Ámsterdam: ese parque temático

Buenas,

No: no han abierto ningún parque temático en Ámsterdam (que yo sepa), pero el título refleja las recientes declaraciones del responsable de Marketing de la ciudad de Ámsterdam (así es como se hacen las cosas profesionales: la ciudad tiene un departamento de Marketing, niños y niñas) sobre cómo operadores aéreos como Ryanair, así como compañías tipo AirB&B están atrayendo, según sus propias palabras, un tipo de turismo no deseable.

Las declaraciones las puedes leer aquí.

Como siempre, antes de liarnos a dar mamporros, cual película de Bud Spencer y Terence Hill, vamos a intentar entender el problema un poco por encima, por aquello de no llegar a conclusiones precipitadas y demás.

Y como siempre (me repito más que el ajo): no soy el poseedor absoluto de la verdad, así que, si estoy equivocado o discrepas, deja un comentario y lo hablamos.

Allá vamos.

El problema (cuantitativo)

Ámsterdam es una ciudad de 800.000 personas que, el año pasado, recibió 17 millones de turistas.

Es decir: la ciudad albergó una población flotante 20 veces superior a la población real de la misma.

Si alguno conoce la ciudad, se dará cuenta de que, además de muy "cuqui" y demás, ante todo, es una ciudad pequeña, traceada con callecitas minúsculas, sin apenas bulevares, avenidas anchas ni grandes zonas transitables, más propias de un pueblecito que de una señora capital de un país.

Vamos: como el Madrid de los Austrias, pero con bicis y tranvías.

Aunque la ciudad tiene una política durísima en contra del uso del coche, fomentando sobre todo el uso de la bici, las leyes de la física (he tenido que guglear aquí) establecen que "donde no hay mata, no hay patata", esto es, que una ciudad del tamaño y la fisonomía como Ámsterdam, en cuanto adquiere un número x de personas en un segmento muy definido de la misma, empieza el Kung-fu.

Traducido: los turistas no están distribuidos de forma uniforme por la ciudad, sino que transitan por el centro más céntrico (valga la redundancia).

Adjuntamos ilustración anotada para la mejor comprensión del lector.



Nótese que el "COGOLLO BRUTAL" es de apenas 4-5 kilómetros cuadrados (una circunferencia con un diámetro de más o menos un kilómetro) y es donde se concentra, en general, "el aluvión" de turistas.

La masificación es, por tanto, un problema físico: si sufres agorafobia, no vayas un fin de semana, con buen tiempo, al centro de Ámsterdam.

No hay mucho más que rascar: cuando pones a muchas personas en un espacio pequeño, pues en general no suele ser confortable (y no: lo de "el roce hace el cariño" no funciona con sociedades donde el espacio vital es una circunferencia de un metro y medio de radio alrededor del individuo).

Añádase, además, la cuestión espacio-temporal: los turistas se reúnen en zonas muy pequeñas de la ciudad en periodos muy definidos (fines de semana, puentes, verano...), lo cual empeora, todavía, la concentración humana.

El problema (cualitativo)

Definido, por tanto, el asunto cuantitativo (número de personas), entramos en el punto más peliagudo del asunto, el cualitativo.

Llevo informando desde ya tiempo (atención, damas y caballeros: estoy a punto de descubrir el agua caliente) que Ámsterdam está intentando cambiar el perfil del tipo de turista que viene a la "Venecia del Norte" (título que comparte con cualquier otra ciudad que tenga canales: que se lo digan a San Petersburgo).

Hay dos temas principales, así que me andaré sin rodeos: estamos hablando de drogas y putas.

Durante muchos años, el hecho de que Holanda legalizara el consumo de ciertas sustancias, el hecho de que las que no están legalizadas no se persigan fuera del barrio rojo (un acuerdo tácito para evitar las terribles guerras de bandas que hubieron por aquí en los ochenta) y el hecho de que la prostitución sea también legal, ha servido de reclamo, durante décadas, para un tipo de turismo muy determinado.

Antes, como la cosa iba de hoteles, hostales y demás, se miraba un poco por encima del hombro, pero se dejaba hacer ("El Gilder / Euro es el Gilder Euro"), por cuanto se producía un cierto tipo de riqueza, al final.

