No Country for Young Men
Hola,
Apenas llevo un par de semanas aquí y la vena ya me está pidiendo guerra (te digo yo que algo no va bien por ahí dentro).
Apenas, ya digo, un par de semanas y ya necesito cambios: hay gente que sueña con la estabilidad de un trabajo, un salario, una vida tranquila con mujer, hijos, hipoteca y amigos para jugar al póquer (o a la brisca, que de todo hay) los viernes por la noche...
Hay gente a la que, en cambio, le va el riesgo extremo: vete al Kilimanjaro a escalar con un par de clips y un mondadientes, en plan McGyver, a ver si eres capaz de sobrevivir matando bichos con tus propias manos y haciendo fuego con dos palitos y un manojo de ramas secas...
La cosa no va ni de un extremo o del otro: no me veo con hipoteca e hijos, pero tampoco me veo en el rollito Indiana Jones (por más que su cuaderno de cuero me volviera loco durante años y, finalmente, algo parecido acabara en mis manos)...
"Ahora que no nos oye nadie" (además, a la gente no le gusta leer, así que éste es el medio idóneo para descargarse de las cosas que uno siente), te puedo contar un secreto (de esos que uno tiene dentro y que, a veces, le gusta soltar en plan "boutade" vital :-)).
Mi secreto es que soy un vago terrible: no me gusta viajar "por viajar", en el sentido turístico del término... Siempre digo que el mundo está a un click de distancia: puedo aprender cualquier cosa de cualquier lugar del planeta con apenas una consulta en el Google...
Sin embargo, cuando un lugar me interesa, no sólo lo visito, sino que además, si es posible, intento vivir en él... Así es como uno conoce de verdad un lugar, exponiéndose a sus costumbres, sus gentes, su sistema (esto último es esencial) y mil pequeños detalles que, al final, te hacen descubrir, con un cierto nivel, el lugar que tus ojos exploran...
Eso provoca que me pierda muchos lugares interesantes en el mundo, eso es verdad, pero también es verdad que, cuando voy a un lugar, más allá del rollito turístico, intento por todos los medios relacionarme con "la fauna local" para conocer sus usos y costumbres (conocido soy estas tierras de herejes por mis mil y una preguntas sobre cada una de las cosas que no soy capaz de entender o de explicar)...
No me malinterpretes: si a ti te gusta viajar, haces muy bien. Estoy seguro que en esos viajes, además, habrás aprendido un montón de cosas y habrás visto lugares y personas que te habrán dejado con la boca abierta), pero, como casi cualquier cosa en esta vida, es una cuestión de "libertad de opción" (ningún tipo de relación con el libro de Milton Friedman, por cierto).
Y aquí es donde me gustaría hacer "una parada técnica"...
El personal cree que la libertad es un concepto muy bonito: "Eres libre" te dicen, como si fuera una condición inalcanzable que, una vez adquirida, te permite hacer lo que quieras...
La libertad se compra: asúmelo... No es un concepto intangible basado en el rollito zen, los chakras o cosas similares... La libertad tiene un precio, principalmente económico y personal. A partir de ahí, la libertad también conlleva toda una serie de limitaciones en tu vida que, cuando uno las enumera, dejan de hacer tanta gracia...
Ser libre (a grandes rasgos) supone:
Apenas llevo un par de semanas aquí y la vena ya me está pidiendo guerra (te digo yo que algo no va bien por ahí dentro).
Apenas, ya digo, un par de semanas y ya necesito cambios: hay gente que sueña con la estabilidad de un trabajo, un salario, una vida tranquila con mujer, hijos, hipoteca y amigos para jugar al póquer (o a la brisca, que de todo hay) los viernes por la noche...
Hay gente a la que, en cambio, le va el riesgo extremo: vete al Kilimanjaro a escalar con un par de clips y un mondadientes, en plan McGyver, a ver si eres capaz de sobrevivir matando bichos con tus propias manos y haciendo fuego con dos palitos y un manojo de ramas secas...
La cosa no va ni de un extremo o del otro: no me veo con hipoteca e hijos, pero tampoco me veo en el rollito Indiana Jones (por más que su cuaderno de cuero me volviera loco durante años y, finalmente, algo parecido acabara en mis manos)...
