Es cuestión de organizarse
Buenas:
Hoy me he despertado pronto y, leyendo la prensa, encuentro un muy interesante artículo de el diario español "EL PAÍS" donde se habla de las condiciones de trabajo de consultores y de personas que trabajan en el mundo de las finanzas.
El artículo es accesible haciendo click aquí:
¿Qué nos cuenta el artículo?
Básicamente, el artículo nos cuenta lo que la mayoría de nosotros sabemos o ya deberíamos saber: en ciertos sectores, el abuso de las condiciones laborales está a la orden del día, con la promesa de que, si sobrevives, un día empezarás a ganar dinero suficiente para reparar los primeros años de sufrimiento.
Esto, repito, no es nuevo y, si no lo sabías, bienvenido al mundo real: es el modelo que, durante décadas, muchos han aguantado sin rechistar aunque, en los últimos años, con las sucesivas crisis económicas, ha empeorado, poniendo todavía más presión en la base de esa pirámide laboral donde, de una forma perfectamente definible como "darwiniana", sólo los más fuertes sobreviven.
"Los más fuertes"
Podrías pensar que "los más fuertes" son las personas que mayor capacidad de aguante tienen, soportando maratonianas jornadas laborales, esperando que, por selección natural y desgaste, al final sobrevivas para pasar al siguiente nivel de la pirámide, donde las cosas, se supone, se tornarán mejores.
La realidad es un poquito más compleja: "los más fuertes" son también aquellos que pueden soportar la presión económica de tragar con lo intragable, es decir: si eres de una familia que tiene una serie de medios, eres capaz de aguantar tragando mierda más que aquellos que no lo sean, porque, en algún momento, tendrán que valerse de sus propios recursos para sobrevivir.
- Hombre Paquito: esas empresas de las que habla el artículo no pagan mal para lo que es España...
Eso es cierto, pero también hay otras cosas que hay que tener en cuenta, como lo es el vivir en grandes ciudades donde, alquilarte una vivienda para ti solo, les puede costar un buen pico de su sueldo.
Y eso, sólo es el principio...
Hace unos años, se filtró una Excel de referidos en una de las "Big 4" donde los jerifaltes o cargos de cierto nivel en la propia organización recomendaban a personas para acceder a la misma... Y ahí es donde entra la trampa: es difícil determinar si todas las personas que acceden en primer lugar lo hacen por mérito propio (supongo que sí) o, si alguien fuera mal pensado, viendo esa famosa Excel, le daría por pensar que a lo mejor no es así...
- Total: son consultoras muy buenas, despachos de abogados súper-cuquis y bancos de alto copín, así que, si eres bueno, al final acabarás llegando lejos...
En cierto modo, eso es verdad: trabajar en uno de esos lugares, donde la exigencia es extrema y la práctica de selección por desgaste (según lo que detalla el artículo) es la norma, si consigues resistir durante un tiempecito, vas a descubrir tu potencial real y que, si un día te vas a un lugar menos exigente, la vida se torna distinta.
Además: el artículo tira a empresas de según qué sectores, pero se olvida de otros donde, básicamente esto es exactamente igual, salvo que la mona se viste de una seda diferente.
Y esa otra mona, créeme, es básicamente la misma... Lo sé de primerísima mano: yo estuve allí.
Sobrevivir al Tsunami corporativo
Durante 5 años de mi vida, yo estuve allí: no te diré el nombre de la empresa, pero es una que sin duda conoces... Durante 5 años, profesionalmente, toqué el cielo, pero en el camino, mi salud física y mental lo pagó con sangre, literalmente, en un momento determinado (cuando mi cuerpo y mi mente dijeron "hasta aquí hemos llegado") y me costó una baja por ansiedad y unos síntomas que, para que te hagas una idea, durante años no me permitieron poder hablar de ello sin echarme a llorar.
Un buen día, fue un domingo, al teléfono con mi madre, completamente ido por la enorme tensión que sufría, la hice llorar y, en ese momento, en ese instante, supe que me tenía que ir...
Y lo hice: no hubo parsimonia, no hubo negociación, no hubo nada de todo lo que sé que todo el mundo intenta en esa situación...
- Buenos días... Me quiero ir...
15 días más tarde, un lunes, me levanté, fui al salón y miré a esa preciosa glorieta donde se cruzan los caminos y, por primera vez en esos cinco años, observé con curiosidad a la gente que, por las aceras, caminaba despreocupada, haciendo su vida.
