Vamos bien
Hola,
Mi segunda semana en España ha remontado: viejos amigos han vuelto aparecer en mi camino, gente que desapareció de mi vida hace muchos años y que, como no, se han vuelto a cruzar en el viaje a Ítaca que emprendí, huyendo de aquello que, se supone, nos tiene reservado el destino...
Todo iba bien hasta que el iMac llegó destrozado a casa, eso sí, por un mal manipulado en el transporte (los señores de Apple, por cierto, impecables: "no hay problema señor" fue la respuesta al día siguiente al tramitar la devolución :-)).
Si todo va bien, el viernes de la semana que viene recibiremos uno nuevo y, en menos de 24 horas, tendré que ser capaz de dejarlo listo con "mi configuración" para que mis usuarios lo disfruten...
Va a ser divertido :-))
La semana ha ido de reencuentros y arte... Alucinante la exposición de arte impresionista de la Fundación MAPFRE en Madrid (gratuita además: ésto, por la Europa que nos prometieron en el Tratado de Lisboa, no se estila) y que ofrece visitar una pequeña selección de cuadros del Museo de la Quai d'Orsay de París (merece la pena pero, eso sí, vete tempranito, porque las colas son tremendas)...
En uno de los días que estuve haciendo fotos por Madrid, de pronto, me sentí rumbera y me fui al Museo del Prado... Me hice una visita a la Exposición Permanente y, a pesar de ser una de las mejores pinacotecas del mundo, me centré en los clásicos (Goya y Velázquez, of course)...
Fue impagable la sensación al ponerme delante de "La rendición de Breda"...
Un día más tarde, me reencontraba con un viejo amigo que, en el año 2001, cuando yo estaba en París, comenzó su conquista del Japón... Recordamos juntos aquellos días: su llegada al país del sol naciente, sus problemas y como un chico, que por entonces batallaba contra las hordas gabachas, intentaba, en la medida en la que podía, echarle un cable a través del teléfono (consejo: en Japón hay dos tipos de cajeros automáticos, los de la red nacional y los cajeros internacionales, que son los que podréis usar para sacar dinero allí, porque los primeros, al parecer, no sé si ya cambió, sólo valían para tarjetas de bancos japoneses :-)).
Ya por la noche, en uno de estos venazos obseso-compulsivos que a mi me dan, me pongo a eliminar "stock vital" en casa... Comienzo a eliminar todo tipo de cosas que, durante años, se fueron acumulando en los cajones y que, al final, siendo pragmático, ya no representan nada para mi... Hasta que abrí aquella pequeña cajita, de donde una serie de papeles aparecieron...
Recordé entonces algo: desde que me fui a Francia, allá en el año 2001, un pequeño cuaderno ha venido conmigo a todas partes... En mi último viaje, ya por cuestiones prácticas, decidí al fin guardarlo aquí en Madrid y, al abrir aquella cajita, recordé a la persona que me lo dio... Un par de búsquedas en Google más tarde, al fin pude reencontrarme con esa persona y, al abrir otro cajón, aquel pequeño cuaderno rojo volvió a cobrar vida...
¿Qué más contar? Hace un tiempo maravilloso y, a pesar de que la crisis le esté castigando el bolsillo y el hígado al personal (ésto último, a pesar de que a veces me cabrée, en el fondo, también tiene su punto divertido), seguimos teniendo esa chispa que nos hace ser lo que somos, para lo bueno y para lo malo...
Y, por cierto: ya me he zampado mi bocadillo de calamares en Madrid, cortesía de la amiga Saltamontes, justo al lado del Mercado de San Miguel, o "Saint Michaels", porque el rollito pijotero que se han montado, aún siendo remarcable en algunos aspectos, se cantea 3 pueblos (pedí un helando en la "Gelattería", que ahora vamos de finos y, queriendo ponerle chocolate y pistacho, la tipa se negó, alegando que "es que el de chocolate belga se come solo")...
Y que luego tenga que escuchar soflamas anti-Apple... En fin...
Conste eso sí, que esta vez hubo trampa: me zampé un bocadillo de calamares (pero fuera de Madrid) un par de días antes con un viejo amigo al que, ¿Cómo no? Hacía años que no veía :-))
Hablando de manzanas y de zampar: los amigos me cuidan y, entre cafetitos, bocatas de calamares, distinguidos restaurantes y cenitas de llorar (anoche, un ex-compañero de trabajo, y sin embargo amigo, me invitó a cenar junto a otro ex-compañero y también buen amigo... Espectacular, dicho sea de paso :-)), noto como el cinturón empieza a sacar la banderita blanca...
Y me encanta, porque, debajo de este buen rollito zen y demás, en el fondo se esconde un zampabollos de categoría, lo cual no es particularmente malo, pero, como ya digo, es que me gusta comer y aquí, cuando uno vuelve de guiri a su propia tierra, lo disfruta (para vosotros es sólo un día más: para mi, estos días, son mi liberación de "las provincias rebeldes", como diría uno que yo me sé :-)).
Por lo demas: sigo disfrutando de la vida estos días, escuchando muchas historias personales increíbles y, sobre todo, viendo el mundo moverse alrededor de las personas con las que me encuentro (las arrugas delatan que nos hacemos mayores o, en su defecto, las "curvas de la felicidad" me demuestran que, en el fondo, tan mal no estamos :-)) aunque, por supuesto, yo también soy víctima de reloj sobre el que pasan las horas (ya me dijo anoche una persona que estoy "más aerodinámico" :-)).
Una semana más: un iMac viajando desde Praga (la primera vez vino de Bahrain) hacia una pequeña ciudad en el corazón de nuestro querido país, un par de días más por Madrid antes de empezar "el plan de salida", dos muelas del juicio que, me parece, no voy a poder sacarme aquí al final (fallo de programación: mea culpa) y un sol alucinante que quiero seguir disfrutando :-))
Eso es todo: Madrid prevalece.
Paquito.
Posdata: ¡Y ya se puede ver la tele en versión original!... ¡Ya somos un país medianamente civilizado! :-))
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