Perdiendo la fe en la humanidad

Buenas:

Te levantas un domingo por la tarde (es domingo, no me juzgues, que llevo una temporadita que no te creerías), abres el ordenata, te pones con el cursillo de Internet con el que quieres aprender cómo hacer unas historias en la nube y, entre capítulo y vídeo explicativo, te pones a leer la prensa.

El periódico español “EL PAÍS” te publica la siguiente noticia:

Solo el 24% se vacunaría lo antes posible contra la covid

https://elpais.com/ciencia/2020-11-14/solo-el-24-se-vacunaria-lo-antes-posible-contra-la-covid.html

El subtitular te hace temblar: “Cuatro de cada diez españoles cree que hay una conspiración detrás de las vacunas, según la encuesta de 40dB para EL PAÍS".

Empezamos bien...

Como te decía antes, llevo una temporadita donde, entre unas cosas y otras, estoy perdiendo la fe en la humanidad.

De vez en cuando, lees algo que te hace recuperar la fe en el ser humano: algún gesto bonito, alguna anécdota que te muestra la bondad de las personas que pueblan este planeta, momento en el que sonríes o, si te pilla melancólico y sensiblero, se te cae una lagrima por la mejilla, descubriendo que, efectivamente, todavía queda gente buena por ahí.

Hay un artículo pendiente sobre las elecciones americanas y aviso: no va a ser de color de rosa, pero no quiero hacer spoilers.

Pero cuando te levantas un domingo y lees lo que el artículo describe, te da que pensar sobre en qué dirección va la población del planeta, además de reafirmar, una vez más, que deberías desconectarte de las redes sociales.

Creo que eso es, de lejos, lo mejor que he hecho en muchísimos años: escapar de lo que, ya lo sabemos, se ha convertido en una peligrosa herramienta que alimenta tus peores instintos, la polarización entre personas, la creación de burbujas donde sólo oyes voces que confirmas lo que ya piensas y, en general, una fórmula para entontecerte.

Esto último, además, lo estoy viendo en mi entorno: gente perfectamente cabal e inteligente, gente de un cierto nivel, cayendo de pronto en la trampa de la reafirmación en lo que uno piensa, con independencia de que pueda tener razón o no.

El diálogo se ha perdido: todo el mundo cree que tiene la razón absoluta (algo que, como ya sabemos, matemáticamente es sólo un símbolo: nada es absolutamente incierto y nada es absolutamente seguro).

Te estás yendo por la tangente...

Perdón, que me voy del tema (me lían, Fiti: me lían).

El artículo muestra una serie de datos que, de por sí, son preocupantes, pero que, a su vez, reflejan que algunas historias, basadas a veces en aspectos que pueden tener una cierta base aunque, a su vez, gracias a las redes sociales y la desinformación, confirman lo que las diferentes burbujas necesitan para reafirmar sus postulados.

Hay cuatro preguntas cuyos resultados creo que te lo dicen todo:

  1. El 64,9% cree que el Covid-19 Es un virus creado en un laboratorio.
  2. El 8.1% creen que las redes 5G propagan la covid.
  3. EL 15% cree que no es tan peligrosa, es como una gripe.
  4. El 40,1% cree que hay una conspiración detrás de las vacunas.

Vayamos por partes...

Sobre el primer punto: el virus aparece en China, una dictadura donde, algunos de los doctores que empezaron a alertar del asunto, fueron reprendidos por el gobierno.

A partir de ahí, lo que uno quiera creer... Yo no sé si fue creado en un laboratorio o no (personalmente no lo creo), pero ya hemos tenido, en los últimos 10 años, otros “sustos” con explosiones epidemiológicas en Asia Pacífico.

Ninguna fue jamás atribuida a la creación de los bichos en laboratorios: ésta, como se ha ido se madre, entonces sí.

La segunda (lo del 5G) es para echarse a llorar: casi 1 de cada 10 personas en España cree que las redes 5G transmiten el virus.

