Aislamiento, Confinamiento y rutina

Buenas:

Ha pasado un tiempo y seguimos más o menos como la última vez: hace seis meses que trabajo desde casa, la poca vida social que tenía antes se ha reducido a casi cero, no blogueo, porque tengo un agotamiento mental curioso y que ya me empieza a preocupar (sobre todo lo de escribir en castellano: poco a poco, el inglés se va apoderando de mí, por cuanto es el idioma en el que estoy pensando, escribiendo y hablando todo el día). y la vida, como iba diciendo, se acelera, dentro de esta extraña situación.

Espero que, según leas estas palabras, tanto tu como tu familia, amigos y demás estén bien: es un tiempo extraño, sobre todo para aquellos que tenemos vidas en lugares lejanos esperándonos, cuando alguien te manda un mensaje o, cuando simplemente preguntas a la gente que cómo va todo.

Una de las cosas más extrañas que estoy viviendo estos meses es la cantidad de llamadas telefónicas (a través de WhatsApp o de Facetime: la llamada telefónica de toda la vida ha muerto) que hago últimamente.

Casi todas las noches, llamo a alguien y empezamos a hablar... Ahí es donde te pones al día y, sobre todo, haces un poco de terapia mental (el aislamiento acaba pasando factura, te lo aseguro), junto con bromas, chascarrillos y cualquier chorrada que se te pase por la cabeza para, por una parte, hacer sonreír a alguien y, por otra, por aquello de mantener activa la parte del cerebro que se atribuye a la creatividad.

Porque, si algo te aseguro que he aprendido (o que estoy aprendiendo) de esta historia, es que, en una isla desierta, antes que a un chico o a una chica guapa a la que le pondrías un kiosko en la Gran Vía, es mucho más útil una persona que tenga buen sentido del humor y paciencia.

Mucha, mucha, mucha paciencia.

Porque soy un toca-narices profesional... Y si me encierran seis meses contigo, te lo aseguro, te las acabaré tocando a ti.

El confinamiento trajo un montón de kilos, fruto del sedentarismo, de trabajar un montón de horas en una habitación de estudio que está a tres metros de la cama donde duermo y, como colofón, un estrés que, en este que te escribe, se transforma en un apetito voraz.

Y después de los kilos, vino la reflexión, el cambiar la forma de comer, el empezar a trabajar un poquito menos y, sobre todo, el empezar a mover el culo, momento en el que, curiosamente, la báscula comenzó a cambiar el número que me enseñaba todas las mañanas, cada día con uno un poquito más bajo que el anterior.

Ahí debo decir que, al menos, poco a poco, me he puesto en la buena senda, porque han sido unos meses terribles (y, por lo que hablo con mis compañeros de trabajo, en general, la tendencia ha sido parecida: ahora estamos todos, curiosamente, sin habernos coordinado, intentando cuidar de nuestra salud).

Detalle (es sólo un detalle tonto): en las últimas semanas voy al supermercado una sola vez y, básicamente, sólo compro verduras, agua y bebidas sin azúcar... Hace apenas un par de meses, estaba yendo al supermercado tres veces a la semana, gastando en cada visita el mismo dinero que me gasto ahora en una sola.

La rutina es la parte que no me importa, pero lo que sí noto, como en estos momentos, mientras te escribo, es el cansancio mental: me cuesta concentrarme, me cuesta relajarme y me gusta centrar mis pensamientos de una forma organizada (todo es un "totum revolutum" donde no existe una estructura definida).

El cansancio también afecta a la memoria: afortunadamente, soy súper organizado, y eso me ayuda a que no se me escapen "muchas cosas", pero todo está conectado (espero que, con la mejora de la salud, las cosas también ahí vayan cambiando).

Intento meditar, pero cada vez que lo hago, acabo con un siestazo que me deja medio lerdo: el otro día, después del trabajo (suelo parar a las 5 de la tarde y retomo por la noche hasta la 1 de la mañana) me tumbé en la cama para intentar hacer un ejercicio de relajación y respiración...

Obviamente, ya sabes lo que pasó: unas 5 horas más tarde, me desperté, con la tensión arterial por los tobillos y mareado como pocas veces en mi vida, lo cual me llevó a, efectivamente, cuando por fin me "desperté" y conseguí ponerme a trabajar, cuando se supone que me tendría que haber ido a la cama, esta vez como una persona de bien, mis biorritmos decidieron que no era así, acabando durante dos o tres días con el cuerpo como si hubiera hecho un viaje a la otra punta del mundo y tuviera Jet Lag.