El problema empieza cuando aparecen las compañías de transporte de bajo coste, las tarifas caen, empiezan a aparecer soluciones para alquilar habitaciones o apartamentos, en lugar de hoteles y, de paso, ponme cuarto y mitad de Facebook e Instagram.

Porque no nos engañemos: eso de que el vecino o mis amiguitos se vayan de finde a Ámsterdam, después del like en la foto, pues le toca al personal la moral.

Todos estos factores coinciden en las ciudades fetiche por excelencia en Europa: París, Roma, Ámsterdam,, Praga, Barcelona...

Y ahí empieza el movidón.

El problema cuantitativo (el número de visitantes) va asociado a un aspecto cualitativo: turismo de bajo poder adquisitivo, que viene a ver las cuatro cosas mal contadas que tienen, gastar lo justo o, si gasta, lo hace en actividades que, con el paso de los años, han dejado de ser tan graciosas para las autoridades.

Porque, no nos engañemos, no es lo mismo decir que viniste a Ámsterdam a disfrutar de románticos paseos por los canales, después de visitar el Rijkmuseum, que decir que viniste a Ámsterdam, de despedida de soltero, a desfasar con tus amigos, entre borrachera y borrachera, canuto y canuto y, sobre todo "lo que te rondaré morena"...

Sobre "lo que te rondaré morena", la ciudad ha ido eliminando las ventanitas con las famosas lucecitas rojas (las lumies, para los que no se sitúen)...

Con el tema de los canutos, el país ha intentado limitar el acceso a los coffee-shops sólo para residentes en el país pero Ámsterdam, que no quiere a fumetas, tampoco se resiste a perder su pasta, así que, en la ciudad, no se aplica la restrictiva ley, que parte del menudeo que había, sobre todo, en las ciudades fronterizas con otros países (como Maastricht).

Es decir: Ámsterdam quiere "turismo fetén fetén"... Turismo de negocios, turismo de pasta, turismo familiar, que no crea problemas, se deja un buen dinero y así todos contentos...

Y hasta ahí, más o menos, uno entiende que es lógico: entre turismo low-cost, que viene a liarla o, simplemente, a gastar lo mínimo posible, versus un turismo de pasta, que come y cena fuera, que reserva buenos hoteles, se deja de jarandajas y se pilla taxis y demás, más limitado y que, a su vez, por una cuestión física, al ser menos numeroso, hace la convivencia en el centro de la ciudad algo más humano.

Repito: vete a la Kalverstraat un sábado con buen tiempo: el tráfico de personas es brutal.

PERO...

Vale: entendemos el problema cuantitativo y el problema cualitativo... Todo claro (espero) hasta aquí...

Entonces... Dónde está el problema?

El problema está en que hay que saber con quien se juega uno los cuartos...

Es decir: "aquí mis amigos" quieren lo mejor de los mundos posibles, pero no se atreven realmente a renunciar al turismo de borrachera, putas y drogas, porque está muy bien el visitante "fetén fetén" pero, hasta que llegue, nadie quiere dejar de vender ni un canuto, ni alquilar habitaciones guarras a precio de hotel de 5 estrellas, ni las colipoterras quieren cerrar el kiosko.

Traducción: quiero todas las ventajas y ninguno de los inconvenientes (la filosofía que, a lo largo de los años, he aprendido de esta gente: no aceptar los costes de oportunidad).

Llegando a acuerdos con AirB&B para la correcta recaudación de tasas está muy bien (muy pragmático) pero no soluciona nada: sacas más pasta, sí, pero no solucionas el tsunami de turistas con el que estás lidiando.

En la entrevista, el señor director de Marketing de la Ciudad de Ámsterdam también culpa a Ryanair de traer a la ciudad a ese perfil de turista que no les gusta... La empresa ha respondido con que, en realidad, la mitad de los pasajeros que mueven hacia Amsterdam son holandeses, así que, quizás, el problema es que la ciudad tampoco tiene mucho que ofrecer.

Lo barato sale caro...

