La gran mentira de la publicidad online
Buenas:
Con eso de que estoy de vacaciones, estoy DEVORANDO información como si lo fueran a prohibir, con el aliciente de que, entre que estoy trasteando con el nuevo cacharrito (que me tiene enamorado), tengo el tiempo suficiente para digerir las cosas de forma racional y, de paso, escribir un poquito más en el blog.
Al turrón, que te lías
Resulta que esta noche, leyendo una página de noticias tecnológicas llamada "Hacker News", descubro una conversación en Twitter, donde se habla del contenido de episodio de un Podcast, llamado "Marketing Today", publicado en Febrero de 2020, donde un antiguo empleado de Uber, que se encargaba en su día de entre otras cosas, el tema de marketing y publicidad online, desvela como después de analizar el comportamiento de su estrategia publicitaria online, descubren como casi dos tercios de un presupuesto total de 150 millones dólares es básicamente tirado a la basura por redes de anuncios que utilizaban todo tipo de estrategias para ordeñar a la vaca sin cumplir el objetivo real.
Tienes el episodio del Podcast (en inglés) haciendo clic aquí:
¿Cuál fue el fraude?
Esta es la parte más interesante de todo el asunto: resulta que, en su día, Uber descubre que aparecen anuncios suyos en páginas de noticias estadounidenses de contenido ultra-derechista.
Con esa información, Uber da la orden de parar la publicación de dichos anuncios en dichas páginas pero, aún después de que sus gestores (redes) publicitarios online supuestamente lo hicieron, los anuncios seguían apareciendo en las mismas.
A partir de ahí, el asunto les empieza a oler como un pescado dejado al sol en verano después de tres días, momento en el que deciden estudiar no sólo eso, sino también otras cosas, para entender que estaba pasando con su gasto publicitario.
Una de las cosas que descubren es curiosa: en una enorme cantidad de veces, estudiando el comportamiento sobre la aparición de un anuncio de su marca para reclutar a conductores o nuevos usuarios y el acceso a su aplicación, donde apenas pasan un par de segundos, lo cual es casi imposible (es como si estuvieras navegando por la web, vieras un anuncio de Uber y, dos segundos después, ya estabas descargando en la aplicación y registrándote para ser un conductor o usuario en esa plataforma).
Aquí es donde descubren el pastel: algunas de estas redes de publicidad han creado aplicaciones en teléfonos Android (tipo gestores de batería) donde, en la instalación, le piden al usuario que le dé permisos elevados para, se supone, poder entender el comportamiento físico del teléfono.
Hasta ahí, parece lógico, pero aquí llega la trampa: cuando el usuario le concede a la aplicación dichos privilegios, la aplicación empieza a actuar en cosas que nada tienen que ver con la función original para lo que se supone que lo iba utilizar, haciendo cosas como por ejemplo que, cada vez que un usuario buscaba la aplicación de Uber en la Google Store, de fondo ejecutaban una petición de anuncio de dicha plataforma.
Es decir: el usuario nunca vio un anuncio, pero como todo es digital, los sistemas de distribución eran engañados, haciéndoles creer que el usuario sí lo había visto al estar navegando por la web o usando alguna aplicación con anuncios, cobrándole por tanto a Uber por un servicio (enseñar un anuncio de Uber que, además, llevó a una acción con la aplicación) que, en realidad, nunca sucedió.
La bromita le cuesta a Uber 100 millones de dólares (yo no sé tu, pero yo hay meses que no gano ese dinero) y, cuando el tipo se da cuenta, además de cerrar el grifo, descubre que, efectivamente, no sucede absolutamente nada en el comportamiento de sus clientes o su capacidad para acceder a nuevos usuarios en su aplicación.
Ya puestos en materia, los chicos de Uber siguen haciendo optimización de la cosa y llegan a la conclusión de que, en realidad, bien hecho, con menos de un 10% del presupuesto original (13 millones de dólares), podrían haber conseguido exactamente lo mismo que lo que el fraude les hizo creer que estaban consiguiendo.
¿Y por qué te cuento esto?
Porque, estos días, me estoy empapando de este tipo de cosas (que, como ves, me interesan bastante) y porque, si por algún casual, algún día estás trabajando o pensando en hacer algo relativo a publicidad online, que tengas en cuenta la gran mentira alrededor de ese mundo y que, a pesar de la gran falacia sobre la que el modelo actual se sustenta ("Cuánto más sepamos de nuestros usuarios, más relevantes serán los anuncios que vean"), las grandes empresas que tienen grandes presupuestos de publicidad y a los que se les supone un cierto nivel de control, resulta que también les estafan (y, como ves, no estamos hablando de un pequeño porcentaje de su gasto).
Si te interesa, te dejo aquí un link a una newsletter de publicidad que habla de, entre otras cosas, este tipo de asuntos:
En el siguiente capítulo te contaré algo un poquito más turbio que, espero que no, quizás te haya afectado y no lo sepas.
A este respecto, mañana tengo una videollamada con mi familia, porque creo que esto lo instalé en su día en sus ordenadores.
Un abrazo enorme: tengan cuidado ahí fuera...
Paquito
Emilio: sugerenciasapaquito (arroba) yahoo (punto) es
Twitter: @paquito4ever
Aquí la menda hizo la especialización de Marketing en la universidad....y aunque me parece un mundo interesante (sobre todo la publicidad y la investigación de mercados) me alegro mil de estar fuera del mundo. La mentira no es algo que me guste
ResponderEliminarBuenas:
EliminarYa iba siendo hora de responder: gracias por la visita y el comentario en primer lugar.
Me suena de algo eso del Marketing... No sé muy bien por qué, pero me suena bastante :-))
No es una cuestión de fabricar una mentira: es una cuestión de entender y explotar ciertas necesidades que todo ser humano tiene.
Esa es la parte más compleja del asunto: no se trata de mentir, se trata de activar según qué cosas que tienes dentro de ti.
Hora de responder a todas y cada una de las respuestas que has dejado por aquí.
Un abrazo y, de nuevo, mil gracias por la visita y el comentario.