Lo que somos, Lo que fuímos

Buenas,

Ya iba siendo hora: no doy abasto entre unas cosas y otras, así que bienvenidos al revoltijo de cosas que suceden alrededor de mi vida y que espero que nos ayuden a todos a tener un poquito más de claridad en nuestras propias vivencias.

Lo primero: "tener mucho trabajo", en este punto de la historia, es algo que escapa al fino sentido del humor de cualquiera...

No paro: viajando todas las semanas, ya directamente hago coñas con las azafatas del primer avión de la mañana hacia Londres (al igual que el de la tarde: ya nos conocemos y hay un cierto grado de resignación y choteo).

Los lunes empiezan a las 4 de la mañana y acaban a las 11 de la noche...

Pero no nos podemos quejar.

Una de mis últimas anécdotas se desarrolla en la capital de "La Pérfida Albión" (Londres, para que nos entendamos)... A partir de un accidente en la autopista, el autobús que me suele llevar al aeropuerto se queda congelado en la ruta (me niego a coger taxis: me gusta observar el mundo a través de autobuses y trenes), así que, dispuesto y arriesgado, decido tomar otro autobús en una ruta opuesta pero que me puede acercar a mi destino final...

Craso error...

En un momento determinado, estoy atascado en otra carretera, en un destino que no conozco, con 20 Libras Esterlinas en mi bolsillo, una tarjeta de transporte sin dinero, con el Internet móvil que no funciona y un avión a punto de perderse.

Afortunadamente, en mi camino aparece una joven de Rumanía que, híper-amable, decide ayudarme a buscar alternativas (para que luego hablemos de prejuicios y clichés, por cierto).

Mi primera urgencia es clara: necesito cambiar el vuelo y el servicio de emergencia que puedo utilizar para estos menesteres tiene un número de teléfono... ¡Que no encuentro!

En mi oficina, en Ámsterdam, nadie responde al teléfono (eran las 17:30, Horario Central Europeo) así que, vía Facebook y con mucha maña, consigo contactar a una compañera de Londres que consigue por fin ayudarme.

Como el autobús está atascado en un tráfico infernal, el conductor apaga el motor (lo hacen para ahorrar combustible). Varios pasajeros se bajan (estamos a más o menos 1 kilómetro de una parada de autobuses y de trenes) así que, con mi nueva e inestimable compañera de viaje, decido seguir la misma ruta.

Bien... 10 puntos...

Recapitulemos: estamos en Londres, con 20 libras en el bolsillo, una tarjeta de débito holandesa que funciona, a veces sí, y a veces no, fuera del país de emisión, en medio de Dios sabrá dónde y a punto de perder el avión que te lleva a casa...

Afortunadamente, Pelocha puede dar fe, los que me conocen en casos como estos, bien me llaman "El hombre de Hielo"...

PROCEDURE...
"¡Me cago en todo lo que se menea! ¡Algo más podría salir peor! ¿Por qué tanto odio? ¡Ya que estamos! ¿Por qué no se pone ahora a llover Napalm y así ya rematamos el día?"
Y por supuesto, en ese justo momento, unas leves gotitas de agua empiezan a rozar la piel de mi cara, anunciando tormeNta grado "Monzón Asiático" (menos mal que no era Napalm, aunque la paradoja de la historia es clara: "cuidado con lo que pides").

2 horas más tarde, consigo por fin llegar al aeropuerto, caladito como un besugo, puedo cenar algo rápido y tomar el avión hacia Holanda...

Lo peor es que, en un momento determinado, pierdo de vista a mi acompañante, a quién no podré darle las gracias por toda su ayuda porque en ese momento, desaparecerá en la estación de trenes, quedándome "compuesta y sin novio" para darle las gracias por toda su ayuda (que no fue poca: un encanto de persona)

Pero uno es testarudo, así que, por supuesto, la encontraré la semana siguiente, pudiendo así dejar al Karma en perfecto balance: "Lo que das, es lo que recibes: lo que recibes, es lo que debes dar".

Soy un experto encontrando gente: recuerda lo que pasó en San Petersburgo.

El martes, salgo disparado hacia un restaurante a unos 40 minutos del norte de Ámsterdam... Un precioso sitio, rodeado de bucólicos paisajes de granjas y enormes caseríos: un restaurante italiano "peculiar", donde nos sirven una cena de 8 platos que, estoy seguro, sería del interesante análisis del Sr. Frinsflins (que de esto sabe).

La cosa empieza a las 7 de la tarde y acaba a las 11 de la noche, con Paquito saliendo a la carrera para, simplemente, poder llegar a casa lo antes posible y dormir...

Dormir: esa maravillosa actividad que tanto tomamos por supuesta hasta que nos falta...

Ejemplo ejemplar: el que aquí escribe sentándose en un avión y que, al tomar "posición de combate", sumergirse en cabezadas de 15-20 minutos donde uno sólo recuerda cuando se despierta, no cuando se queda dormido.