Las ciudades portuarias (como Ámsterdam o Barcelona) han visto como la cantidad de barcos-crucero que han soltado anclas en sus bahías ha crecido sustancialmente: existe una demanda enorme para visitar estas bonitas ciudades y, como la habitación te la llevas puesta y, al final del día, cada mochuelo se va a su olivo (a su barco, en este caso), a priori todo está bien...

El problema es que no es así: que de una tacada te bajen 5.000 personas de uno de estos barquitos y te invadan una ciudad pequeña, es un problema, porque en apenas unas horas, absorbes un importante número de población flotante (estaba a punto de hacer una broma con el término :-)) y, al final, si acaso, el personal come algo ligero, se compra un par de souvenirs y se pira.

Este tipo de ciudades, sobre todo las capitales con aeropuertos, han hecho esfuerzos para atraer turistas y viajeros: les ha salido bien y, ahora, se encuentran con que esto tiene efectos secundarios...

Y yo con estos pelos.

Así que, ahora, declaraciones como la del señor director de Marketing son entendibles, pero me ha gustado que, al menos los señores de Ryanair (nota: odio esa compañía, que no he usado jamás, por la forma en la que tratan tanto a empleados, como a clientes y a las regiones donde operan) le hayan afeado la conducta con datos (es lo que tiene rebuznar: al final alguien te pondrá un espejo delante de la cara y te preguntará qué ves).

Mi última visita a Ámsterdam

Mi última visita coincidió con la visita de una vieja amiga que ha decidido volver a éste, su terruño (la criatura nació en Holanda: una mala tarde la tiene cualquiera)...

Quedamos en Ámsterdam y nos dimos un garbeo por la zona del Jordaan. Varios detalles que, la primera vez que me lo dijo, pensé que exageraba (hasta que, cuando quedé con ella, lo noté):

1. El olor a canuto por todas partes. En una de las principales calles del Jordaan, básicamente la distribución de comercios era "Coffee Shop-Cafetería-Tienda de Souvenirs-Coffee-Shop-Cafetería-Tienda de Souvenirs".
2. En la calle no escuché a nadie hablar holandés (escuché todos los idiomas posibles).

Cuando una zona es tomada por un cierto número de turistas, es bonito, curioso, casi romántico (las parejitas tomando fotos de los canales, el grupo de amigos buscando un café, la chica solitaria y bohemia que escribe cosas en su Moleskine, el hipster que escribe la gran novela americana en su precioso MacBook Pro...).

Cuando una zona es tomada por un número 10 veces superior, pasa lo que pasa: desaparecen los comercios de barrio, empiezan a aparecer comercios para turistas, la dinámica de la zona cambia y, de la noche a la mañana, como te descuides, te ponen un par de orejas de plástico y te piden que empieces a imitar a Mickey Mouse...

Todo ello, ojo, sin contar ruidos y, sobre todo, esa sensación de "ciudad absolutamente tomada", donde parece más el Metro de Tokyo en hora punta que esa ciudad bohemia y cuqui, donde se respira paz y armonía, previo pago de su coste (recordemos: "El gilder / Euro...").

Entonces... Qué hacer?

Esta es la parte más interesante: la forma de solucionar eso es tan sencilla como directa... Encarece las estancias turísticas y a ver qué pasa.

AirB&B es una plataforma que básicamente destruye el sector hotelero: hora de meter en vereda a quién y cómo puede alquilar apartamentos a corto plazo (se ha hecho en Nueva York, por ejemplo). Tasas turísticas a tutiplen y, quizás, intentar poner más orden y concierto en los servicios de la ciudad (si tienes un problema cuantitativo y cualitativo, el corrector más fácil es el factor monetario).

Se sabe que lo están intentando y que la ciudad ha llegado a acuerdos con la compañía americana, pero la realidad es que el afán es sólo recaudatorio, no disuasorio.

Mientras tanto, los alquileres y el precio de la vivienda para los residentes se disparan y, de fondo, el propio ayuntamiento establece medidas para que los estudiantes no puedan compartir piso en Ámsterdam.

Dato curioso: el 20% de las viviendas en Ámsterdam se están comprando al contado, sin uso de hipotecas (todos ellos signos inequívocos de que la ciudad está fomentando un tipo muy definido de residente, con alto poder adquisitivo).

