Russia - Episodio 3 - Día 4 - ¿Cómo sabes todo eso?

... lo del humo es para hacérselo mirar...

"Esto no es Finlandia" ... "Aquí tienes que meterte en el paso de cebra y entonces ellos pararán... No porque sea un paso de cebra o porque a ti te pueda pasar algo... ¡Olvídate! Pararán porque no quieren que le pase nada al coche"...
Russia - Episodio 3 - Día 4 - ¿Cómo sabes todo eso?

Una voz femenina me habla: una voz dulce, aterciopelada, serena... Me habla despacio, con un acento que me resulta familiar y que, sin embargo, no soy capaz de identificar.

Hasta ese momento, quizás, lo más sorprendente es que, la voz, sin entender con precisión lo que me está diciendo, repita la palabra "Ipanema" varias veces, como queriendo indicar algún código digno de las mejores películas de espías de los 70...

Eso, o que me haya quedado dormido con el iPhone reproduciendo en bucle la canción "A garota de Ipanema" como, para mi lamento, efectivamente fue el caso...

La tele-despertador (como el algodón) no engaña: miércoles, 11 de Agosto de 2010, 6:15 de la mañana hora local aquí, en Moscú, la capital de la Federación rusa...

Duchazo de 40 minutos, 5 minutos para vestirme y salir zumbando hacia la zona de desayunos (7:00) previa ojeada del periódico en inglés que, tan amablemente, me han dejado en la puerta.

Me dispongo a devorar ese desayuno que sería la envidia de cualquier endocrino cuando, de pronto, una voz con otro familiar acento me habla:
XYZ: ¿Qué estás haciendo aquí?
Paquito: ¡Pues desayunar! :-)) ¡Hola! ¿Cómo estás?
XYZ: Bien gracias... ¿Qué tal tu? ¿Qué haces aquí?
Paquito: Pues ya me ves, que me envían para formar a gente por estos lares... ¿Y tu?
XYZ: Pues haciendo mis visitas habituales... ¿Puedo sentarme y desayunar contigo?
Paquito: Eso ni se pregunta: es un honor para mi :-))
Es un antiguo compañero de trabajo que ahora está en las oficinas de Londres... Es un placer verle (es un tipo encantador), así que nos ponemos al día mientras desayunamos y, de paso, observo cómo pide que le cocinen una tortilla con queso y bacon, pensando, sin saber muy bien a caso de qué, en la misma imagen cuando, unos años antes, el padre de Emilio, el portero de la serie "Aquí no hay quien viva", le decía a Belén (esa eterna historia de amor y odio) el mítico:
"Belén... Ahora que somos casi de la familia: ¿Por qué no me haces una omelette?"
Después de desayunar, descubro con agrado que, en primer lugar, a mi compañero también le encanta ir andando hacia la oficina y que, en segundo lugar, hace un día fantástico en Moscú, porque la nube de polvo ha remitido y, además durante la noche ha llovido, lo cual provoca que, por fin, no necesite la máscara para respirar por la calle...

Caminar por Moscú con alguien es fantástico: puedes ir comentando la jugada, ponerte al día en mil cuestiones y, sobre todo (porque uno es como es), comentar cómo está el percal (tremendo: de verdad que es tremendo)...

Y así, hablando de lo divino y de lo humano, llegamos a la oficina muy temprano (y sin haberlo planeado, me ha salido un pareado :-)) y, como tengo en un par de horas una formación que continuar, me pongo a revisar mails y demás historias hasta las 10 de la mañana, hora en la que vuelvo a empezar a contar mis cosas...

"Antes de empezar, me gustaría daros una pequeña actualización acerca de las cosas raras que vimos ayer" empiezo explicándoles: hubo cosas que no estaban bien y que, por la tarde, me tuvieron atareado como pocas veces... En este caso, además, con la dificultad del idioma, necesité a alguien del lugar que me explicara lo que estaba viendo (el ruso escrito en cirílico me viene mal) pero, al fin, conseguimos encontrar un patrón y, por tanto, una explicación coherente...

A partir de ahí, pues lo típico: contar cosas... Hablar de mi libro, de mis historias... Todo va más o menos bien, aunque, en este caso, no consigo enganchar a mi audiencia como acostumbro (no sé, debe de ser que estoy perdiendo reflejos y que me hago mayor)...

Después del training, tiempo para comer y seguir currando: hace un día maravilloso en Moscú, aunque la atmósfera esté todavía un poco gris por la humadera...

