Sobre la muerte
Buenas,
No sé exactamente qué es lo que estoy escribiendo: en realidad, ahora mismo, estoy sin saber realmente qué decir o sobre qué hablar.
Un muy buen amigo mío me mandó un e-mail hace 2 semanas comunicándome que su padre había muerto: aceptando que la muerte es inevitable, que es lo único que, a ciencia cierta, sabemos que nos llegará a todos, bien es cierto que, en estos casos, nunca pensamos en el que se va, sino en los que se quedan.
Una llamada de teléfono más tarde, me encuentro con una voz apagada que me habla con tristeza y suavidad: el primer instinto ha sido el de marcar el teléfono sin saber muy bien qué voy a decir, de ahí que, cuando el momento llega, se producen esos extraños e incómodos silencios donde se hace evidente que uno no sabe ni qué decir ni saber tampoco que espera escuchar.
La muerte es una de esas cosas de las que nadie quiere hablar: nos asusta pensar en el día que, espero que más tarde que temprano, todo se acaba y, como en las películas antiguas, pasamos a "fundido en negro" con "THE END" en el centro.
Pero está ahí: no podemos evitarlo y, aunque terrible para el individuo, gracias a ella, para bien o para mal, hemos conseguido llegar hasta aquí todos los que estamos, cosa poco baladí, por cuanto debemos a ella nuestra propia existencia.
Y sin embargo, siendo algo natural e inevitable, seguimos teniendo dolor y miedo ante ella: está en nuestra naturaleza, como instinto de protección, desarrollar mecanismos de defensa que nos protejan de un mal, de tal forma que, entre otras cosas, lo primero que aprende un bebé, a partir de un cierto momento, es precisamente la conciencia de que existen potenciales agresiones externas que lo pueden dañar.
La muerte nos hace conscientes del valor de nuestra vida: nos recuerda que hay un trámite que no podremos evitar y que, a pesar del sentido poético del resurgir de la vida y todas esas milongas tipo "Cocoon", supone que un día no estaremos y que todo se habrá acabado.
Los hay que creen que, después del trámite del fin de la carne, empieza la vida eterna del espíritu y, de igual forma, los hay que creen que todo acaba ahí, como, no pocos, cuidadín, también los hay que creen que, después de una muerte, uno en realidad se convierte en otra cosa y vuelve a empezar, esperando el momento en el que, un día, por fin, se alcanzará el paraíso prometido o la correspondiente gratificación o meta que su credo determine.
Tenemos miedo: es nuestra naturaleza, como también, por mucho que no lo creamos, nos encanta poder prever cosas, de ahí que, extrañamente, existe algo que es absolutamente predecible en su fondo (un día sucederá) pero impredecible en su forma (no sabemos cuando).
Predecible: nos encanta saber quien es el malo en la película de suspense antes que nadie: los niños devoran "La bella y la bestia" noventa veces y, aún así, todavía les gusta volver a cantar la famosa cancioncilla que, en su día, una venerable ancianita cantó en inglés y que encandiló a niños y mayores (curioso: la señora en cuestión es quien, unos años antes, aprendimos a tratar como "la señora Fletcher" en "Se ha escrito un crimen" :-)).
Por cierto (no puedo resistirme a ponerla: llevo canturréandola toda la semana, desde que empecé a escribir este post):
La señora Fletcher... Colombo... Me encantaban aquellas series :-))
Peter Falk nos abandonó hace un tiempo y Angela Lansbury sigue, a punto de cumplir 86 años, entre nosotros, haciéndonos sonreír :-))
Actualización: a mediados de la semana pasada, mientras miraba una cosa en mi correo personal, una amiga me mandó un mensaje comunicándome que su hermano también había muerto. Extraña semana, extraños tiempos estos en los que las muertes se anuncian a través de e-mail o chat...
El teléfono es personal: nos gusta cuidar nuestras emociones y que no sean accesibles a los demás.
Hecho: la tecnología elimina el tono de voz a tus pensamientos. Leyéndome, quizás se me conoces muy bien, podrás adivinar mi estado anímico pero, si no es así, este texto se leerá de forma monocorde, no pudiendo así diferenciar si lo que digo es irónico, sátiro o completamente serio.