Porque de eso va esta historia: quieren ser Buthan (donde sólo la visa de estancia de turista cuesta 100 dólares al día) pero no quieren asumir los costes de transición hacia ese modelo ("Quiero todas las ventajas y ninguno de los inconvenientes", ya nos va sonando).

De fondo, el sector HORECA (Hoteles, Restauración y Catering) de las uñas, porque si ese cambio supone empezar a tumbar lugares de comida barata, pues al personal puede que no le haga gracia (los residentes quieren servicios para personas que viven allí: una tienda de souvenirs es la última cosa que un residente necesita).

Y de paso, muy holandés, absoluta falta de auto-consciencia: en lugar de mirarse un poquito en el espejo, a ver si a lo mejor el problema tiene que ver algo contigo, aquí el personal tirando balones fuera, como si la cosa no fuera con ellos, pobrecitos, invadidos por esos extraterrestres que nadie sabe ni de dónde ni cómo llegaron a la ciudad.

Lo diré siempre: vivo en una sociedad honesta que, ante el brillo del vil metal se transforma, lo cual no es ajeno a otras sociedades, pero sí remarcable en una sociedad que se auto-proclama poseedora de según qué virtudes.

Seguiremos informando.


Paquito
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Comentarios

  1. Ha dicho putas! Ala, a tu madre que vas a ir...
    Yo recuerdo cuando fui (era un febrero) decidimos quedarnos en la zona de "Where eagles dare" y fuimos al cogollo (también llamado almendra o almeja según tu lugar de procedencia, en el caso de donde vivo yo, el cajjco [pronunciar con acento Bono]) nada más que un par de veces por el problemón de gente que hay.
    Y encima eso, el turismo a lo que va, a fumar porros y a ver golfillas.
    Y luego el tema AirB&B, donde cada persona hace lo que le da la gana, te alquilan auténticos chamizos a precios de palacio.

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    1. Si ejjjjj que soy un mal hablado: así me va :-))

      El problema de las ciudades fetiche es que se acaba haciendo negocio a costa de los habitantes de la misma: ese es el problema de fondo.

      Y cuando una ciudad se convierte en zoo, más próximo a las imágenes de trashumancia cuando los pastores cruzan la Castellana con el rebaño, que en una ciudad normal, pues ya sabes lo que toca.

      No me extraña lo de AirB&B: ya digo que hay unos cuantos haciendo el negocio de sus vidas.

      Gracias por pasarte por aquí y gracias por tu comentario.

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  2. Muy buenas.
    Siempre he pensado que Amsterdam es una ciudad preciosa si pudieras matar a la mitad de la gente.
    Cuando llegamos hace unos anos aqui, la familia y amigos siempre querian ir a ver Amsterdam y, por supuesto, nosotros los acompanabamos. Hemos aprendido la leccion y ahora les acompanamos al tren y les deseamos suerte.
    Es un parque tematico y los amsterdamers unos hipocritas que se quejan de los turistas, pero cuando salio el veto de la maria todos en contra, que nos joden el chiringuito. Con su pan se lo coman.
    Ahora solo vamos a Amsterdam si queremos ver algun museo especifico o al Concertgebouw puntualmente.

    El doble combo de la mala ostia y arruinarte el dia y la noche anterior es

    Redoble de tambor....

    Tener que ir al consulado a arreglar los papeles de los churumbeles o pasaportes.
    Es una sinergia de la mala ostia que te de conducir en Amsterdam con las ganas de matar a tus compatriotas por la ineficaz burocracia del consulado (aparte de sus modales).

    Aqui en Rotterdam siempre dicen que lo mejor de Amsterdam es el tren de vuelta a Rotterdam.

    Saludos.

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    1. Buenas:

      Gracias por pasarte por aquí: no suelo ir a Ámsterdam, porque le cogí manía (soy muy rarito)...

      Disfruto de la ciudad cuando estoy solo y, por supuesto, siempre le pago una visita a la Biblioteca Central, donde uno se aísla del mundo un poco.

