Prioridades

"¡La nación se rompe!"
"¡La unidad de España en peligro!"
"¡La consulta es anti-constitucional!"

Nada como pillar un virus mortal "del copón" llamado Ébola para recordarle al personal lo importante de la vida...

Hola: si pensabas que el SIDA o el Cáncer eran chungos, préstame dos minutos de tu tiempo...
Buenas,

Fue hace unos 20 años cuando leí por primera vez ese nombre... Acababa de aparecer en los medios, en la revista de EL PAÍS SEMANAL, invocando de paso un escenario apocalíptico que se había escrito en un libro, llamado "La zona Caliente" de Richard Preston donde, entre otras cosas, se hablaba del Centro de Enfermedades Contagiosas en Reston, Virginia, lugar donde, unos años más tarde, una de las empresas para las que trabajé, ¡Lo que es la vida! tenía su sede americana, allá, precisamente...

Y esto ya lo contaba el amigo hace 20 años... Así, sin despeinarse...
Nada, ya digo, como evocar la fragilidad de la carne humana con algo como un virus con una eficacia mortífera del 80% (el Messi o el Cristiano Ronaldo de las cepas víricas) para entender lo que de verdad es urgente, importante y relevante en este breve espacio de tiempo que pisamos esta tierra...

Reflexionemos:

Hace unas semanas, un misionero español pilla el virus en África... Ante la lógica que emiten los protocolos más elementales (esto es, enviar efectivos sanitarios al lugar de destino para evitar males mayores), se decide repatriar al buen hombre junto con una misionera, también posiblemente contagiada...

Empezamos mal... Los médicos y sanitarios de Madrid advierten de que no están preparados para manejar esta situación... Empezamos peor: los médicos y sanitarios de Madrid que van a ser puestos a disposición de la misión son amenazados con despido en caso de negarse...

Y lo más relevante: el antiguo hospital militar Gómez Ulla, que tiene incluso protocolos para tratar heridos en caso de contaminación nuclear, se deja tan tranquilito como siempre (digo yo que habría alguna buena razón: al parecer el Carlos III estaba semi-vacío, pero en fin...).

Pero soy optimista: tenemos el séptimo mejor sistema sanitario del mundo (a pesar de que se lo quieren cargar y hacerlo "a la holandesa", sistema 3 veces más caro y, curiosamente, en el puesto 17 en ese ranking).

Así que, mira, mejor aprender a manejar una situación extrema como esta, con dos pacientes, con todo más o menos bajo control y así, puesto que sólo otro país (con muchísimos más medios y protocolos en esta historia, Estados Unidos) lo ha hecho, todavía podemos publicar cosas y ser punteros en este tipo de asuntos (mejor aprender y que vengan a aprender de ti que al contrario).

La cosa salió bien: el señor misionero se murió, como estaba previsto, la misionera me parece que finalmente no tenía nada y, felices como perdices, se entendió que todo había salido bien...

Hasta que la noticia ha estallado: una de las enfermeras que estuvo en esa historia se ha contagiado y, lo peor, es que todos los protocolos de seguridad se han ido directamente al garete (al día siguiente de terminar la historia, la buena mujer se fue de vacaciones y, menos mal, siguió las instrucciones impartidas por el hospital, esto es, tomarse la temperatura dos veces al día, no fuera a ser que algo hubiera salido mal, como así ha sido)...

Lo triste no es ya que haya podido suceder algo mal (errare humanum est), sino cómo todo ha empezado a torcerse...

La buena señora se empezó a sentir mal y, pro-activamente, volvió al hospital para comunicarles que no se sentía bien... Los médicos, viendo que no tenía una fiebre "muy alta", le dijeron que no pasaba nada, pero la mujer, convencida de que algo no iba bien, siguió insistiendo hasta que, en otro hospital, por fin decidieron actuar...

Comentaba hoy una persona que estuvo involucrada en toda esta historia como se ha vivido todo desde dentro: el miedo inicial, por la falta de preparación, la euforia, cuando por fin todo acabó y, entre otras cosas, detalles curiosos, como la falta de espacio en la cámara donde se cambiaban los trajes para salir de la zona aislada...

Muchas preguntas quedan en el aire, pero conociendo el ideario patrio, cortito en ideas y largo en levantar el dedo y empezar a actuar como inquisidores de pacotilla, ya han empezado con las acusaciones...

Aquí es donde uno, más que resoplar, le pide a Siri que le dé paciencia y esta me manda al iTunes Store (que es la versión digital de mandarte a hacer puñetas), porque, como siempre, las preguntas claves se quedan sin responder, entablando juicios de valor paralelos que no aportan nada a la solución del problema...

Siri: busca bien bien, que en la iTunes Store hay de todo...

Antes de pedir la dimisión de nadie (y que, obviamente, también está en el menú del día), uno debe un orden lógico en su parecer y proceder, esto es:
1. ¿Qué ha salido mal?
2. ¿Por qué?
Respondidas estas dos cuestiones, podemos entonces llegar al postre, que es la parte que a los más pequeños y más golosos de la casa ansían (sí, ya lo sé: las legumbres no son del agrado de todo y el pescado hervido no se parece ni de lejos al flan, pero las cosas se comen en un orden por algo), que es la depuración de responsabilidades.

3. Sabiendo qué ha salido mal y por qué, ¿Quién o quienes son responsables del desaguisado?

Vayamos por partes: en primer lugar, un gobierno decide repatriar a un ciudadano pasándose por el forro el protocolo del sentido común que dicta que, si puedes enviar a gente al lugar del problema, te ahorras traértelo a casa...

Así que, aquí, ya tenemos tema... ¿Por qué se toma esta decisión? Y, una vez respondida esta decisión, ¿Quién la toma y asume la responsabilidad de la misma?

En segundo lugar: teniendo un hospital militar preparado con protocolos que cubren hasta contaminación nuclear, ¿Para qué usar un hospital civil y montar la de San Quintín? ¿Por qué se hizo esto? ¿Se puede justificar esta decisión? ¿Quién tomó la decisión de la ubicación de algo como esto?

En tercer lugar: una persona que estuvo dos veces en la sala se contamina... ¿Cómo es posible? ¿Qué pudo salir mal? ¿Hubo algún material en mal estado? ¿La persona cometió alguna imprudencia?

Y por último: una vez que hemos respondido a estas preguntas... ¿Alguien ha documentado todo esto para que, por una parte, se entienda claramente qué ha pasado y, de paso, que no vuelva a suceder?

Decía uno de los expertos que, en estas cosas, siempre está bien ser prudente y que, desgraciadamente, a veces, esa prudencia o celo se ve como una crítica ante la decisión de un tercero...

Así que, hoy, terminaré respondiendo a esa premisa: las personas que suelen ser prudentes en sus análisis suelen ser recelados por aquellos que toman decisiones sin entender realmente las consecuencias de las mismas.

Y creo que eso responde al qué, el por qué y al quién...

Ahora sólo queda que no haya más infectados, que todo vuelva a la calma, que se aprenda la lección y, eso sí, que alguien termine de dar la cara, por aquello de perder ese regusto amargo a país de marandanga donde el "ya veremos" es la fórmula habitual para lidiar con todo...

Eso es todo: ¡Ámsterdam prevalece!


Paquito
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