La historia de la Marihuana en Holanda

Muy buenas:

Cuando uno dice "Holanda", una de las cosas que, sobre todo, la gente más joven te dice, va sobre el rollo de poder comprar Marihuana en los famosos Coffee Shops.

También te preguntan si consumes y cosas así, claro está.

Me parece que hay cosas que explicar para aquellos que no sepan cómo funciona el asunto, por cuanto hay muchos malentendidos, dichos y leyendas acerca de una actividad comercial y de una sustancia atípica en otros países (por no decir alegal o, directamente, ilegal).

Te cuento esto a raíz del segundo experimento que Holanda quiere llevar a cabo, que tiene que ver con la legalización del cultivo de la planta y sus consecuencias.

Empecemos por el principio...

En Holanda, el consumo, posesión y comercio de drogas blandas no medicinales descritas por "La ley del Opio" es, teóricamente, ilegal (esto me ha dejado patidifuso).

Dicho lo cual, los holandeses en su día (entre 1976 y 1980) deciden que, por mucho que uno quiera ponerle barreras al campo, es mejor intentar encauzar las cosas, asumiendo que una sociedad completamente libre de drogas es imposible.

Ahí aparece el palabrejo "gedoogbeleid" (pronunciado "jedoujbelaid") o "política de tolerancia", que son una serie de pautas donde se decide qué perseguir (las drogas duras, determinadas como en las leyes del opio) y qué no (las consideradas como drogas blandas, como la marihuana).

Nota: ese "gedoog" ("tolerancia") es también la base teórica que llevaría a Holanda a regular la muerte asistida, o eutanasia, de la que hablamos en el post anterior.

Como ciertas sustancias se dejan de perseguir criminalmente, algunos holandeses, muy espabilados, deciden que, si no se persigue es legal, empezando a vender dichas sustancias en los famosos coffee-shops.

Ahí es donde el gobierno holandés va, más o menos, dejando hacer e intentando regular como buenamente puede la situación de estos establecimientos hasta 1996, año en el que el gobierno holandés decide establecer nuevas condiciones de venta de estas sustancias dentro del marco de la ley del opio, incluyendo los permisos y requisitos de los establecimientos que quieran hacerlo.

Como curiosidad, entre otras cosas (hay más; uno no puede simplemente coger y abrir un coffee-shop a las bravas), las regulaciones de los coffee-shops establecen que:

- No pueden acceder al local menores de 18 años.
 No pueden tener más de 500 gramos de marihuana en el establecimiento en ningún momento.
- No pueden publicitarse.
- No pueden vender drogas duras (determinadas por la Ley del Opio, ya mencionada).
- No pueden vender más de 5 gramos de marihuana por día a la misma persona.

Hecha la ley, hecha la trampa

Si eres una persona intrépida y observadora, te habrás dado cuenta de que, en ningún momento, he hablado sobre la producción de las sustancias: mientras que el consumo y posesión está despenalizado, y la venta está regulada, la pregunta que nos queda responder es cómo y de dónde llega la sustancia al coffee-shop para que tu finalmente la puedas adquirir.

Y ahí es donde entra la madre del cordero: en su día, esto, con el rollito de "ser tolerante", se dejó pasar (porque una cosa es regular la venta y despenalizar la posesión y consumo, y otra cosa es meterte a regular la producción de una sustancia que es ilegal por medio planeta).

Esa es la parte interesante: la producción de cannabis en Holanda es ilegal. Cada año, hay docenas de redadas de casas residenciales que son utilizadas como invernaderos para producir la marihuana que, más tarde, llegará a coffee-shops, será vendida a redes de narcotraficantes que la exportarán a otros países o lo que sea.

Las redadas policiales son cada vez más sofisticadas e incluyen helicópteros son sensores de calor, donde se buscan casas cuya temperatura exterior sea anormalmente alta, o consumos eléctricos desorbitados (en algunos casos, los plantadores, que suelen alquilar dichas casas, roban la luz a sus vecinos, para que así parezca que ellos no están haciendo nada raro).