El argumento, que he llegado a ver, es que si uno ve donde se han instalado las primeras antenas corresponde con los lugares donde más casos han habido.

En economía, se habla de que “correlación no es causa”: curiosamente hay más redes 5G donde hay más población y, obviamente, los virus se transmiten más en lugares más poblados que en lugares menos poblados.

Ésto último se alimenta de una población harta y decadente, deseosa de creer que todo es un complot y, sobre todo, de la falta de cultura, que no de educación, que crea el curioso efecto de la incapacidad de construir elementos de juicio que te hagan cuestionar lo que se te dice de forma racional.

Por así decirlo, tenemos monos y les damos metralletas cargadas por balas: a ver qué sucede cuando uno de los monos descubra el uso del gatillo.

Sobre la gravedad de la infección: el índice de mortalidad es, efectivamente, bajo (si esto hubiera sido una epidemia de Ébola, donde el índice de mortalidad es de un 80%, lo íbamos a flipar), pero sabemos que, principalmente, afecta a personas mayores (también afecta a gente joven, pero con muchísima menos frecuencia).

La cuestión es: ¿Quieres jugar a la ruleta rusa y ver si lo pillas para comprobar si no te hace nada, te destroza los pulmones o se te lleva por delante?

Pues no, sobre todo porque, como sociedad, debemos protegernos, tanto a nosotros mismos como a los que nos rodean.

Planteamientos darwinistas, propios de lugares más primitivos, no caben en sociedades como las nuestras.

Por último, el personal cree que las farmacéuticas están en algún tipo de complot con el tema de la vacuna...

Esto último tiene su historia: los anti-vacunas argumentan, no sin falta de razón, que las farmacéuticas intentan sacar tajada de todo lo que pueden, cosa que es innegable (te vas a USA y miras los casos de las empresas que han subido los precios de medicamentos que, hace nada, costaban muy poquito, pero que como tienen pacientes crónicos, tipo diabetes, han multiplicado su precio hasta niveles inasequibles, porque saben que sus clientes harán lo que sea para seguir viviendo).

Pero de ahí a discutir la eficacia de una vacuna, hay un trecho: el hecho de que todos los países estén multiplicando sus esfuerzos de espionaje informático sobre los centros de investigación médicos de los demás te dice que, el que se lleve el gato al agua, va a ganar mucho dinero, pero ello no quita que, si se consigue, la vacuna no nos hará bien.

Lo cual nos lleva a una terrible realidad: algunas de estas cosas tienen algún trazo de cierta sospecha creíble, pero sobre lo que, a partir de la sospecha, se sustentan todo tipo de mentiras e historias propias de película de intriga.

La elaboración de la mentira moderna

La mentira moderna está basada en una pequeña verdad, sospechas, viralidad y locura.

El ejemplo de las vacunas es harto conocido: las farmacéuticas, a la mínima que les dejes, harán lo imposible por multiplicar su beneficio, lo cual les hace, de por sí, las malas de la película.

A partir de ahí, construyes lo que quieres, la burrada, cuanto más retorcida y absurda, mejor: el algoritmo de tu red social favorita premia y aumenta la difusión de cosas que, o bien te hacen cagarte en todo lo que se menea o, por el contrario, te hace difundirlo con el sentimiento de que, efectivamente, alguien te está diciendo lo que quieres creer.

Una vez que la cosa se viraliza, alimenta el fuego con más fuego: más mentiras, más locura, menos análisis de lo que se te cuenta, más burbuja reforzando lo crees (a favor o en contra, da igual).

El resultado es una sociedad rota que no sabe dialogar, porque no desea escuchar aquello que contradice su pensamiento.

Da igual que tengas razón o no: el daño ya está hecho.

¿Qué hacer entonces?

Se pueden hacer cosas (ésto tiene solución: no es fácil, pero la tiene)...

En primer lugar: si puedes dejar de usar las redes sociales, hazlo (te va a hacer bien, créeme).