"Mi guía" está de vuelta en la oficina, así que, después de hablar un ratito con ella (en inglés) le digo que esta tarde es el día perfecto para darse una vuelta por Moscú, así que, si le apetece, yo estaré más que dispuesto a dejarme llevar por "Madrid XXL", como me empiezo a apelarla en honor a mi siempre presente, alla donde voy, villa y corte :-)).

Ella: Vale. ¿Qué quieres ver?" 
Paquito: Lo que tu quieras, pero necesito hacer fotografías a alguna estación de Metro...

"Enséñame el río"... "Llévame a algún lugar bonito"... "Muéstrame el Teatro Bolshoi"... Hay miles de cosas que uno puede pedir que le enseñen cuando está en Moscú... Pero todo ello se queda en nada cuando das conmigo, una cámara y el enorme deseo de intentar captar la belleza del sistema de transporte colectivo más hermoso que este planeta haya podido albergar alguna vez...

Y mi acompañante, que ya me conoce (menos mal) sabe que, ante todo, soy poco convencional y que, si esperaba respuestas estándar, conmigo no las iba a obtener...

Así que, sobre las 18:00, mochila con cámara en ristre, salimos por la puerta (porque por la ventana es complicado) y, según tocamos la calle, cambiamos al francés, comentando cómo ha ido la jornada y demás...

Callejeamos por la ciudad y pasamos la academia de las ciencias de la medicina (que es un edificio precioso), después torcemos hacia la izquierda y, todo recto, incluyendo un pequeño pasaje subterráneo (Moscú está lleno de ellos, por el tema de las mega-avenidas que tienen) alcanzamos una enorme (te lo estoy diciendo, "Madrid XXL") explanada donde, justo detrás de nosotros, se encuentra una conocida plaza, una muralla roja y una famosísima catedral ortoxoda...

Desde allí, caminando por uno de los laterales, empiezo a hacer fotitos a la famosa catedral y, bordeando el lugar, entramos en "RYM", que es el centro comercial al lado de la Plaza Roja (la cual, aunque la descripción te lleve a equívoco, no es de dicho color)...

Me pongo a hacer fotos por dentro de las cosas que me llaman la atención: desde una fuentecita donde uno puede echar una moneda para pedir un deseo, hasta las pasarelas que comunican las tiendas (todas las grandes marcas, incluyendo Dior, que te puedas imaginar)...

Al salir por la puerta principal de RYM (entramos por la puerta trasera) y enfilar de nuevo hacia la izquierda, por fin entramos en la Plaza Roja de Moscú, teniendo a nuestra izquierda RYM, a la derecha el Kremlin con el Mausoleo de Lenin y, al fondo, como no, la tan famosa catedral de San Basilio, la cual, entre la perspectiva y los rusos, que son listos como el hambre, crea un engaño visual maravilloso que, el día que estés allí, tendrás el placer de descubrir.

Y aquí lo di todo: no sé cuántas fotos hice, pero me harté (y eso que he borrado también un montón, ya las verás más abajo)... Justo después caminamos hacia los jardines exteriores, donde tiro fotos de la zona y desde el famoso arco del que sólo quedan los cimientos (creo que se lo cargó Napoleón, pero no estoy seguro)...

En estos jardines, también, existe un fuego eterno dedicado a los que dieron su vida defendiendo y combatiendo por la madre patria rusa durante la Segunda Guerra Mundial... Justo al lado, anterior al arco, existen unos tótems cuadrados donde, con una estrella, se enumeran las principales ciudades donde se combatió contra los nazis (incluyendo, por supuesto, Minsk, Leningrado y Stalingrado, entre otras)...

Unos minutos antes, maravillado por todo lo que me rodea, empiezo a hablar sobre la historia de la catedral de San Basilio, del RYM, del Kremlim, de la Segunda Guerra Mundial, de los jardines, del Metro, de la Revolución y de mil y otras cosas que, quizás por el entorno, vienen a mi cabeza...

Mi acompañante se empieza a reír y ante mi afirmación: "Pero tu eres de aquí, así que seguro que lo sabes" ella dice que algunas cosas no y, al mismo tiempo, se sorprende de que un extranjero conozca según que detalles de su ciudad y de su historia (como el segundo nombre de Lenin: "Ilyich")...

Lo estoy dando todo: estoy maravillado, haciendo fotitos y, continuando con nuestra caminata, de fondo, veo una estatua por la parte de atrás...
Paquito: ¡Marx!
Ella: ¿Cómor?
Paquito: ¡Es Marx! ¡Karl Marx!
Ella: ¿Cómo lo sabes?
Paquito: El pelo.
Ella: ¿Quéeeeeeeee?
Paquito: El pelo... Marx tenía el pelo así por detrás... Estoy seguro: ¡Es Karl Marx!
Ahí me miró raro... Estoy viendo una estatua a no sé cuantos metros de distancia y por detrás (es decir, no puedo ver el rostro) y afirmo que es Karl Marx por la forma que tiene la parte trasera de su cabeza...