Me da a mí que el de la casa de en medio o es muy friolero, o está haciendo algo raro...
¿Cómo se resuelve el entuerto entonces?

Pues muy fácil (muy holandés, literalmente): dejar hacer, pero no realmente (en realidad, a veces los holandeses me recuerdan a los gallegos: cosas mías).

La filosofía se podría traducir, en términos coloquiales, como un "Yo no le pregunto al del Coffee Shop de dónde diablos llega la marihuana, la cual será vendida legalmente a consumidores, los cuales no tendrán problemas para poseerla o consumirla, pero pobre de ti como te pille produciéndola y vendiéndosela al del coffee-shop".

Y ese "gris" en la cadena de distribución es donde, durante años, el gobierno holandés se ha estado moviendo con las dos barajas: dejar hacer (venta y distribución desde el coffee-shop hacia el cliente) pero perseguir a su vez (la producción y distribución hacia el canal legal de venta).

Eliminando el Gris

Los holandeses, a pesar de ir de tolerantes y demás, al final son como cualquier centro-europeo y, como tales, les encanta el orden, el concierto y las leyes, para que las cosas no se les vayan de madre.

Es decir: la parte de gris de toda esta historia (producción y distribución a los coffee-shops), hasta ahora, ha sido perseguida y, como esto va de hacer todo "como Dios manda", el gobierno holandés quiere ahora empezar a caminar en la dirección de legalizar toda la cadena.

Así dicho, tu y yo, que no somos probablemente expertos, lo veríamos con buenos ojos porque, al final, la historia es de, efectivamente, aceptar que no se pueden poner puertas al campo, que hay sustancias muchísimo más nocivas de la marihuana (el alcohol siempre viene a mi cabeza) que son perfectamente legales y que, para qué permitir entonces que un sector esté controlado por criminales, si legalizando la actividad nos ahorramos problemas y, de paso, recaudamos más impuestos (todo lo que es legal acaba pagando impuestos de una forma o de otra: aforismo).

Pues aquí es donde llega la parte divertida: el gobierno decide hacer 5 "experimentos", programas piloto, en cinco ciudades diferentes, donde lo que se quiere es introducir a una entidad legalmente cualificada para producir la marihuana y venderla a los coffee-shops.

Y los propietarios de dichos establecimientos dicen que "nanai" (en particular, los de Ámsterdam, que es la ciudad con mayor número).

¿Cuál es el problema?

El problema de regular o intentar legalizar algo que ya tiene una cierta dinámica es que, o bien permites que todo el mundo que lo esté haciendo pueda legalizarse, o que tenga al menos las mismas oportunidades que los demás para hacerlo, o empezamos con los problemas.

Esos programas piloto establecen que, en las ciudades donde se lleven a cabo estas experiencias, los coffee-shops sólo podrán comprar el cannabis a las entidades a las que, durante esa fase del experimento, estarán legalmente capacitadas para ofrecer el producto.

Esto, de por sí, crea varios problemas:


  1. Quizás ese productor no tenga o no produzca las variedades de producto que tu quieres vender.
  2. Tu proveedor habitual, de pronto, se queda fuera del circuito.
  3. Si al final el piloto no funciona o lo que sea, la empresa a la que permitiste legalmente vender esa sustancia deberá desaparecer (porque, si esto no se aprueba, recordemos, la producción y distribución de marihuana al por mayor es ilegal en Holanda).
  4. Si el piloto funciona, la empresa que formó parte del piloto partirá con ventaja, lo cual, de por sí, crea un favoritismo que, tu y yo que hemos visto un par de cosas en nuestros países, nos huele a dedazo.
  5. El precio: el hecho de que todo sea transparente supone que tu, coffee-shop, trabajas con ventaja sobre tu proveedor, el cual trabaja desde la oscuridad... El hecho de que tu proveedor ahora también sea legal supone que el precio va a ser mucho más transparente, pudiendo así subir o bajar (ahora la oferta puede contrarrestar al poder de la demanda).