      El problema (no estoy loco) también lo has visto tú: no quieren cierto tipo de turistas, pero acto seguido se niegan a aplicar la ley de restricción de venta de María a los no-residentes...

      No quieren lumis en El Barrio rojo, pero no le meten año a los prostíbulos tradicionales: "Quiero todas las ventajas, pero ninguno de los costes de oportunidad de mis decisiones".

      Luego se quejan y se ponen a acusar a Ryanair (que les ha dado en la boca con los números: ese viajero tan guarro, que tan poco les gusta, en la mitad de los casos es uno de los suyos).

      En fin: da para reír y llorar a la vez...

      Gracias por pasarte por aquí y gracias por comentar :-))


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  3. Buenos días...

    Como bien dices, no se puede estar en mmisa y repicando...

    El problema de Amsterdam es similar al de tantos y tantos lugares de la costa mediterránea española, que cada año se ven invadidos por un turismo tipo Springbreakers que vana a lo que van... la diferencia es que esta vez son ellos los invadidos, y no parte de los invasores.

    Yo le comento a mis colegas, que no hay nada como vivir en la Europa de "1ª División", ojo digo vivir, no turistear, para que se te caigan montones de mitos al suelo.

    De hecho, ando pensando en una entrada al respecto (Cuando tenga tiempo).

    Antxon.

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    1. Buenas:

      Verídico: hace unos años, un canal español decidió montar un rollo tipo "Alemanes en Mallorca", pero con españoles en Alemania.

      Pusieron cámaras ocultas y rodaron: los alemanes llamando de todo a los actores.

      Entonces pararon y le explicaron a la gente que todo estaba preparado: les invitaron a ver las imágenes de sus compatriotas en España.

      Los alemanes sintieron vergüenza ajena.

      Cuando uno va a volumen y no a calidad, acaba sucediendo eso: miramos la cifra de turistas, pero miramos poco el gasto medio, además de no intentar depurarlo (Magaluf es un agujero infecto, pero la gente que vive del agujero infecto serán los últimos interesados en cambiarlo).

      Todavía recuerdo cuando se intentó poner una tasa de un Euro por día, por turista, en las Baleares (el sector hotelero y hostelero se les tiró a la yugular).

      Éste es el nivel, damas y caballeros...

      Mil gracias a ti también por tu visita y por tu comentario.

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  4. Odio Amsterdam con todas mis ganas. Sería una ciudad de lo más maja si no dejaran entrar a los turistas....la ciudad me estresa y me pone de mala leche, no me gusta caminar a empujones, entre gente con menos educación que mi perro haciendo el garrulo. Y el pestazo a porro ya lo has dicho tú.

    A las visitas, como Leopol, los meto en un tren dirección amsterdam, con un mapita en la mano y una reserva en un tour gratis. Por la tarde los voy a recoger (suelo quedar con ellos en la biblioteca), los llevo a cenar a mi thai favorito (ThaiBird snackbar) y tren a Utrecht.

    Y hablando de cruceros, hace poco vi un documental sobre el turismo de cruceros. Se centraban en como han destrozado Venecia, como Barcelona va en camino y la tercera no recuerdo cual era...da penica verlo: http://www.arte.tv/guide/es/066309-000-A/tourist-go-home

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    1. Buenas,

      Un honor, como siempre, tu visita y tu comentario.

      El turismo es la nueva burbuja y la nueva plaga: en Barcelona están intentando meterlo en vereda (de las cosas en las que creo que Ada Colau tiene toda la razón del mundo), porque aquello ya es un zoológico (recuerdo a un compañero mío que solía vestir camisetas de "Zoo York": creo que si las hacen en Barcelona, le sacarían un buen provecho).

      Y aquí todavía es mucho peor: es una ciudad muchísimo más pequeña, con canales entre medias (yo no entiendo como no tenemos más muertos o heridos por atropellamiento con los tranvías).

      La biblioteca central, en cambio, es una joyita que tuve en placer que casi inaugurar, cuando llegué (entonces, el Wifi era gratis: those were the days :-)).

      Me apunto lo del documental: mil gracias por el recurso y, de nuevo, gracias por la visita y el comentario.

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