"Ahora que no nos oye nadie" (además, a la gente no le gusta leer, así que éste es el medio idóneo para descargarse de las cosas que uno siente), te puedo contar un secreto (de esos que uno tiene dentro y que, a veces, le gusta soltar en plan "boutade" vital :-)).
Mi secreto es que soy un vago terrible: no me gusta viajar "por viajar", en el sentido turístico del término... Siempre digo que el mundo está a un click de distancia: puedo aprender cualquier cosa de cualquier lugar del planeta con apenas una consulta en el Google...
Sin embargo, cuando un lugar me interesa, no sólo lo visito, sino que además, si es posible, intento vivir en él... Así es como uno conoce de verdad un lugar, exponiéndose a sus costumbres, sus gentes, su sistema (esto último es esencial) y mil pequeños detalles que, al final, te hacen descubrir, con un cierto nivel, el lugar que tus ojos exploran...
Eso provoca que me pierda muchos lugares interesantes en el mundo, eso es verdad, pero también es verdad que, cuando voy a un lugar, más allá del rollito turístico, intento por todos los medios relacionarme con "la fauna local" para conocer sus usos y costumbres (conocido soy estas tierras de herejes por mis mil y una preguntas sobre cada una de las cosas que no soy capaz de entender o de explicar)...
No me malinterpretes: si a ti te gusta viajar, haces muy bien. Estoy seguro que en esos viajes, además, habrás aprendido un montón de cosas y habrás visto lugares y personas que te habrán dejado con la boca abierta), pero, como casi cualquier cosa en esta vida, es una cuestión de "libertad de opción" (ningún tipo de relación con el libro de Milton Friedman, por cierto).
Y aquí es donde me gustaría hacer "una parada técnica"...
El personal cree que la libertad es un concepto muy bonito: "Eres libre" te dicen, como si fuera una condición inalcanzable que, una vez adquirida, te permite hacer lo que quieras...
La libertad se compra: asúmelo... No es un concepto intangible basado en el rollito zen, los chakras o cosas similares... La libertad tiene un precio, principalmente económico y personal. A partir de ahí, la libertad también conlleva toda una serie de limitaciones en tu vida que, cuando uno las enumera, dejan de hacer tanta gracia...
Ser libre (a grandes rasgos) supone:
1. Ser capaz de vivir por tus propios medios sin ningún tipo de ingreso por más de 3 años (3 años es el margen de error que te permitirá asumir grandes cambios: es un colchón mullidito pero, créeme, a veces puede parecer pequeño).
Acción: si realmente quieres ser libre, empieza a ahorrar como si te fuera la vida en ello.
2. Ser capaz de renunciar a todo... Tu vida se vacía: no hay nada a tu alrededor, todo te sobra... Tienes que aprender a que tu vida quepa en una maleta y que nada material interfiera en tus decisiones.
Acción: renuncia a todo (esto ayudará al punto 1 también).
En este punto, a alguno se le habrán subido las cejas unos cuantos milímetros... Tiene sentido: el rollito hippioso de la libertad mola mucho, pero, cuando uno quiere ponerlo en práctica, entonces la cosa deja de ser tan de película de cine.
3. No te puedes establecer... Nunca tendrás un hogar "como tal": siempre estarás en movimiento (de ahí que necesites el punto 1 y el punto 2).
Acción: nunca podrás poseer un trozo de tierra o un trozo de suelo a tu nombre.
Sabiendo que el ser humano es comodón y vaguete por naturaleza, la cosa sigue yendo a peor (en este punto, además, entra la necesidad de seguridad que un tal Abraham Maslow enumeró en su famosa pirámide).
4. Asume que estás solo... Como el punto 2 pero con personas: tienes que aprender a dejar atrás (la tecnología, además, te permite mantener el contacto con la gente) y, lo más terrible (aquí viene lo duro), nadie podrá condicionar tus decisiones o tus deseos...
Es decir: que si estás con alguien, ya le puedes ir explicando que mañana te puede dar el punto de irte a vivir a Malasia y que si no le gusta, mejor que la cosa se vaya acabando ya...
¡Vaya! ¡Con lo bonito que sonaba! Ahora resulta que el rollito "yo soy libre" significa renunciar a muchas cosas (y, siendo españoles, esencialmente te hace renunciar a todo lo que te han dicho, desde que tienes uso de razón, que es "lo que tienes que hacer para ser feliz y tenerlo todo en la vida")...