¿Cuál sería la solución?

Esto de los pilotos me da que, en el fondo, lo que busca es beneficiar a una serie de señores que se quieren llevar una enorme porción de una tarta que, a día de hoy, es difícil de cuantificar, por cuanto no se sabe realmente ni quién produce el producto ni en qué cantidades.

La solución óptima sería la siguiente: determinar unas normas, unos requerimientos que garanticen que todo va a estar controlado (desde la seguridad física del producto, hasta la seguridad en los productos utilizados para su producción y distribución), establecer un periodo de adaptación (ponle un par de años para que el personal busque o construya invernaderos, monte sus empresas legalmente, se aseguren de que pueden cumplir todos los requisitos legales) y a correr.

No es tan difícil: lo hacemos constantemente con todo tipo de nuevos sectores, productos o tecnologías.

¿Por qué no hacerlo así?

Porque desafortunadamente las escuelas de comercio, los MBA, Másters en chorradas importantes y Post-Grados en gilipolleces varias no se pagan solos ni se pagan para, simplemente, usar el sentido común.

Eso, sería demasiado fácil y obvio (además de que se les caería el chiringuito).

Algo que observo mucho en mi vida es la constante traslación de metodologías aplicables o creadas para un propósito y un contexto concreto, a otros propósitos y contextos que nada tienen que ver.

Esto del piloto huele a no entender cómo funciona la realidad: algún niñito (o niñita: la estupidez no tiene género) junto con el político de turno jugando al simulador de negocios, donde, como digo, no se entiende cómo funciona la realidad y, sobre todo, donde uno cree que lo aprendido en un contexto y para una situación es aplicable a todo.

Porque suena "cool", hacer un piloto, sin entender realmente las consecuencias del mismo y lo que conlleva (mucho menos cuando, ese piloto, se aplica en el contexto de legalizar una actividad actualmente criminal).

A ver cómo termina la cosa: de momento, Ámsterdam (los coffee-shops de la ciudad, en ese caso), se niega a participar por lo ya expresado.

Y esa es, quizás, la moraleja de toda esta historia: nada en esta vida va sobre ti, sobre tu libertad, sobre tus derechos, sobre lo que es correcto y sobre lo que no lo es.

Todo, siempre, al final, va sobre el dinero y de quién puede beneficiarse de que algo se haga de una forma o de otra.

Recuérdalo: una vez que eres mayor de edad, se te da derecho a votar a cambio de tu dinero (ya eres un adulto, así que se espera de ti que seas un contribuyente y un consumidor obediente).

A cambio, mira qué guay, te podrás fumar un porrito de vez en cuando.

Un abrazo.


Paquito
Emilio: sugerenciasapaquito (arroba) yahoo (punto) es
Twitter: @paquito4ever

Comentarios

  1. ¡Gracias por el comentario de los gallegos! Te lo digo sinceramente, muchas veces pensé que, siendo atlánticos, tenía mucho que ver con los holandeses, jajaja. En cuanto al asunto... ¿Tú has visto cuándo hay una operación anti-droga por estos lares, en los invernaderos de Almería, por ejemplo, quién está detras de todo el cotarro? Siempre, SIEMPRE, hay un holandés. Y recuerdo perfectamente cuando en el curso de holandés que hice cuando vivía ahí, la profesora nos habló de la "zwarte door" de los coffee-shop porque claro, todos los estudiantes siempre preguntan por el tema de la marihuana cuando llegan a Holanda.

    En fin, negocio, que es lo que les va a ellos, pero en este tema se meten en un lío supremo.

    Apertiñas!!

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    Respuestas
    1. Buenas:

      Gracias por la visita y el comentario: todo un placer.

      La parte pragmática de su forma de hacer las cosas se basa siempre en el negocio: "pragmatismo", aquí, se traduce en "Muy bien: ¿Cómo podemos sacar tajada de esto?".

      Es decir: mercantilismo puro y duro.

