El poder de la propaganda y Solo en Casa
Buenas: justo antes de cerrar el año, un artículo para intentar borrar la absoluta vergüenza por la inactividad bloguera.
En 1990, yo era un mocoso, pero ese no es el punto: en 1990 se estrenó la película "Home Alone" que, en España, estrenada un tiempo más tarde, se vendría a llamar "Solo en Casa".
La historia es relativamente fácil: una familia se va de vacaciones y se deja a uno de los hijos en casa, justo en el momento en el que un par de ladrones planea, en Navidades, robar dicha casa, pensando que no hay nadie.
Las aventuras del niño son disparatadas: es una comedia familiar, una película de humor sencillo y visual, muy orientada a los más pequeños de la casa.
Aquella película lanzaría al estrellato a su protagonista, el actor Macaulay Culkin, cuyo talento artículo rivaliza con el deletreo de su nombre (imposible de recordar para mí, al menos: lo he tenido de buscar en Internet escribiendo el nombre "de aquella manera" y mi buscador de cabecera tuvo a bien entender a quién me estaba refiriendo).
Al turrón
Yo crecí en una España que entró en la Comunidad Económica Europea (la precursora de la Unión Europea) en 1986: esa España donde tener casas (entendiendo como tal algo que no es un apartamento, sino una vivienda individual de una, dos o tres plantas) era una cosa de los pueblos, en el mejor de los casos o, en las ciudades, o bien vivir en las afueras, o un lujo asiático.
En esa España en la que yo crecí, como niño de los años 80, el paradigma cultural era obviamente en de los Estados Unidos de América: todo lo mejor era americano, porque así me lo hacían saber las series, los productos y las películas de aquel país.
Una de las cosas de las que creo que ya he hablado era la opulencia de sus viviendas en sus productos de difusión audiovisual: las famosas casas donde los niños a partir de los dieciséis años tenían un coche, sus habitaciones, del tamaño de los salones de algunas de las casas en España, tenían dispositivos que, para el español medio, serían un pequeño lujo y donde, ya digo, "hasta el más tonto" tenía una vida que un español no podía ni soñar...
Al turrón...
Te cuento esto porque, en la dichosa película, más allá del detalle de los padres viajando a no sé donde en avión en primera, en un momento en el que no había aerolíneas de bajo coste (en 1990 viajar en avión era todavía un acontecimiento y, por cierto, no precisamente barato en según qué recorridos), la historia se desarrollaba en una vivienda, una casa, cuyo tamaño rivalizaría con algunas de las mansiones que uno se puede encontrar en las zonas más adineradas de mi país...
Obviamente, siendo niño, no te cuestionabas nada de eso: en el principio de los noventa, América era lo mejor, el muro de Berlín acababa de caer, el mundo celebraba el triunfo de los americanos sobre los soviéticos en la guerra fría (fue una historia americana: el resto éramos meros espectadores) y faltaban unos años para que el paradigma cambiara radicalmente (y con ello esa misma propaganda: el cine se convirtió en algo más sombrío, menos optimista, pero eso da para otro post).
El caso es que esta noche, leyendo la prensa, me encuentro con un artículo del diario estadounidense New York Times donde, curiosamente, se habla de esta película, pero desde un peculiar ángulo, 33 años más tarde de su estreno en la gran pantalla.
Una periodista de dicho diario decide verla por primera vez, observando los detalles que, quizás, en su momento, no supimos ver o no quisimos hacerlo, "qui lo sa?": en su revisión de la película, la autora del artículo, llamado "¿Cuán ricos eran los McCallister en la película Solo en Casa?" describe un poco el estilo y nivel de vida de sus protagonistas, lo cual por cierto parece ser que ha sido objeto de debate por parte de algunos fans de la misma.
Para intentar hacerlo de la forma más científica posible (deberíamos poner lo de científica entre comillas: al final es una estrapolación de conclusiones basadas en la ficción creada en una película) la autora recurre a economistas para así responder a la pregunta que expresa el título del artículo.
"Clase Media Acomodada"
La primera conclusión del artículo es que la familia de la película es objetivamente rica: los propios ladrones que intentarán asaltar la vivienda, en sus diálogos, hablan de cómo la casa está en un barrio adinerado y que, dentro del mismo, la joya de la corona es precisamente el hogar de los McCallisters cuyo hijo, recordemos, se ha quedado por error dentro de la casa, mientras los padres viajan.
Una de las curiosidades en esa discusión entre los ladrones es que, entre los objetos que planean robar, se encuentran "bonos comerciables" que, para que nos entendamos, al igual que hoy en día, si compras acciones o bonos del tesoro de tu país, será un apunte en una cuenta bancaria, hace 30 años, todavía, uno podía tener ese tipo de cosas en papel impreso, que podía ser vendido con un intercambio físico de dinero por el papelito de marras, que representaba un cierto valor con una serie de condiciones de pago.
El mundo, como vemos, era muy distinto hace apenas 30 años...