Hace ya de eso muchísimos años: a veces echo de menos el grado de excelencia de una organización como aquella ("excelencia" sin paliativos ni peros: no he visto nada igual desde entonces), pero entonces recuerdo el coste de la misma y, como te he dicho muchas veces: "no quieres saber la cantidad de sangre, sudor y lágrimas que hay detrás de las cosas que usas o comes... No quieres saberlo".
Por eso, un día me fui: me di cuenta de que estaba vendiendo mi alma al diablo y de que, en un momento determinado, o me convertía en eso o acabaría muy muy mal.
Cosas divertidas del artículo
El artículo tiene cosas que me han hecho sonreír: la primera es la anécdota de los empleados más jóvenes de una muy conocida banca de inversión pidiendo que, en lugar de trabajar 95 horas a la semana, se trabajen 80, que es el doble de lo que un contrato en el mundo civilizado indica que debes trabajar...
Para que nos hagamos una idea del disparate: en las fábricas donde se ha creado el teléfono que tienes ahora entre tus manos o en tu bolsillo, los límites de horas máximas se establecen en 60 horas a la semana (y esto gracias a la presión internacional de organizaciones de todo tipo, quejándose de las burradas que los trabajadores de esas empresas hacían).
Pero lo mejor del artículo estaba por llegar...
La cosa que a la señora Paquito y a mí nos hizo reír del artículo es el testimonio de una persona (una profesional de la abogacía muy reputada, según parece) donde cuenta como, efectivamente, su vida laboral es "complicada" (se niega a dar las horas que trabaja a la semana: empezamos mal), mucho más con hijos (tiene dos y de corta edad), pero añade que gracias a su marido, sus padres, cuidadores y un coach, todo se lleva adelante, porque su trabajo le apasiona...
"Es cuestión de organizarse" dice la buena mujer en el artículo, sin despeinarse (supongo).
Si tu trabajo te apasiona, es encomiable: uno debe hacer aquello que le gusta, pero que una persona, de una alta posición, a la que se le presumen una serie de recursos económicos, te hable de "organizarse" usando a su pareja (sólo faltaba: lo dice como si fuera una hazaña en el año 2021) a padres (esto es dumping social: no todo el mundo tiene a sus padres viviendo en la misma ciudad o que puedan dedicar su tiempo a esos menesteres), cuidadores para los niños y un coach (para los cuales hay que tener la solvencia financiera que, a diferencia de ella, no todo el mundo tiene), es para sentarse con la buena señora y preguntarle que cómo espera que curritos y (sobre todo) curritas puedan hacerlo sin tener los recursos financieros o familiares de los que ella dispone.
Porque de eso va el rollo: cuando se tienen los recursos adecuados, ese tipo de cosas son asumibles pero, cuando no se tienen, entonces estás jodido, momento en el que, como al asno para que vaya más rápido, se te cuelga una zanahoria delante de su hocico y se te dice que, si tragas con toda la mierda que viene, quizás, sólo quizás, puedas pasar al siguiente nivel donde, se supone, habrá un poquito menos de mierda y un mejor salario (lo del mejor salario me lo creo: lo de menos horas, me da que no, a tenor de que la organizada señora se niega a decir cuantas son, porque "no quiere ser un referente" a ese respecto).
Y eso no es todo...
El artículo habla de gente haciendo sesiones maratonianas, trabajando hasta las tantas y demás, deslomándose "en épocas puntuales" (claro claro: esto sólo pasa "muy de cuando en cuando") y que la premisa es que todo esto son problemas de la empresa y no del cliente...
Traducción: "Esto es lo que hay, no se puede cambiar y tienes que tragar".
Pero, entonces, miras a las mismas empresas en otros lugares del mundo y, aunque efectivamente, se sigue currando mucho, descubres que:
- "Trabajar mucho" no es hacer burradas.
- Se paga muchísimo, pero muchísimo mejor (y las horas extras se pagan también: importante).
- Hay límites que no se cruzan jamás (el artículo habla de cómo se utiliza el teléfono personal como método para contactarte por temas de negocio, "anatema" en cualquier lugar civilizado.)
- No todo vale: el cliente tiene sus fechas de entrega y demás, pero es tu responsabilidad dimensionar bien el tamaño de un proyecto y sus recursos.
Todo esto que ves es el problema de un lugar donde a los recursos humanos se les desprecia y, dentro de los mismos, a los recursos externos de una organización en particular (contratas y sub-contratas, por mucho ringo-rango que le metan).
En el caso español, además, es curioso descubrir que algunas de esas empresas de ringo-rango tienen sub-contratas de sí mismas, esto es: tienes a trabajadores de "clase a" (que pertenecen a la empresa madre, con una serie de sueldos e historias varias) y luego tienes a trabajadores de "clase b" (que pertenecen a otra empresa que pertenece a la empresa principal y que hacen "el trabajo sucio" con trabajadores que cobran menos).
