, al revisitar posts antiguos, descubrir una versión digital de tu yo al que, si lo tuvieras delante, te darían ganas de sentarlo, ponerle un coca-cola y hablarle despacio y con cariño.

      Nunca he tenido vergüenza de ese chico del pasado: perplejidad sí, claro (a veces no lo reconozco: me parece que escribe demasiado bien en algunos momentos y, de igual forma, hay momentos donde le diría que leyera un poco más, que no son formas de expresarse por escrito :-)).

      En fin: "lo escrito, escrito está", coincido...

      Gracias por pasarte por aquí y un abrazo,

      Paquito.

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  2. Hola otra vez. Tan sólo comunicarte que, tras casi tres años, subí la Fargadita 174 a mi blog. Espero tu visita jeje. Un saludo.

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    Respuestas
    1. Buenas:

      De nuevo: gracias por pasarte y por darme el alto.

      Diligentemente me he pasado por tu blog, te he leído y te he dejado con un comentario.

      Sigue escribiendo: es un ejercicio fantástico para la mente.

      Cuidado con los ASUS: los carga el diablo :-))

      Abrazotes,

      Paquito.

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    2. De nada. Oye, he tenido que buscar en San Guguel lo de ASUS. Si te refieres a la marca de laptops no me afecta. El que jubilé es un Samsung (que me dio muy buen resultado hasta el triste final, y puerto de todas las fargaditas salvo la última y el post de la Quedada) y el nuevo adquirido (el blanquito) es un HP... que anda también que dos siglas han elegido para la marquita... espero que no haga honor a su nickname...

      A cuidarse.

      P.D.: lo de tu nombre en mi blog, todo un misterio.

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  3. Uf, miento. Acabo de chequearlo, primero tuve el Samsung que duró muchos años y muy bien (negro, pantalla muy grande), y supongo que ahí comencé el blog. Luego tuve un Acer, también negro, pantalla algo menor, en el que escribí casi todo, duró también años. Y ahora el blanquito, pantalla algo menor, pero suficiente. Ignoro las pulgadas.
    De fechas, seguro que tengo algún archivo de esos que pierdes en un pendrive, o (más probable) una libreta de anillas donde aparece cada fecha de compra y duración de todos ellos... pero vete tú a buscarla jaja.

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    Respuestas
    1. Era una cuestión de probabilidades: hay más modelos blancos de ASUS que de HP (tiré a canasta y fallé estrepitosamente :-)).

      Disfruta de tu bichito: estoy seguro de que permitirá escribir mil cosas y, si te apetece compartirlas, estoy seguro de que tus exigentes lectores disfrutarán con su lectura.

      Un abrazo y gracias por los comentarios de nuevo,

      Paquito.

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