Detalle de que nos hacemos mayores: ni yo, ni mis amigos consideramos, ni remotamente, el salir una noche y trasnochar (que es lo que me pasa a mí cuando intento hacer un ejercicio de relajación de YouTube y acabo como si me hubieran drogado y apaleado :-)).

De partir la pana en mis años mozos (tampoco fui un fiestero, ojo, pero tuve alguna que otra noche mítica) a estar que se me caen los ojos a la mínima que mi cuerpo toma una mínima posición horizontal (una novieta mía decía que yo era como una muñeca Nancy, que tenían un mecanismo por el cual, cuando la ponías tumbada, los ojos se le cerraban). 

La cuestión es que las cosas van poco a poco: lo más importante es que, de momento, todos estemos sanos y, sobre todo, que siga así.

Es un placer saber que, al menos tu, pareces estar bien: has llegado a este blog, así que tan mal no estarás :-))

Un abrazo enorme, 


Paquito

Emilio: sugerenciasapaquito (arroba) yahoo (punto) es

Twitter: @paquito4ever

Comentarios

  1. Sí, estamos bien por Galicia. Salimos, aunque no a terrazas ni a bares, incluso algún viajecito nacional hemos hecho este verano a lugares poco frecuentados (Extremadura). Como sabes, el españolito medio es más lerdo que tú y yo porque se pone la mascarilla en el codo y celebra la comunión del churumbel con 100 personas (verídico) y luego se pregunta "¿¿pero cómo va a haber un rebrote si yo cumplo todas las normas??". Y prepárate porque llega la vuelta al cola, esta vez sin Corte Inglés porque ha metido la gamba en su campaña de publicidad, si la buscas averiguarás por qué. Resulta que aquí no te puedes juntar con más de 10 personas pero en las aulas tendrás 25... todo muy coherente. Y lo peor, no podría ser menos, Madrid. Yo creo que esta muchacha que está de presidenta de la comunidad está peor que Juan Cuesta, otro presidente de la comunidad más mediático y que encarnaría muy bien la situación actual de la pandemia en la capital del "reino" (no sé si queda poco para que siga siendo reino). En fin, ánimo y atentos al otoño que va a ser peculiar.

    Abrazos desde Galicia

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    1. Hola Alfonso :-))

      Gracias por la visita y el comentario: todo un placer como siempre.

      Irresponsables hay en todas partes, pero supongo que es la falta de consciencia y la ignorancia la que ella a situaciones como las que describes.

      Sobre todo lo demás... El caso es que lo de la analogía con el Presidente de la Comunidad de la serie de televisión, lo creas o no, está muy bien traído (pero esto, quizás, es algo que sólo dos personas pueden entender: la típica broma privada que nadie más podría encontrar interesante o divertida).

      Cuídate: lo de la vuelta al colegio es algo que quiero ver cómo va.

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  2. Sabemos cambiar, podemos cambiar; otra cosa es si queremos. Me gustaría saber si los participantes en este blog detectáis la reluctancia al cambio que detecto a mi alrededor. Claramente Paquito está siendo rápido en adaptarse, como nos cuenta. Pero hay bastantes casos de gente que parece creer que la nueva normalidad será la normalidad que conocieron, la normalidad que les puso en el favorable lugar que ocupan, la que les permitió ser ciegos ante el cambio climático, ante la creciente desigualdad, ante las rigideces de sistemas fiscales ladrones.
    Esa voluntad de seguir en la catástrofe es tan mala como el virus, me dice mi entendimiento. Dudo quE cambiemos de escenario hacia donde nos señalan los carcamales.
    Un abrazo desde Madrid, donde campean.

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    Respuestas
    1. Hola Pedro:

      Gracias por la visita y el comentario: todo un placer y un honor :-)

      No te creas que la adaptación ha sido sencilla: el primer mes de confinamiento lo pasé mal (sobre todo a nivel laboral: nos guste o no, la rutina de nuestras vidas adultas, de lunes a viernes, pasa por un mínimo de la mitad de tu tiempo despierto en un lugar donde haces cosas de determinadas maneras).

      A partir de ahí (y, por lo que veo, no soy el único), la cuestión de no salir de casa, un sedentarismo llevado al siguiente nivel y, en los últimos tiempos, curiosamente con el calor, el que la gente ha empezado a salir de casa o, por lo menos, empezar a cuidar más de su salud.

      Sobre el cambio climático: se estima que este año será el menos cálido de los 25 que vienen (dato que nos debería aterrar).

      La adaptación a la situación, a nivel micro, es una cosa: a nivel macro, nada cambiará (salvo que alguien se beneficie y ese alguien tenga la capacidad de influencia suficiente para que se le permita).

      Un saludo enorme y cuídate :-)

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