En el trabajo, la falta de sueño y la enorme cantidad de trabajo provocan interesantes efectos secundarios:

1. Grado de paciencia reducido: dicen los que vienen a Holanda de nuevas que, los holandeses, son muy directos...

Digamos que, desde hace un tiempo, no es que uno sea directo... No es que uno sea un Ferrari en un circuito: uno es una nave espacial orbitando el planeta Tierra.

2. Intercambios culturales: el equipo con el que trabajo está aprendiendo español a marchas forzadas... Eso de ver a un español nombrándole a la madre del ordenador en el que trabaja, una y otra vez, crea mantras que, poco a poco, se replican ("Algo de la madre del ordenador" les oigo decir en inglés, mientras intentan explicar a aquel que no ha pasado una temporadita por mi zona :-)).

No sólo eso: un buen sentido del humor y una cultura de la honestidad crean interesantes interacciones entre personas de diferentes sexos, nacionalidades y culturas.

Una de las cosas en las que pongo más énfasis es en, precisamente, que mis compañeros de trabajo pierdan según qué tabúes y que se arranquen, que pierdan su timidez, que sean ellos mismos, que batallen contra molinos de viento que parecen gigantes interpuestos en su camino.

Quizás, esa es la parte más divertida de mi trabajo: trabajar con gente tímida e intentar ayudarles a vencer según qué miedos...

Esto viene que la segunda parte del título del post: "Lo que fuímos": poner en práctica todo aquello que, a lo largo de los años, he ido viendo y que, de una forma o de otra, me han podido gustar más o menos.

Ejemplo: no creo en jerarquías formales... Sólo creo en competencia, entendiendo como tal tu capacidad para hacer las cosas por las que se te pagan: "el caos dentro de un orden", bien gestionado, ofrece alternativas de trabajo donde los integrantes de un grupo pueden crear un ambiente donde la colaboración, la responsabilidad y la capacidad para oponerse a algo se garantice...

Desafortunadamente no son pocas las experiencias donde jerarquías formales o chorradas del estilo han creado dinámicas de trabajo disfuncionales de las que he sido partícipe: que las personas no puedan expresar su opinión o sus preocupaciones de forma libre, es el primer paso para, o bien tener a gente frustrada (y por tanto menos feliz y menos productiva) o, simplemente, donde el personal pierda más tiempo en "lo que parece" versus "lo que es", caldo de cultivo para mediocres y pelotas, más preocupados en ascender que en hacer su trabajo, a costa del sufrimiento de los demás.

No me gusta lo primero: una vez más, sólo miro competencia y, si crees que tienes razón, quiero que defiendas tu posición, de forma racional, con toda la artillería que tu inteligencia sea capaz de ofrecerte...

Me sucedió hace unos meses: un domingo, a las 11 de la noche...

Ahí estábamos, a punto de sacar adelante una parte de mi proyecto y, de pronto, mi "sentido arácnido" me alerta de que algo no va bien...

Mientras todo continúa, me pongo a echarle un vistazo... Efectivamente, después de un ratito, confirmo que, algo que a priori no es visible, no está funcionando bien...

Ahí es donde uno levanta la bandera y llama a filas para ver cómo arreglarlo... Creo que tengo una idea, pero mi equipo es mucho más competente que yo en según qué aspectos (cosa esencial: tu equipo debe ser más competente que tu y debes asegurar que el personal se sienta a gusto en esa posición... Demasiado mediocre por el mundo teme que su equipo sea capaz de responder a cosas mejor que ellos mismos: palabrita del niño Jesús), se pone a mirarlo y empieza la discusión...

Soy una bestia parda y, si creo que tengo razón, voy con todo: mi equipo ha aprendido que esto no supone nada, sólo que, si estoy equivocado, tienes que demostrarlo de forma racional y currártelo...

En esta discusión, en un momento determinado, aquí "el empecinado" se pone a cornear como un Miura de 700 kilos ante lo que creo que debemos hacer...

Afortunadamente, alguien en mi equipo es capaz de poner el muro de hormigón delante de la embestida: el resto de áreas trabajando con nosotros alucinan ante la situación: mi compañero, en un momento determinado, me manda callar y me pide que escuche...

Silencio...

Silencio tenso...

Mi compañero no se cree lo que acaba de hacer...

Silencio...

Empieza a hablar...

Empiezo a sonreír...

"Exacto: esto es lo que quiero que hagas... Tienes razón y has defendido tu idea contra viento y marea: estoy orgulloso de ti" le digo...

El personal alucina... Mi compañero se relaja, empezamos a poner su solución en práctica. y seguimos trabajando...

En un mundo donde la confrontación parece un pecado capital, se pierde potencial: desconfía de los lugares donde el personal no sea capaz de hablar claro o no sea capaz de defender sus ideas...

Mi trabajo, consiste en que mis compañeros sepan que no sólo pueden hacerlo, sino que deben y que, además, no va a pasar nada porque de pronto me manden a hacer puñetas cuando discutimos algo...

Al contrario: se producen cientos de anécdotas mucho más agradables (esta es la única malsonante que hemos tenido en casi 2 años y, además, para que conste, fue culpa mía, por obtuso).

Algo que además intento es inculcar el sentido de responsabilidad: cuando alguien la caga, el primer culpable soy yo...

