Europa desde fuera
Buenas,
Ya se
me hacía tarde y, ahora que no nos oye nadie, reconozco que la mala conciencia empezaba a
ganarme el alma, porque no hay nada como querer escribir y no poder por falta
de tiempo.
La
semana pasada fue España, esta semana Suiza y la que viene Alemania: dando
botes de un lado para el otro, sin parar y comiendo como un loco (dicen que los
Europeos no saben comer, pero esta semana en Zurich me he estado poniendo ciego :-)).
El caso
es que, en estos días, observando al personal en España y, comparando con el
comportamiento de mis compañeros europeos, he notado significativas
diferencias, sobre todo en lo referente a mí porque, como bien dice el refrán, “la
humedad es lo que mata” y, entre nosotros, quizás ese factor
también me esté afectando a mí.
Hablando
con mis compañeros suizos, un montón de preguntas sobre su cultura y su
historia dominan los ratitos de asueto que tenemos: a su vez, arquetipos y
clichés inundan las conversaciones, como la noche anterior, cuando un compañero
escocés, al mirar a un precioso reloj-campanario en el centro de la ciudad,
tuvo la genial idea de preguntar:
Compi: ¿Son las 20:00? ¿Ese reloj va bien?Paquito: ¡Tron! ¡Estás en Suiza! ¡Esa pregunta te puede costar un disgusto diplomático! :-))
He
estado recluido en un pueblecito llamado Lenzburg: en un hotel , que podríamos
denominar como “que te pasas”, he disfrutado de increíbles momentos, aunque nada
como la vuelta desde Zurich hasta casa en tren, con un grupo de compañeros, a
cada cual más gracioso, contando nuestras anécdotas e historias más divertidas
o increíbles (el resto del pasaje en el tren alucinando en colores).
Momentazo
“venganza total” cuando, en un famoso bar-azotea en Zurich, al tomar el
ascensor para salir a calle, entré con una preciosa chica suiza y su
acompañante (un alemán de Munich)…
Uno,
que con corbata tiene algo de dignidad y parece alguien, decide conversar con la “tremenda
pelirroja” la cual, al conocer mi origen, pareció demostrar algo de interés…
Ahí es
donde al perruno teutón le salieron las malas pulgas… Es la soberbia nórdica,
porque lo único que hice fue ser extremadamente educado y amable con la chica (aparte
de que uno tiene carrete y tiene siempre socorridos chascarrillos para
conversaciones con guiris en ascensores).
La
chica, con eso de que conocía el lugar, me guió hasta la salida, donde el resto
de mis compañeros me esperaba y así, mientras iba hablando con ella, podía
notar perfectamente lo que muchas veces he intentado explicar allá donde he
estado:
“La naturaleza humana es única, sólo cambian los grados de pronunciación de sus defectos”.
El
paseo nocturno por la ciudad fue fantástico: desde un parque pudimos
contemplar la ciudad y sus dos principales edificios (dos edificios de universidades:
preciosos).
Los
prejuicios se cumplieron: ni un papel por las calles (salvo un par de latas
abandonadas en un pasamanos del parque), pero todo impecable y bien cuidado…
Hablando
con mis compañeros suizos, descubro los conflictos entre las distintas
comunidades que pueblan el país: los primeros tres cantones que se unieron, en
1291, lo hicieron por supervivencia para protegerse y defenderse de los vecinos
germanos (los cuales, para mi diversión personal, son el equivalente en
Suiza al emigrante español en Holanda, cosa que no deja de tener su gracia).
La Confederación
Helvética nace, tal y como la conocemos, en 1848 (una fecha interesante en Europa:
se repite constantemente en hitos de alta trascendencia en Alemania, Holanda,
Francia y España).
Entre
todas las preguntas que hago, me explican que en dos semanas tendrán uno de sus
famosos referéndums donde la población va a ser preguntada acerca de endurecer
las condiciones de acceso al mercado de trabajo helvético por parte de no
nacionales.
Aquí es
donde uno encuentra la triste realidad del mundo: los lugares donde la riqueza
se genera o se acumula son polos de atracción para miles de personas que, por
diferentes motivos, intentan buscar una vida diferente o mejor a la que poseen,
pero, ¡Oh campos de Soledad! ¡Mustios collados! Al tipo que vive aquí le viene
mal los efectos colaterales del sistema que le produce la riqueza que disfruta
(la naturaleza humana lleva mal eso de los efectos secundarios: es como tener
un cáncer, curarlo con quimioterapia y quejarte de que se te cae el pelo… El
ser humano es alucinante).
Entender
el mundo y las diferencias culturales me obsesiona desde pequeño: las culturas
nórdicas tienen un currículum formal impecable para mis estándares, aunque
desafortunadamente, y aquí es dónde otros ganan de calle, en ese ejercicio tan
bonito que se han montado olvidan a veces eso de que existen otros en el mismo
mundo en el que ellos viven, creando situaciones paradójicas, tales como verles
despotricar contra los excesos del capitalismo mientras le ríen las gracias a
los Ferraris y Maserattis que entran y salen todos los días en la sede de UBS
en su país (por poner un ejemplo).