Volviendo al tema, el artículo empieza analizando la vivienda: situada en uno de los barrios más caros y exclusivos de Estados Unidos, a día de hoy uno debería, o bien ser capaz de pagar más de dos millones de dólares o tener unos ingresos superiores a los 700,000 dólares al año para poder permitirse una hipoteca que financiara la operación (en 1990, según el artículo, se estima que el salario para poder permitírsela, vía hipoteca, sería con unos ingresos mínimos de unos 300,000 dólares).
Dichos ingresos, por tanto, deben provenir de unos adultos con algún tipo de profesión o negocio tremendamente lucrativo pero, como ya decía antes, la ficción permite ese tipo de cosas: la madre parece ser diseñora de moda y el padre un "hombre de negocios" del que no se sabe qué negocios exactamente (aquí, el cínico que llevo dentro se acuerda de la serie "Ozark" de Netflix, donde precisamente una familia de Chicago también disfruta de una confortable vida con unos ingresos bastante sustanciales, pero ya digo que eso soy yo y no me atrevería a especular sobre de dónde diablos sacaba la pasta el pater familias de la película).
Curiosamente (y aquí paro con el tema del padre) el artículo habla de que los fans de la película, interesados en el nivel de vida de sus protagonistas, también especulan sobre la posible actividad delictiva del progenitor (según voy escribiendo este post, mi curiosidad se acrecienta: obviamente no me puedes ver, pero ahora mismo tengo 10 pestañas abiertas en el navegador, leyendo cosas y siguiendo los links que ofrece el artículo).
Otro detalle a tener en cuenta: el autor de los libros que describen la historia de la película, habla de que la familia era "clase media alta", pero que nunca pensó que los protagonistas de su creación eran "ricos", a pesar de que, gracias a investigaciones como la de la autora, te demuestran que el nivel de vida no se corresponde con una clase media acomodada, ni en 2023, ni en 1990.
El motivo de la película
Si no has visto la película y ya vas por esta parte del post, me olvidé de comentarte algo sobre el viaje que la familia de Kevin (el niño de ocho años y protagonista que se queda solo en casa) es unas vacaciones navideñas en París...
¿París en Tejas? ¿París en Kentucky quizás? ¿O París en Pennsylvania?
No... París, en Francia... La buena, "la auténtica" (sólo un lector en el planeta es capaz de entender esta frase: se la dejo ahí para que un día la encuentre).
Por cierto: el número de personas viajando a París en esas vacaciones son quince, con cuatro adultos en primera clase y el resto (once) en turista, gracias al hermano del "hombre de negocios" y padre de familia, que decide regalar a toda su familia dichas vacaciones...
No queremos tampoco saber a qué se dedica el hermano, pero vamos, si me dicen que era profesor de química, que pilló una enfermedad y que de pronto empezó a prosperar económicamente, sólo me queda un local de alterne en Nueva Jersey para el cuñado y terminamos con la trilogía de series que me encantan.
¿Por qué te cuento esto?
Te cuento esto porque, como yo, millones de niños en todo el planeta creció en una década donde la cultura americana reinó y dirigió la percepción de la realidad en nuestras vidas.
Muchos niños crecimos pensando que Estados Unidos era un lugar donde, como aquel que dice, como en Jauja, los perros se ataban con longaniza y donde "lo normal" eran situaciones como las que estamos describiendo, porque América era el lugar donde eso era posible, el famoso "sólo en América"...
Unos años más tarde, más creciditos y quizás un poquito más maduros, descubrimos que todo aquello no fue exactamente "real", entendiendo por "real", más allá de la ficción de una pelicula o de una serie, la frecuencia de lo que estábamos viendo no era lo más común en la famosa "tierra de las oportunidades".
En aquellos años, las películas juveniles o familiares solían enseñar una porción de la sociedad que, dentro de su cotidianidad, eran objetivamente ricos: la diferencia por la cual no caíamos en la trampa, más allá de la edad (los niños no caemos en según qué cosas), era que los americanos adinerados, en términos de formas, no destacan por lo que cómicamente consideramos "ricos" (más asociados a formas y/o vestimentas propias de la época victoriana).
Los multimillonarios americanos como Bill Gates, Warren Buffett, Steve Jobs o Elon Musk son, más allá de sus personalidades, su capacidad de trabajo o de su ingenio, en términos de formas o maneras, gente relativamente normal: beben Coca-Cola de una lata sin ningún tipo de problema, se pueden zampar una hamburguesa como unos campeones agarrándola con las manos y, aunque viajen en avión privado y tengan viviendas probablemente más grandes que el Instituto donde estudiaste en tu adolescencia, son relativamente normales...
Esa falsa cotidianidad de la riqueza, donde se asume como normal que en una familia de cuatro miembros haya (y quepan) cuatro coches en el garaje de una vivienda unifamiliar, donde un padre sostiene con un sueldo un tren de vida que permite y financia no solo esa vivienda y esos vehículos, sino los estudios y las posesiones de alto valor de sus hijos y le permite además que su mujer tenga una ocupación donde el resultado económico no es relevante, porque el gana dinero para poder mantener todo esto en cualquier caso, te enseña además la visión que, hace treinta años, se nos transmitía: el hombre como gran proveedor, la madre, como elemento de descarga en cosas de la familia y los hijos, que básicamente son unos soberanos capitalistas que consumen y obedecen al ritmo de Rock & Roll...