Así que, al aproximarnos, ella descifra para mi las inscripciones en cirílico y confirma, con gran satisfacción por mi parte (fui con todo: si me llego a equivocar me caigo con todo el equipo) que estoy en lo cierto...
Ella: Y ahí delante tienes el Teatro Bolshoi...
Le hablé de Mijaíl Baryshnikov y de su influencia en el ballet... Los rusos, como me comentaría mi vecino de Madrid esa mañana (era su cumpleaños) han protegido el ballet con uñas y dientes, teniendo como resultado una pasión por la danza que escapa a nuestro limitado entender...

Por cierto: la compañía de Teatro del Bolshoi va a abrir la temporada en el Teatro Real de Madrid el 7 de Septiembre de este año (a matar por unas entradas de que ya :-)).

Ahí es donde la cosa tomó tintes personales y me empezó a hacer preguntas:
Ella: Pero... ¿Tu cómo sabes todo eso?
Paquito: Muy fácil... Tengo un secreto que me permite obtener miles de respuestas de forma rápida y sencilla.
Ella (con los ojos como platos): ¿Y cuál es ese secreto?
Paquito (con cara de "Te voy a desvelar el ingrediente secreto de la Coca-cola"): Wikipedia...
Nota al margen: Hopkins, te has colao que no dije "Google" :-))

Le hice sonreír... Son muy serios, pero al final, poco a poco, es cuestión de llevarles al buen camino: son como nosotros, pero más reservados, también es verdad, pero es cuestión de paciencia y de sonreír mucho... A mi al menos me funciona así :-))

Así que, seguimos caminando y, satisfaciendo mi deseo, me lleva a la estación de Metro que está entre el Bolshoi y la Plaza Roja, una estación "sencilla", aunque llena de estatuas de bronce que, como curiosidad, te diré que la gente suele tocar como gesto de buena suerte...

Y desde el Kremlin, de nuevo, caminamos hacia "Bakra" (o algo así: ponte tu a descifrar cirílico a ver qué sacas) que es una zona tipo "Calle Preciados" en Moscú, llena de restaurantes y de turisteo... Allí hago fotos a una estatua dedicada a la musa de los escritores de teatro, la casa del actor de Moscú y un teatro que está justo al lado (el teatro amigos: los rusos le pegan al teatro casi tanto como al Vodka)...

Como ya va habiendo hambre (con la broma, hemos caminado varios kilómetros y yo, como Benito, estoy de lo mío) propongo cenar y, tranquilamente, nos sentamos en una terracita...

Y así es como pasa la tarde, disfrutando del lugar y del tiempo (un calor tremendo, eso es verdad)...

Finalmente, para volver a casa, encontramos mi calle y veo que sólo hay unos 40 números de diferencia hasta llegar a mi destino, así que, como estoy que lo tiro, me dispongo a darme brío para ver si llego rápido (son ya las 22:30 de la noche: se hace oscuro y, cuando la luz cae en Moscú, es mejor que sepas donde estás, por si acaso)...

En algunos lugares del mundo, cada edificio representa un número... En otros, dependiendo del lugar de la acera, cada edificio representa un número par o impar... Incluso, como aquí en Holanda, los grandes edificios de apartamentos (viviendas sociales y demás), aún siendo un sólo edificio, pueden albergar hasta 300 números (uno por vivienda, por poner un ejemplo)...

Aquí el sistema es distinto (o por lo menos en la calle donde yo estaba): cada número (par o impar, dependiendo de la acera) es una manzana... Y aquí las manzanas son enormes, así que, después de 25 minutos caminando a buen paso, veo que todavía voy por el 30 y que, si todo va bien, en unos 10 minutos llegaré al hotel (como así fue)...

Llegaré reventado a mi habitación y ni me dará tiempo a ducharme... Lo único que recuerdo es que puse la alarma en el sistema despertador de la televisión y que deshice la cama...

Todavía no lo sabía, pero al día siguiente iba a recibir una muy grata noticia...

Os dejo las fotos del día para que las disfrutéis (si hacéis click sobre el cuadradito de la imágenes, podréis ver toda la galería con las imágenes a pantalla completa).



Eso es todo: ¡Moscú prevalece! :-))

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