Sabemos que las cosas no son fáciles cuando alguien a quien queremos deja de estar ahí: quizás, en mi opinión, más allá del sufrimiento lógico en la pérdida, deberíamos también hacer un esfuerzo en recordar todo lo bueno que esa persona deja tras de sí aunque, bien es cierto, es más fácil decirlo que hacerlo.
La muerte duele especialmente cuando alguien joven se va: tendemos a pensar en todo aquello que esa persona podría haber disfrutado si hubiera seguido entre nosotros, construyendo así un lugar idílico donde, "el que ya no está", habría cumplido todos sus deseos y sueños.
Somos idealistas: nos gusta proyectar todas las posibles cualidades benéficas de la vida, sin tener en cuenta que, a veces, como dice el famoso rezo, "este valle de lágrimas" se empeña en hacer honor a su nombre.
Por eso, quizás, cuando noticias como las que te comento llegan a mi, me hacen recordar que, de una manera o de otra, soy afortunado y que mi tiempo en este lugar será corto (nunca es suficiente, ¿Verdad? :-)) y que, precisamente por eso, en la medida en la que te sea posible, debes dejar algo detrás de ti que ayude a los que vienen a hacer este lugar un poquito mejor, bien a través de conocimiento, bien a través de objetos, bien a través de tu voz y, siempre, en primer lugar, a través de tus experiencias.
Por eso insto a todo el mundo a que cree un blog: es importante dejar constancia de nuestros pensamientos, de aquello que una vez fuimos, creímos o pensamos, de tal forma que, quizás, algún día, alguien, buscando una respuesta en algún lugar, ¿Quién sabe? Pueda encontrar una respuesta que, a su vez tu, en su día, buscaste o te supiste dar a ti mismo.
Actualización Final: debe de ser que el destino se siente juguetón porque, el martes pasado, Steve Jobs, fundador y, hasta hace muy poquito, máximo ejecutivo de Apple, también moría, víctima, en este caso, de un cáncer...
Es extraño pensar en el hecho de que, una persona que no has conocido y que, a lo sumo, ha podido estar varios miles de kilómetros de distancia de ti, de pronto desaparece y crea una conmoción a nivel planetario.
Si a eso le unes que, como ya dije, en las dos semanas anteriores, recibí las noticias que he contado, la cosa no mejora...
En estos días, además, ha sido curioso el volver a ver el famoso discurso que, el fundador de Apple, dio a unos estudiantes en la Universidad de Stanford, allá por el año 2005, donde, entre otras cosas, un hombre que, precisamente, un año atrás, sobrevivía a un extraño cáncer pancreático, le contaba a su audiencia que morirse es, quizás, la mejor invención creada por la vida, dado que mantiene el ciclo vital y fuerza a que las ideas se renueven.
Nuestro tiempo es limitado y pequeño, de ahí que, en la medida en la que puedas, debes intentar tu vida de la mejor forma posible, ser fiel a ti mismo y a tus ideas y, lo más importante, dejar algo detrás que ti que sea, al menos, un poquito mejor a cómo te lo encontraste.
Si todos hacemos eso, el mundo será un lugar mejor siempre: el pasado nos enseña que, de no hacerlo así, todos acabaremos pagando las consecuencias y, en última instancia, el tiempo y el espacio a recuperar se hará mucho más arduo y duro que, simplemente, ponemos todos un poco de nuestra parte para hacer de este lugar algo de lo que, de verdad, nos podamos sentir orgullosos.
Quizás eso es lo que tenemos que recordar de estas experiencias: vivir e intentar ser feliz (o, como en mi caso, intentar no ser infeliz, porque, como "optimista bien informado" que soy, me basta y me sobra con una fracción de todo).
También esta semana se ha muerto un sueño, pero de eso, como de otras cosas, quizás te hable en otra ocasión...
Un abrazo: ¡Amsterdam prevalece!
Paquito
sugerenciasapaquito (arroba) yahoo (punto) es
Excelente post.
ResponderEliminarHola Jesus,
ResponderEliminarMl gracias por tu visita y por tu comentario: siéntete invitado a participar cuando y cuanto quieras :-))
Un abrazo y gracias de nuevo,
Paquito.