Estaría bien que hablaran de la serie Friends y de cómo un grupo de chicos y chicas viven en dos apartamentos en Nueva York, uno de ellos de un tamaño considerable, donde dos chicas viven y una de ellas tiene trabajos de lo que parece que es un trabajo con ingresos modestos.
Ya digo que la ficción permite cosas curiosas como esas...
Y todo por romper el silencio de la publicación: las cosas que tiene que hacer uno para obligarse a escribir.
Eso es todo: ¡Feliz Saturnalia!
Paquito
Emilio: sugerenciasapaquito (arroba) yahoo (punto) es
Twitter: @paquito4ever
Muy bueno. Echaba de menos tus publicaciones. Por favor, sigue escribiendo. ¡Feliz Navidad desde Zaragoza! 🎄
ResponderEliminarBuenas Francisco:
EliminarMil gracias por la visita y el comentario: todo un placer el tener visitantes después de la larga pausa.
Se intentará escribir más a menudo, lo prometo: a ver cómo lo hago :-))
Un abrazo enorme y, de nuevo: mil gracias por la visita y por el comentario.
Paquito.
Hola Paquito,
ResponderEliminarQué alegría ver que no te uniste a la lista de rajados (como myself) que saltaron del barco bloguero. De vez en cuando me gusta hacer una pequeña excursión por Blogger, para revivir los viejos tiempos. Además, adquirí un laptop nuevecito y me avergüenza que está criando polvo, el pobre, y así tengo excusa para levantar la tapita blanca, impoluta, y deslizar los dedazos por estas teclas insonoras.
Al turrón, como tú dices. Siempre me alucinó "el poder adquisitivo" de los yankis, sin ánimo de ofender a nadie. De esos que se autodenominan "americanos" como si los de Colombia, Paraguay o la Argentina fueran australianos o algo así. Bueno, pues eso, los estadounidenses, que ya desde jovencitos lucen cochazo, casoplón y trabajo de esos de no dar un palo al agua. Pero claro, eso es lo que mamé desde crío, leche filmográfica por vena, vía Hollywood. O a través de la pequeña pantalla, con las numerosas series ochenteras.
De repente, o quizás poco a poco, ya de mayorcito, bastante mayorcito, te das cuenta de la Gran Mentira. Es traumático, casi a nivel de eso que cuentan de los Reyes Magos... Te das cuenta que algo no cuadra. Jóvenes que viven en pisazos, todo el día de juerga, no se les ve ni siquiera pagar en los bares, ni cerrar con llave sus lujosos carros... Es como cuando te das cuenta de que pasaste toda la infancia animando a los malos, dando batadas en el suelo de madera del viejo cine de tu pueblo cada vez que venía el 7º de Caballería a galope sable en mano... Bendita ingenuidad, eh.
Perdón, que me enrollo. Pues eso, que no cuadra. El tema económico-social, o como quieras llamarlo.
Luego lees, te informas un poquito, ves algún documental perdido. participas en foros cibernéticos (cómo se echa de menos el gran Spaniards), y escuchas lo jodido que es vivir en los USA, conseguir ese sueño americano que nos han querido vender junto a las golosinas infantiles y las cocacolas de la adolescencia.
No cuela, buddy, no cuela. Eso les diría yo a los vendehumos "americanos".
Pues nada, dejo de dar la tabarra jaja.
Sigue contándonos cosas, de vez en cuando. Pelocha también está de capa caída, la pobre, supongo que la vida de mami pone todo un poco más complicado, a nivel tiempo "libre".
A cuidarse, un saludo.
Fargo
(Me hacía ilusión).
Buenas "Fargo" :-))
EliminarGracias por la visita y el comentario: todo un placer. Intento que no decaiga aunque, más que pereza, en realidad es la parálisis del qué escribir (los intereses personales que puedo tener no coinciden necesariamente con lo que creo que le puede interesar a los demás).
La gran mentira de los Estados Unidos fue vender "el sueño" que se desarrolla en una América que capitalizó que el resto del mundo civilizado había sido destruido por la segunda gran guerra.
A partir de los 70 la cosa se va torciendo: el fin de la época gloriosa es 2001 (ahí se acabó: por primera vez cuestionamos la hegemonía cultural que tenían: descubrimos que, quizás, lo que nos contaban no era del todo real).
En fin: no sé exactamente qué cultura es la predominante hoy (tenemos indicios de la cultura surcoreana en los más jóvenes, pero el mundo audiovisual anglosajón sigue siendo, de lejos, el más desarrollado.
La cuestión es cuándo cambiará y quién tomará el relevo (no veo yo al mundo aprendiendo mandarín en los próximos años de forma masiva, aunque ya los más ricos se están ocupando de que sus hijos lo hablen).
Las élites saben siempre algo que los demás no llegamos a ver.
En fin: ya veremos cómo acaba lo cosa pero, de momento, te agradezco la visita y el comentario.
Un saludo,
Paquito.