En varias ocasiones, algo no ha ido bien y he percibido el miedo ante este evento...

"No pasa nada: la culpa es mía... Acepto toda la responsabilidad: ahora, vamos a arreglarlo"...

La segunda vez que haces eso, tu equipo entiende que si algo sale mal, pueden hablar libremente, levantar la mano, decir "He hecho esto mal" y empezar a trabajar en una solución.

La responsabilidad se demuestra dando ejemplo: ya no tengo 20 años y estoy aterrorizado porque un jefecillo de xyz división te pueda decir / acusar de algo... Tengo una cierta edad, soy perfectamente responsable de las cosas sobre las que trabajo y, si algo sale mal, me la comeré yo, defenderé a mi equipo y, una vez que esto pase, buscaremos una solución...

Por último, nada como poner transparencia en aquello que haces para que según qué problemas desaparezcan...

Todo lo que hacemos, está en un sistema compartido y abierto con todo el mundo: instamos a todo aquel que se nos cruza en el camino a que visite nuestros contenidos, materiales y que busque alguna fórmula para hacerlo mejor (a nuestros equipos virtuales, por poner ejemplo, les mando una encuesta, cada seis meses, pregúntandoles exactamente eso: "¿Cómo podemos hacerlo mejor?"...

Hacemos preguntas y hacemos partícipes de la conversación a todo aquel que quiera escuchar o intervenir: creamos un clima de confianza, donde "no hay nada que ocultar", sea para bien, sea para mal...

En última instancia, es como ser una buena persona en la vida real, pero aplicado a la vida profesional...

Este tipo de prácticas, desafortunadamente no muy comunes, un poco raras y a veces, porqué no decirlo, profesionalmente suicidas, empiezan a ser observadas por otros equipos y/o empresas que trabajan con nosotros...

Y aunque siempre hay "lugar para la mejora", el hecho de que otras personas de otros proyectos quieran trabajar con nosotros te demuestran que, quizás, no estemos ni tan locos ni seamos tan caóticos como todo parece.

"El caos dentro del orden": "Empowerment, Accountability, Transparency"...

Así que, la siguiente vez que algún charlatán te venga a hablar de no sé qué modelo de trabajo de bla bla bla bla, pregúntale si es capaz de explicarte si dichos modelos atacan las tres palabritas puestas ahí arriba y, si lo hacen, que explique como "en cristiano" (que hay mucho charlatán que dice mucho sin decir nada).

Así, es como uno sobrevive por esta parte del mundo: lo que somos, es consecuencia de lo que fuimos y, afortunadamente, estoy en un período en el que, al fin, puedo poner en práctica todas esas ideas que acabas de leer.

Son tiempos dedicados al aprendizaje: estoy física y mentalmente agotado, pero nadie me puede quitar lo que estoy viviendo :-))

¿Qué somos? Lo que vivimos...

Eso es todo: ¡Ámsterdam prevalece!


Paquito
sugerenciasapaquito (arroba) yahoo (punto) es

Comentarios

  1. Respuestas
    1. Buenas,

      Gracias por los ánimos: estoy más liado que la pata de un romano y el estrés se acumula a lo burro...

      Pero no me puedo quejar: en serio... No me puedo quejar.

      Eliminar
  2. " "¡Me cago en todo lo que se menea! ¡Algo más podría salir peor! ¿Por qué tanto odio? ¡Ya que estamos! ¿Por qué no se pone ahora a llover Napalm y así ya rematamos el día?"

    Como si fuese la directora de una película o algo, acabo de ver en mi cabeza la escena con todo lujo de detalle :p

    PE . Se echan de menos tus posts, incluso aquellos a los que mi coeficiente intelectual mediocre impide entender bien :p

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Buenas,

      Mujer: la verdad es que ayuda el haberlo visto alguna vez en directo (el nivel de grafismo que uno alcanza supera con creces la iconografía cristiana que se puede ver en las procesiones de Semana Santa :-)).

      Sí: yo también echo de menos escribir, pero estoy liadísimo (y tengo que obligarme a hacerlo).

      A ver si me pongo más a menudo.

      El siguiente post, eso sí, te va a hacer pensar...

      Paquito.

      Eliminar
    2. hahahaha, sí, ayuda mucho el tener una experiencia en la cual basarse a la hora de dejar la imaginación volar :D

      No sé cómo reaccionaría yo ante la misma situación, pero sospecho que lo que transmito con body language no tiene nada que ver con lo que realmente pasa dentro de mi cabeza en esos momentos :D

      Eliminar
    3. Experiencia religiosa, como cantaba aquel :-))

      Como te van los temas raros, esta noche he publicado un post sobre asuntos "menos normales" de los habituales :-))

      Disfruta y gracias por el feedback.

      Paquito.

      Eliminar

Publicar un comentario

Todo comentario, siempre y cuando sea educado, es bienvenido.

Quizás te pueda interesar...

Tener un coche en Holanda

Es cuestión de organizarse

ChatGPT - Ahora empieza lo bueno

"No hay huevos" - La compra de Twitter por Elon Musk

Para mí Tanya es Ucrania