En segundo lugar: verifica quiénes son y quienes te cuentan según qué cosas... Algunas de esas personas tienen un reconocimiento académico y una reputación... Otras personas, no (como el doctor loco que empezó a decir burradas sobre las vacunas: el tipo está completamente desacreditado y, de hecho, no puede ejercer como doctor gracias a la burrada).

En tercer lugar: lee... Deja de leer noticias y cosas así: lee libros, aprende cosas nuevas, lo que sea, pero deja de intoxicarte con noticias en la red.

Por último: conoce y habla con gente diferente a ti... Estoy seguro de que, en tu entorno, hay gente que no piensa o actúa como tu.

Intenta hablar con esa persona: no discutas, sólo intenta escuchar...

Los italianos tienen un dicho: "El que se enfada, pierde”... Cuando alguien se empieza a agitar, algo no va bien.

Mi ejemplo es una persona que conocí hace unos años: un tipo brillante, un americano que, al volver a su país, empezó a expresar sus opiniones en Facebook...

El tipo era un fanático de las armas: obviamente, es alguien que piensa de forma diametralmente opuesta a mí, pero jamás cuestioné que, más allá de sus ideas, había y hay un tipo con el que trabajé y que, en el tu a tu, era alguien encantador, divertido y amable.

Su rollo son las armas: yo no lo comparto, ni muchísimo menos, pero cuando hablaba con el, intercambiaba opiniones y, si acercabas tu postura (yo decía que, si querías tener armas, no estaría de más que te hicieran algún tipo de control mental, para evitar que locos suicidas acabaran pegando tiros en un centro comercial), te dabas cuenta de que el también acercaba la suya.

Nada es blanco, nada es negro: el rollo va de, por lo menos, dentro de la diferencia, intentar entender por qué esa persona piensa de la manera que lo hace.

El signo para mí de que, tanto yo, así como la persona que tenga delante, no vamos por buen camino, es cuando uno de los dos está absolutamente seguro de que su opinión es la correcta.

Las opiniones se sustentan en datos: si no es así, son sólo opiniones y, por tanto, son cuestionables.

Si tu opinión está basada en datos objetivos, entonces la cosa cambia, pero pocas cosas se sustentan en datos objetivos: si hablas de política, por ejemplo, muchas cosas son opiniones y, pocas, son sustentadas por elementos absolutamente cuantificables.

Cuando algo se sustenta con datos cuantificables, el tono del debate cambia: puedes cuestionar la fuente, pero si la fuente es buena, entonces puedes intentar cuestionar si correlación es causa, pero si efectivamente las cosas apuntan en la buena dirección y hay otras experiencias que confirman eso, entonces te queda poco por hacer.

El ser humano necesita “una verdad” asumible para sobrevivir: por eso utilizamos “etiquetas” para cuantificar cosas o personas (y por mucho que se nos diga que las etiquetas son nocivas, la realidad es que nos ayudan a determinar el entorno en el que vivimos).

Las etiquetas son buenas porque nos ayudan a crear seguridad: el buen o mal uso de las mismas es lo discutible (la etiqueta “español”, de por sí, no es mala, pero lo será si esa etiqueta va asociada a una connotación negativa, basada en prejuicios irracionales).

Y esto, ojo, lo dice alguien que, efectivamente, hace también mal uso de las mismas (mea culpa, mea culpa, mea culpa)...

Pero nadie es perfecto y casi nadie está en posesión de la verdad absoluta.

Te lo repito: deja las puñeteras redes sociales de una vez... No son buenas para el cerebro: tienes un precioso documental en Netflix que te lo explica maravillosamente bien, explicado por aquellos que han trabajado en esas aplicaciones y los métodos que utilizan para atrapar y retener tu atención.

Y si no las dejas, por lo menos se consciente de que, lo que ves en un muro o en tu timeline, es una visión sesgada de la realidad, producida por una empresa, con ánimo de lucro, que sólo quiere complacer tus instintos de seguridad y certitud sobre la realidad, alimentando tus miedos y tu necesidad de, repito, seguridad y certitud sobre lo que ya crees que sabes.

Te lo puedo decir más alto, pero ya no sé decírtelo más claro.