Básicamente, es la externalización dentro de la externalización: como te acabo de explicar, estos últimos pertenecen a empresas diferentes para que legalmente no les correspondan los mismos beneficios y condiciones de la empresa matriz la que, a su vez, es utilizada con los curritos de la empresa b como zanahoria para "si te portas bien y trabajas mucho", un día, quizás, puedas acceder a la misma, donde ya la cosa parece ser mejor.
Fue para mí divertido ver como en Holanda, trabajadores de consultoras de un cierto nombre de otros países, al llegar aquí, descubrían como sus compañeros holandeses, siendo muchísimo más jóvenes, no sólo ganaban más que ellos (eso se podría explicar en parte por el tema de los costes de vida de cada país) sino que, además, tenían cosas como coches de empresa y otra serie de beneficios o composición de su bonus por consecución de objetivos...
Uno de ellos me comentó que una de sus sedes, en una zona costera del sur de Europa, pagaba menos a sus empleados con el pretexto de "pero es que aquí hay playa", como si la empresa la hubiera puesto allí o algo del estilo (ahí es donde se me venía la imagen de los consultores, vestidos de traje y corbata, armados con azadones, picos, palas y excavadoras, perfilando una costa en el Mediterráneo, como si la creación del canal de Suez o de Panamá fuera el asunto).
- ¡Mira qué playa más cojonuda nos ha quedado! Comprenderás que, con todo lo que nos hemos gastado en hacerla, tendremos que pagarte menos...
- Pero...
- Y además, piensa: ¿Y la envida que le darás a tus amigos? ¿Y esas fotos en Instagram que te vas a hacer?
- Pero, si voy a trabajar 14 horas al día: ¿Cuándo me voy a hacer las puñeteras fotos?
- Esa es una actitud negativa y sindicalista: No serás una de esas personas "problemáticas", ¿Verdad?
Esto último, por cierto, es la nueva estrategia de las empresas: defender tus derechos te convierte en alguien "problemático" (las mismas que, para defender sus propios intereses, no dudarán en hacer exactamente lo mismo o mucho peor, incluyendo acciones coercitivas que son genuinamente contrarias a derecho y de las que los tribunales de lo social en España, encargados de disputas laborales, nos podrían dar, al menos "un par" de ejemplos).
Eso sí, como nos decía la señora del artículo (señora que, además de su profesión, tiene un cargo rimbombante en una organización de representación de mujeres en el mundo de la abogacía): "Todo es cuestión de organizarse".
Y aquí es donde estoy absolutamente de acuerdo con ella: va siendo hora de "organizarse" y mandar a toda esta gente a tomar un poquito por el culo (es la parte de los Millennials que más que gusta, y no por su propio mérito o esfuerzo: una generación criada entre algodones no va a aguantar que se les aplasten sus sueños de vida fácil con mínimo esfuerzo con darwinismo corporativo, mucho menos currando como animales, no ya por dinero o por mejores condiciones, sino porque no tienen tiempo para publicar sus fotos en Instagram presumiendo de vaya usted a saber qué).
¿Y qué va a pasar ahora? ¿Pagarán mejor a esos empleados? ¿Trabajarán menos?
Por supuesto que no (a ver si te vas cayendo del guindo), pero sí te puedo contar qué es lo más factible: cuando empecéis a ver artículos de esas empresas, con fotos de sus instalaciones, enseñando a gente jugando con futbolines, toboganes y baristas haciendo cafés cuquis gratuitos en esas oficinas, echaos a temblar: habrán aprendido lo barato que nos llegamos a vender por sentirnos "cool" (así los Millennials podrán por fin hacerse esas preciosas fotos, presumiendo de lo tremendamente guay que es trabajar en el lugar donde nada habrá cambiado).
Mira que se vive bien en otros lugares del mundo... Si sólo hubiera una forma de dejar un lugar atrás e irse a otro para ganarse la vida con dignidad...
Sería "cuestión de organizarse", supongo.
Un abrazo
Paquito
Emilio: sugerenciasapaquito (arroba) yahoo (punto) es
Twitter: @paquito4ever
Buenos días, espero todo el mundo bien y que la vacunación vaya progresando estéis donde estéis.
ResponderEliminarEse "Es cuestión de organizarse.." con que el maestro Paquito encabeza su última reflexión es un buen sarcasmo. Aunque me permito interpretarlo de otra manera y no a la inversa.