Ya
digo: pillas un cáncer, te dan quimioterapia para curártelo y lo que te
preocupa entonces es la pérdida del cabello…
Este
tipo de asuntos son desafortunadamente muy comunes: en esta parte del mundo,
llegados a un cierto grado de desarrollo y de orden social, empiezan los problemas de sociedades aburridas, donde no hay nada
que solventar y, a lo sumo, es sólo una cuestión de mejorar las cosas ya existentes.
Ahí es dónde el debate cambió de tono: en Suiza se llevará a cabo un referendum para endurecer las condiciones y/o requisitos para aquellos que quieran ir a trabajar allí: la noticia podéis leerla aquí y, como ya he explicado muchas veces, me hace pensar la hipocresía con la que esta parte del mundo ve con absoluta normalidad el expolio al que someten a aquellos que, cuando intentan escapar de la propia miseria generados por los primeros, encima se te quejan por pretender acceder a eso que ellos mismos se otorgan (porque, ya se sabe, los inmigrantes les robamos el trabajo, no hay tanta riqueza para todos o, mi favorita, "aquí ya no cabe nadie").
Conversación mítica con un tipo en el tren, de camino al aeropuerto, con respecto a lo del "no hay espacio para construir en Suiza", lo cual me arrancó una carcajada que se oyó en todo el vagón...
Suiza es un país maravilloso: un pequeño paraíso en el corazón de Europa, donde el personal tiene una calidad de vida que algunos sueñan, con un montón de virtudes, pero también con sus defectos...
Detalle: en mi hotel, en la entrada de mi edificio, no vigilada por cierto, teníamos todo tipo de comidas y chocolates, así como bebidas, incluyendo cervezas y vinos, para que el personal cogiera lo que quisiera... Aquí mis compis escoceses (nada que ver con los ingleses, por cierto), holandeses y el representante de la patria aquí presente, hablábamos que cuánto tardarían los respectivos vecinos de nuestras naciones en arramblar con todo ello...
Algo muy suizo: dejar las cosas sin vigilar y esperar que el personal haga lo correcto (como la prensa, donde el personal llega a un sitio, coge un periódico y deja el dinero)...
"Todo un ejercicio de honradez" le dije a mi compañero helvético...
"No Paquito" me respondió para corregirme. "Está sin vigilancia porque el coste de un empleado serían tan alto que compensa no tenerlo, aunque alguien no pague"...
Eso no se me había ocurrido: la próxima vez que veas algo así, piensa en ese detalle...
Han sido días curiosos y estoy aprendiendo mucho de los lugares donde voy: en cada lugar denoto grandes cosas y pequeños pecadillos que, como en cualquier otro lugar, conforman la cultura que dan color a las sociedades que pueblan esos territorios.
La semana que viene Alemania de nuevo: a ver cómo me tratan :-))
Eso es todo: ¡Ámsterdam prevalece! :-))
Paquito
sugerenciasapaquito (arroba) yahoo (punto) es
Hola Paquito:
ResponderEliminaracabo de estar dos días en Suiza y efectivamente hay ciertas cosas que llaman la atención. Pero por otra parte algo no ha cambiado mucho desde hace casi 35 años que fui por primera vez. Si no eres suizo, no eres suizo.
En fin, realmente había entrado para recordarte que hoy es 2 de febrero, el Día de la Marmota.
Hola Julián,
EliminarGracias por tu visita y por tu comentario: como siempre, todo un placer :-))
Me lo has recordado un par de veces y eso me alegra (que las buenas tradiciones no se pierdan :-)).
Efectivamente: a pesar de que un tercio (ojito, uno de cada tres) de su población es inmigrante, hacen lo imposible por hacer la diferencia (incluso entre ellos a través de los cantones: la parte alemana es la más pudiente económicamente y eso de que las comunidades no se hablen entre sí o no aprendan los idiomas de los otros da que pensar).
¿Viviste en Suiza? ¡Cuenta cuenta! ¡Detalles! ¡Detalles! :-))
Un abrazo y gracias de nuevo por pasarte por aquí.
Paquito.
Me encantan tus escritos y aunque no suelo comentarlos hoy no pude resistir.Me alegra saber que "en todos sitios cuecen habas"y no solo nosotros tenemos defectos.Los poco viajados como yo la imagen que tenemos es lo que muchos cuentan de otros paises,todo maravillosooooooo alli si que se vive bien y no la mie.... de aqui.
ResponderEliminarGracias por contar tus experiencias y hacer que nos hagamos una idea mas real de lo que es vivir en un pais extranjero,con sus pros y sus contras.
Cuidateeee que eso de estar tan viajado pasa factura.
Hola Mae,
EliminarMil gracias por tu visita y por tu comentario: todo un placer el leerte de nuevo por aquí :-))
Efectivamente, en todos lados cuecen habas: la diferencia es el esfuerzo que hacen algunos porque sus habas no las vea nadie, mientras que las de los demás, por pequeñas o similares que sean a las suyas propias, son magnificadas como imperdonables pecados que ellos "jamás cometerían".
Ello no quita, ojo, que algunas variedades de legumbres sean definitivamente aterradoras (la legumbre del trinque patrio es desde luego de una calidad insólita).
Me estoy haciendo mayor y viajar mola mucho, pero también es cansado.
Gracias de nuevo por pasarte y un cordial saludo.
Paquito.