Un abrazo y ten cuidado ahí fuera...


Paquito

Emilio: sugerenciasapaquito (arroba) yahoo (punto) es

Twitter: @paquito4ever

Comentarios

  1. Hola Paquito,

    Hacía un tiempo que no pasaba por aquí.

    Post interesante, de esos que te hacen pensar. Te voy a dar un poco mi opinión, o la que me ronda estos días. Va por temporadas, como las series de Netflix.

    Cada día soy más incrédulo, más egoista también, aunque me fastidie admitirlo, y más independiente de los demás, si eso era todavía posible.

    El tema de vacuna. Uf, complicado. Yo estoy a favor de la vacuna, por supuesto. No soy negacionista ni antivacunas ni nada de eso. Pero me da un poco de yuyu esta primera ronda de vacunas, digamos. Ya me cuesta el hecho de ir a médicos y que me pinchen y hagan analíticas como para meter en mi cuerpo un bicho que no sé como va a reaccionar (sí, ya sé que en dosis muy pequeñas, controlado, etc. Pero cada cuerpo es un misterio en sí, y más con este bicho cabrón). Supongo que me la pondré, pero ignoro cuando. Por ejemplo nunca me puse la de la gripe.

    El tema redes sociales. Bueno, teniendo en cuenta que tanto tú como yo somos blogueros es un tanto extraño que rechacemos a saco las redes sociales. Yo por ejemplo no tengo twitter, no es algo que me llame. No lo entiendo. Tampoco Instagram. Pero tengo Facebook aunque no lo use mucho, participo en un foro que quizás conozcas, tengo un blog personal, hotmail, wasap... Es muy difícil renunciar a todo eso. Pero sí que trato de controlarme. Cada vez más "olvido" el móvil en casa cuando salgo a pasear, o a un recado. Jamás lo llevé a correr o con la bici (salvo si voy a necesitar orientación). No sé. Trato pasar de el dispositivo todo lo que puedo.

    Sobre "la gente": yo he perdido casi la fe. Lo que pasa en este país, en Europa, en el mundo. Esa obsesión por el buenismo, lo políticamente correcto, esa lucha atroz contra el otro sexo (sorry me niego a decir género), esa politización de todo, la hipocresía, la demagogia, el revolver mierda (de eso en España somos medalla de oro olímpica), etc etc. Me aburre, me cansa, me enoja.

    Llevo meses sin ver telediarios (yo era de ver el del mediodía y el de la noche). Una pequeña excepción estos días por lo de Maradona (D.E.P.).
    Paso. Leo de vez en cuando el periódico. No ya a diario, como solía. Leo las primeras páginas (política nacional) de titular en titular, sin entrar en el fango. Ya no escucho radio noticias. Es una discusión, a gritos, continua. Deberían echarlos a todos. Pero, ¿cómo?

    Mi solución: leer. Seguir leyendo como lo hago desde niño. Sobre todo novelas, muchas novelas. Huir de esta mierda que nos rodea. También Netflix, esa droga que yo acabo de descubrir. Uf, acabé ayer Breaking Bad (en inglés), una maravilla. Creo que es la mejor serie que vi jamás. No te digo más. De la tele nuestra, casi nada. Es un bodrio contínuo. Siempre lo mismo, incluso en Navidad cada cadena te pone a los suyos a dar el coñazo el día de las campanadas. No tienen ideas nuevas, no hacen un especial invitando gente diferente, no, tienes que ver al puto cocinero de siempre, a la pedorra del vestidito imposible, al coñazo de presentador de todos los días. Joder, jamás pensé que echaría de menos a Ramón García. Y ni te cuento a los Martes y trece. Aunque el Mota es una excepción, me sigue encantando (aunque ya se repita demasiado). A veces en Navidad pongo la 2, Cachitos, recordando con nostalgia aquellos lejanos años, donde la Navidad era algo especial, y te quedabas embobado mirando los especiales de la tele. Hasta los anuncios nos gustaban.