(Puede venir bien como entremés para recordar qué significa Lehman Brothers leer:
https://www.newyorker.com/magazine/2018/09/17/the-real-cost-of-the-2008-financial-crisis)
Una organización del trabajo como la LB es propia del mundo financiero y tratada de imitar por otras empresas de otras áreas. Lo cierto es que sólo funciona en él.
Esto se debe a la primacía hoy del capital financiero frente al capital inversor en un escenario de juego que varios autores creen bastante trucado (rigged).
Este tipo de organización tiene mucho de religioso en su irracionalidad y en su culto a la observancia de una serie de leyes que le son propias y apenas resisten un análisis racional.
Así, llevándolo al extremo, caricaturizando, si se quiere, el modelo, ¿quién volaría en líneas aéreas cuyo personal estuviera sometido a esas reglas, o se pondría en manos de médicos o sanitarios que las cumplieran?
Se dirá que es distinto. ¿Porqué es distinto?. La planificación y distribución del trabajo ¿deben basarse en parámetros de urgencia y contingencia permanentes?
Pero es el poder por encima de todo y todos que hoy ostenta el capital financiero, al que en caso de crisis ya empezamos a acostumbrarnos a rescatar con la contribución de todos donde quizá resida la explicación.
Y nada más.
Un enorme abrazo y buena suerte.
No sé qué pasa últimamente con el sistema de comentarios (debe de ser que todos los sistemas de bloqueo de publicidad que tengo instalados no le gustan al bicho), pero te acababa de dejar una respuesta gloriosa.
EliminarCoincido contigo en casi todo: al final, no deja de ser la misma historia que sucedía en la Edad Media con los maestros de un oficio y los aprendices, pero en su versión moderna.
En fin: comentario glorioso que se ha perdido en el ether... Cagüen la mar...
Un abrazote y, como siempre: gracias por la visita y el comentario.
Hola Paquito,
ResponderEliminarHacía tiempo que no te visitaba. Me ha encantado TU artículo. Te confieso que el otro del link no lo he leído.
No voy a entrar en detalles porque lo explicas tú mismo de maravilla. Uf, yo no podría trabajar en ese tipo de empresas, donde lo de las 40 horas semanales es como un chollo, vamos. Recuerdo cuando leía a John Grisham, esas novelas donde sus abogados metían 80 horas. Y no lo podía creer. ¿Hasta dónde llega la ambición humana, o debería decir la estupidez
No. No para mí. Ni aunque tuviera el carrerón necesario, que no lo tengo. O el talento. Me niego. La vida es para disfrutarla. Trabajar para vivir, no el contrario y todo eso. Sé que a veces hay que tragar (dímelo a mí que he regresado a nuestra querida España) pero siempre hay una línea que no debes traspasar.
Lo de nuestro país es de traca. De toda la vida. Y sigue así... o peor. Y con la mierda de gobernantes, oposición y demás políticos que tenemos... date por jodido para toda la vida. Esto no tiene arreglo. España es el Reino del amiguismo, del dedito, del peloteo, del postureo (hago que curro pero no pego un palo al agua), del castigar (sí, castigar) al que curra duro, dándole tasks más duras todavía. y premiar (sí, premiar) al que se toca los huevos (literalmente) y se va a fumar un pitillo mientras tú sigues currando (sí, yo suelo ser de los tontos del primer grupo). Esto es así. Cristalino. Lo he visto de siempre. Lo vi antes de irme del país y lo he vuelto a ver al regreso. Ojo, no me quejo eh. Con la que está cayendo. Es lo que hay y sabía perfectamente a lo que venía. Por eso hay que echarle muuuchos huevos a la hora de retornar a nuestra querida España.
En fin. Me alegro un montón de que aquel día dieras el portazo. Sea la empresa que sea, no merece la pena. Por mucho que ames tu trabajo has de vivir, estar con tu gente, o hacerte putas fotos comiendo tiramisú para colgarlas en el Instaprank. Lo que quieras.
¿Pero sabes qué ocurre? que con los años vas viendo las orejas al lobo, te haces más tranquilo, vuelves a tragar (no tanto, claro) y deseas una vida calmada. Yo soy un currito, no tengo carrera, por mi culpa, por mi gran culpa, no culpo a nadie más. Pero trabajo x horas (pocas) y procuro tener mi vida. También es cierto que tengo buena gente alrededor. Muy buena. Que me han ayudado desde que regresé y lo siguen haciendo. Pero es que no ambiciono mucho más. Y menos con la situación global que se respira.
A esos de la puta playa, esos constructores de traje y corbata, a esos los metía yo en una mina. Esas 60 horas "chollito".