      No es un mal criterio (son realistas), pero a veces se pasan un poco (la biblioteca central de Ámsterdam está a un espacio de ocio más de ser un puto centro comercial, donde ya conviven 3 restaurantes, si no recuerdo mal).

      Ese pragmatismo tiene sus ventajas, pero también determina que todo al final se compra y se vende (lo cual, en cierto modo, es cierto: el pragmatismo es frío como el acero).

      Y a veces, ese pragmatismo me pierde (me paso la vida hablando por aquí de un héroe literario que peleaba contra molinos de viento: a veces, está bien dejar ciertas cosas detrás y, simplemente, dejarse llevar).

      Han tenido otras "ideas" que han salido muy mal y han costado barbaridades al erario público (lo cual me lleva a la idea que describo en el blog: o están jugando a hacer lo que les enseñaron en el MBA o, simplemente, aquí alguien se lo puede llevar muy crudo).

      Poco más que decir: gracias una vez más por la visita y el comentario :-)

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  2. Buenos días,

    Yo personalmente nunca he probado semejante porquería, pero entiendo que aquellos que quieran hacerlo, por mi les daría plena libertad si así lo desean...

    Pero claro, partiendo de dos premisas fundamentales. La primera es que quién lo pruebe lo haga con pleno conocimiento de causa, y la segunda es que los problemas que ello te ocasione te los sufragas de tu bolsillo, no con cargo a los impuestos ajenos.

    Otra cosa es a ver quien le pone el cascabel al gato y da la cara si la cosa sale mal... Bussiness as usual.

    Antxon Urrutia.


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    Respuestas
    1. Buenas:

      Me tocaba responderte (hoy estoy respondiendo a todos los comentarios pendientes).

      Gracias por pasarte por aquí: todo un placer y un honor, como siempre.

      A mí me parece que los Estados que venden Alcohol de forma legal tienen pocos argumentos para tener problemas con la marihuana.

      El alcohol es una droga muchísimo más peligrosa: la marihuana no vuelve a las personas violentas ni te puedes morir de sobredosis (te da como mucho un bajonazo de tensión, pero lo del "coma etílico", que parece una constante en los hospitales de todo el mundo los fines de semana, no es ninguna broma).

      Lo mismo sucede con el tabaco: en términos de salud, la María es más sana que el tabaco (menos mierda dentro).

      El problema radica aquí en la hipocresía: se empieza mirando para otro lado, se permite la comercialización pero no la producción... Y esto, simplemente, por hipocresía, porque los holandeses le deben pleitesía a los americanos, con su guerra contra las drogas, mientras los yankees, estado por estado, ya la están legalizando (sigue siendo un crimen federal, por cierto).

      De ahí viene ese loophole y, ahora que ya lo pueden cerrar, pues en vez de hacerlo bien, quieren jugar al Monopoly del contribuyente, porque los ayuntamientos tienen jefes de proyectos ociosos jugando al SimCity y quieren pretender que la vida es como un videojuego.

      En el fondo es adorable...

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  3. Yo intuyo que los coffee shops no quieren saber nada de este jueguito nuevo porque les puede causar problemas con los proveedores actuales, y los proveedores actuales fijo están relacionados con mafias y estas cosas...a ver quien es el guapo de cabrearlos...

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    1. Los coffee shops no quieren entrar en el juego porque limitar tu distribución a un solo proveedor les puede evitar acceder a las cosas que actualmente están comprando y, de paso, a lo mejor tienes razón, meterse en líos con sus proveedores habituales.

      Desde el momento en el que la comercialización de algo es legal, la legalización de la producción debería ser un juego de niños (lo difícil es regular la distribución, no la producción).

      Por eso, esto huele a niño con MBA jugando al SimCity... Huele a kilómetros (como el jefe de proyecto de mi gemeente que, durante meses, ha jugado al Simcity con las basuras para descubrir algo que, quizás en un próximo post, explique).

      Un abrazote,

      Paquito.

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  4. con 5 gr al dia estamos mas que bien, aunque haya que ir todos los dias

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