    Bueno majo, basta de rollo que te estoy usurpando el blog jaja.

    Oye, me dejaste con la mosca: ¿Cómo descubriste mi blog? ¿en un foro? ¿te lo pasó alguién?

    Cuídate, y a seguir contándonos.

    Un abrazo.

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    Respuestas
    1. Buenas:

      Gracias por la visita y el comentario: todo un placer :-)

      Veo que te has despachado pero a base de bien: "hay tela que cortar", en modo industrial.

      Vayamos por partes:

      El tema de las vacunas me costó, hace poco, una seria discusión con un compañero de trabajo (seria, como pocas)... Una cosa es que la industria farmaceútica no sean angelitos, pero el debate de las vacunas se cerró cuando la vacuna de la polio liberó a millones de personas en el mundo de una vida con problemas de movilidad.

      La diferencia entre redes sociales y cosas como la blogosfera es el motor que mueve los hilos para descubrirte o enfatizarte según qué cosas: Facebook quiere que pases el máximo tiempo posible en su plataforma, ofreciéndote lo que haga falta para que sea así.

      Nada se asemeja a eso: nada.

      La corrección política, como cualquier movimiento, hay un momento en el que "los puristas" toman las riendas...

      Me recuerda a la evolución del protestantismo y como lo que, a priori, era un movimiento de liberación, en algunos casos se convirtió en todo lo contrario (véanse a los amigos Menno Simmons, Johannes Calvin y compañía)...

      Mi ejemplo siempre es Savonarola: para que los suizos te encuentren extremo en el rollo de ser serio, tienes que haber ido muy, muy, muy lejos.

      La tele generalista en España es para llorar (como en Italia o Argentina: siguen el mismo patrón): recomiendo el libro "Mírame tonto", donde una antigua productora de televisión te cuenta lo que los ejecutivos les decían al crear programas talk-shows (refiriéndose a su audiencia ideal como "marujas analfabetas" en el mejor de los casos).

      Sigamos escribiendo pues :-)

      Un abrazo y, de nuevo, mil gracias por la visita y el comentario.

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  2. Esto me recuerda a un mensaje que me reenvió en un grupo de whatsapp un conocido mío al que creía inteligente. El video el youtube te cuenta que la vacuna contiene trocitos de un feto de 5 meses de gestación y que te va a manipular el ADN de forma de que poco más que te resetean el cerebro.

    Mis dos preguntas fueron: coño de donde sacan tantas madres gestantes de 5 meses que quieran donar a su futuro bástago/a por el bien de la humanidad? Y la segunda, si uno puede modificar el ADN con una vacuna, podéis por favor pincharme y hacerme más rubia, más alta, más guapa, más lista, y ya de paso con las tetas más grandes? Y ya de paso vacunar a toda la gente que tiene enfermedades genéticas que hacen que su vida sea miserable? (esto es la buena acción del día para hacer méritos por el aumento de tetas)

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    Respuestas
    1. Buenas:

      Gracias por pasarte por aquí, como siempre (por poco se me pasa contestarte).

      Durante estos meses, algunas personas, en la que tenía cierta confianza intelectual, se han convertido, progresivamente, en talibanes que, aunque les des las buenas tardes, te saltan con conspiraciones o con temas políticos.

      Ojo: con sólo preguntar "¿Cómo estás?" Nada más, nada menos.

      Me ha gustado tu argumento (es genial: el argumento de que te ponga más tetas te lo voy a fusilar, aunque en mi caso irá directamente al tema capilar y, ya que nos ponemos, un par de centímetros de altura, que oye, un poquito más alto, sin exagerar, tampoco me molestaría :-)).

      Aquí es donde yo veo el impacto de las redes sociales y las burbujas que crean: personal fanatizado que sólo sabe hablar de uno o dos temas y que no es capaz de articular una conversación sin que esos temas, que no tendrán nada que ver con lo que estés hablando, salen a colación).

      Tremendo el asunto... Tremendo.

      Una vez más, gracias por pasarte por aquí y gracias por el comentario :-))

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