Un placer leerte.
Un abrazo, y mucha fuerza.
Hola Jorge:
EliminarGracias por la visita y el comentario: todo un placer.
Efectivamente: según nos hacemos mayores, nos vamos oliendo la tostada y, poco a poco, dejamos de salivar cuando suena la campanilla, porque el rollo Pauloviano, en los humanos, dura relativamente poco cuando el estímulo empieza a fallar (los humanos somos buenísimos reconociendo patrones y, como instinto de supervivencia, en cuanto esos patrones se rompen, empezamos a cuestionarnos qué pasa, sobre todo a partir de una cierta edad).
Nuestro país es peculiar en ese aspecto: somos como somos y así nos va, para bien y para mal... Tenemos un problema estructural con la gestión de los recursos humanos y de la productividad, momento en el que, como le decía a Pedro en el comentario anterior, cosas tan viejas como la figura del aprendiz, se van poco a poco sofisticando, vistiendo de seda, a pesar de seguir siendo la misma mona.
Tenemos que aprender a ser un poquito más exigentes y, a cambio, también debemos esperar más profesionalidad en el mundo laboral (creo que es un intercambio justo: no estoy pidiendo el imposible ni los mundos de Yupi).
En fin: todo cambia para seguir igual... Para entender lo que vivimos ahora, sólo nos hace releer a los clásicos griegos, o las crónicas romanas o del imperio español (o francés, o inglés) para darnos cuenta de que, una vez más, por más sofisticación y tecnología que le metamos, la naturaleza humana sigue siendo exactamente la misma.
Y esto, desafortunadamente, si después de 2,500 años, seguimos sin ser capaces de cambiarlo, me da a mi que lo volveremos a ver, aunque esta vez, repito, esa mona empiece a vestir una seda o un tejido de diferente textura o color.
Un abrazote y, de nuevo, mil gracias por la visita y el comentario.
Aprovechando que el otro día descubrí que pertenezco a la generación Millenials (y casi me dá un soponcio por cierto, porque no me identifico) diré que yo ni de coña trabajo para una de esas empresas chachis. De qué me sirve a mí tener un salario de muchos ceros (si, como tú dices, he tragado mierda mucho tiempo) si no tengo tiempo libre para fundir la pasta. O en mi caso, para disfrutarla. Mi tiempo libre, especialmente ahora que tengo a miniP, vale más que todo ese dineral. Será que soy una vaga?? Porque no quiero currar 80 horas semanales?? Pues a mucha honra.
ResponderEliminarPor otra parte, el tuli trabajaba en consultoría, aquí en holanda, y a mí me llamaba la atención el que sus 8 horas diarias estaban asignadas a clientes (para facturar). Todas las reuniones con su consultoría (osea no los clientes), todo coaching, cursos, eventos, etc etc, eso era en las tardes, en tiempo libre. Y mi tulipan me contaba que puedes ser un consultor de la leche, y tus clientes te pueden dar un 10 en tu trabajo, pero si no se te ve el pelo habitualmente en todos los extras de por la tarde, no subes de rango. Al año de conocerme dejó de ir a muchos de los eventos, dejó de subir y decidió pirarse. Con muy buen recuerdo, eso sí, pero se dió cuenta de que su trabajo no era compatible con una familia.
Buenas:
EliminarGracias como siempre por pasarte por aquí (todo un honor).
Yo no soy Millennial "por un pelo" y, lo de trabajar para empresas "chachis", pues depende de cómo nos pille el día.
Lo importante para mí es saber a qué vas y a qué no: cuando se es joven y te ponen la zanahoria delante, haces cosas que, con la edad, aprendes que quizás no son lo que parecen.
La consultoría... Buff... De eso podría hablar... Pero creo que en este artículo ya les he dado bastante...
Sólo contaré una anécdota: hace muchos años, una persona me presentó a una chica que acababa de empezar a trabajar en una de estas súper consultoras top súper guays de la muerte.
Recuerdo cuando le pregunté dónde trabajaba (yo acababa de dejar "mi otra vida" atrás y disfrutaba del asueto que el desempleo me ofreció durante un tiempo) y, cuando me dijo las siglas, con la cara más seria que pude, le pregunté que qué había hecho mal, que si podía cambiar de opinión y largarse, porque parecía una persona inteligente y no sabía qué diablos podría hacer una persona como ella en un lugar así.
Se empieza así en Madrid y al final acabo como acabo, en Utretch, con un a aragonesa cabezota como pocas discutiéndome si le puedo pagar la cena o no...
La historia de mi vida: ser la contrariedad viviente.