¿Soy libre? No... En realidad uno nunca llega a serlo del todo: estoy cerca de ser libre, eso sí: asumo mi soledad (aunque mis amigos están en mi pequeña gran ciudad y los visito cuando voy para allá), no tengo un hogar definido, más o menos he renunciado a todo (aunque el venazo tecnófilo me pierde: esta batalla la sigo perdiendo a día de hoy) y soy capaz de vivir durante algún tiempo por mis propios medios...
Quizás lo que me hace libre es la opción de poder hacerlo (ese es el agujero en el contrato que la libertad te hace firmar): la vida no se trata de tener 15 opciones y tomarlas todas, sino que se basa en tener 15 opciones y poder hacer uso de ellas, "o no" (que dirían los gallegos)...
Llama la atención, además, la mentalidad imperante por allí abajo: la libertad es mala, es importante que te cases pronto, que te compres una casa, porque "alquilar es tirar el dinero"...
Todo te conduce a "sentar la cabeza", a que tu mismo te pongas las esposas y tengas una vida orientada a pagar facturas, a ser alguien serio, "de provecho", el típico buen ciudadano que está cabreado por las mañanas en el atasco, mientras el "radio-predicador" de turno le amarga la bilis contándole lo malo (o malos) que es tal o Pascual (dependiendo del predicador que elijas y que mejor concuerde con tus ideas)...
Dentro de lo malo, nuestra cultura es coherente: buscamos la seguridad, el sacrificio que, a la larga, nos hará vivir tranquilos... Tenemos miedo al futuro, a lo desconocido, a lo que no podemos predecir: nuestra naturaleza es cobarde.
Somos el resultado de todos los seres vivos que han sobrevivido hasta nuestros padres: nuestros genes no sólo son egoístas (como proclama Richard Dawkins en un libro que recomiendo encarecidamente que leáis), sino que, además, son cobardes (se lo he escuchado, entre otros, a un gran conferenciante llamado Emilio Duró que, años atrás, me dio un curso y que, recientemente, Intoku compartió conmigo en un par de geniales posts: éste y éste :-))...
Lo importante en esto es, como mínimo, darse cuenta del hecho: es esencial que aprendamos a comprender nuestra naturaleza... Nunca serás completamente libre, pero al menos, si comprendes tus circunstancias, podrás jugar con el sistema en tu favor, para que, como me ha pasado recientemente, cuando un tipo te venga a contar milongas del 15, le cojas y le mandes a la mierda (sin cariño alguno) y le digas que estos folletines del "¿Quién se ha llevado mi queso?" y similares valen para personas que apenas pueden sumar y multiplicar sin la ayuda de una calculadora, pero que, afortunadamente, en este mundo hay gente a la que le gusta pensar con un poquito más de profundidad...
Lo del "hay que ser positivo", parte de que, primero, sabes lo que es "el rollito negativo", que lo has sentido en cada uno de los poros de tu piel, lo has padecido en ti y lo has visto en otros, que te has cabreado como una mona para que, por fin, hayas aprendido a dejarlo atrás y empezar desde cero, poco a poco, sin atajos que no llevan a ninguna parte y que te ahorran, precisamente, las fases que, sí o sí, tienes que vivir...
Si haces eso, no serás feliz (eso daría para otro post) pero, al menos, te dará consciencia de tu lugar en el mundo: quizás te haga sentir bien (somos irrelevantes) o, quizás, te hará sentir fatal (eres otra partícula irrelevante en el universo), pero ya no vivirás a través de los parámetros de terceros...
Vivirás a través de tu visión de tu mismo y eso, como poco, te hará pensar...
Un abrazo: ¡Amsterdam Prevalece! :-))
Unas reflexiones muy interesantes :)
ResponderEliminarHola David :-))
ResponderEliminarMil gracias por tu visita y por tu comentario: todo un placer el leerte :-))
Rápido y conciso: te agradezco el feedback (aunque, si quieres, la próxima vez expláyate, sin miedo, que siempre es un placer el escuchar opiniones, sean cuales sean :-)).
Un abrazo y, de nuevo, mil gracias por tu visita y por tu comentario,
Paquito.