El Bloqueo - Parte 9
Si quieres leer la octava parte, haz clic aquí.
El show en el hospital fue legendario...
Tengo que reconocerlo: me dio muchísimo juego, me lo pasé genial, hice el idiota como pocas veces en mi vida y, por fin, unas semanas más tarde, llega la hora de la verdad.
Mi médico de cabecera recibe la carta que, en el capítulo anterior, comentaba que me encontré entre mis pertenencias a la hora de salir del hospital.
La carta (según el médico, no fueron capaces de mandarla electrónicamente, de ahí que me dieran una copia física), cuando por fin se abre, descubre una serie de fotografías de mi esófago y de mi estómago, junto con una serie de descripciones en un perfecto holandés que, obviamente, decido ignorar.
Según la doctora, todo está bien pero, muy prudente, me remite a mi cita final con el cirujano del hospital, el cual, en última instancia, es el que me va a dar el diagnóstico definitivo.
Y ese día llega... 28 de Febrero de 2019.
La entrada triunfal en el hospital promete: hago el registro en las maquinitas de turno, voy directamente hacia la zona donde sé que tengo que ir y me siento en la sala de espera junto con un señor mayor con el cual, en un muy básico holandés, consigo hacer un par de bromas sobre el hecho de que, estando en un hospital, probablemente nuestras vidas tienen margen para la mejora.
El buen hombre asiente y sonríe...
Unos minutos más tarde, la musicalidad de una voz pronuncia mis apellidos en holandés:
- Meneer Paquito?
- Yep.
Apretón de manos, toma de asiento, hacer clic en un par de pantallas en el ordenador y al lío.
- Lo bueno - empieza diciendo - es que el estómago está en general bien, con una parte irritada y que puede ser debido a la bacteria que tuviste.
- También podemos descartar cáncer - continúa.
Hasta ahí, vamos bien, pero sigue sin explicar lo que me pasa.
- La explicación de lo que te sucede, sabiendo lo que sabemos, y acorde a las pruebas, es que tienes lo que se llama "dispepsia funcional"...
Ahí es donde uno utiliza las ya cuatro décadas de vida para poner carita de "¡Qué interesante! ¡Cuénteme más! que el buen doctor sabe leer a la perfección...
- Básicamente, es un trastorno crónico, una evolución de una dispepsia normal...
Sigue diciendo "dispepsia" como el que dice "libro", "manzana" o "árbol"... Retomo la mirada incisiva para que tome nota de que la dichosa palabrita no me dice nada.
Ahí es donde la cosa cambia y la discusión toma derroteros más próximos a una discusión entre personas poco habituadas a términos médicos.
Según parece, como consecuencia de la bacteria que pillé unos meses antes, mi estómago ha sido dañado, creando situaciones donde la secreción de ácidos gástricos para descomponer la comida en nutrientes hace que el estómago sufra más de lo debido.
Esto hace que, a partir de ahora, una enorme y curiosa lista de alimentos queden proscritos de mi dieta, so pena de sentir los efectos perversos del estómago sufriendo la interacción de los mismos con mi proceso digestivo.
Lo peor es el adjetivo de mi dolencia: lo de "funcional"...
Una dispepsia normal y corriente responde a lo arriba descrito: si comes algo que no debes, tienes condiciones de estrés y cosas así, el estómago lo va a sufrir y tu con el...
"Funcional" significa que mi estómago (que es muy suyo) no necesita el estímulo que genera las dolencias de la dispepsia para ponerse en huelga y empezar a dar guerra.
Para entendernos: supone que esto me puede pegar cuando quiera y como quiera.
Lo peor, además, es que no se entiende bien cual es el origen de la dolencia o su tratamiento: se asocia generalmente a la aparición de la bacteria que yo tuve, pero no tiene por qué... Se sabe que es algo crónico (lo tendré el resto de mi vida) y la forma de mitigarlo sigue siendo algo que no se sabe muy bien como hacer (más allá de no estresarte o no comer equis cosas, el hecho de que el estómago pueda dar la tabarra cuando le dé la gana, sin venir a cuento, rompe los esquemas del esquema "acción-reacción" sobre el que se basa la medicina actual).
¿Y qué va a pasar ahora?
Han pasado ya dos meses y medio desde que se me diagnosticó: en mi vida, ciertas cosas han cambiado (sobre todo, en hábitos alimentarios)...
Desafortunadamente, no sólo no he perdido peso, si no que lo he ganado... El estómago sigue dándome problemas, aunque ahora entiendo más o menos qué es lo que pasa y por qué...
En mi mochila nunca faltan unas pastillas anti-acidez para el estómago, aunque han habido un par de situaciones donde, simplemente, cuando la cosa despega (y han sido unos meses con el estrés por encima de la media), te toca apretar los dientes y empezar a clamar al cielo que llueva Napalm, porque no es particularmente agradable.
Mis aventuras gastronómicas han llegado a su fin: no puedo comer nada que no haya sido supervisado o cocinado por mí, en el mejor de los casos, o donde los ingredientes y/o la descripción de la preparación sea absolutamente transparente.
No puedo beber nada que no sea agua mineral sin gas...
Sí: el agua del grifo en Holanda me da acidez (probablemente porque es un agua con una concentración calcaria muy superior al agua de la ciudad de Madrid, que es maravillosa y que tiene una mineralización muy débil)...
Nota: el agua del grifo en Holanda es de una calidad excelente, ojo, pero mi estómago está como está y me tengo que joder fastidiar y sólo beber agua mineral.
Hace poco han empezado a vender helados veganos... Por fin, puedo tomar algo que parece un lácteo sin ser un lácteo (y, aunque son caros, tengo que reconocer que el sabor está muy bien conseguido).
Tomo leche sin lactosa (las leches de soja y demás me saben demasiado sintéticas y creo que no me sientan muy allá) y voy lidiando con la realidad poco a poco: a veces, a escondidas, le robo alguna patata frita a la señora Paquito, porque no puedo tomar nada frito y, aunque no me sienta muy bien, la verdad es que me sabe a gloria.
Mi relación de amor eterno con el picante ha llegado a su fin: mi pecado, entre otros muchos, es la gula y es que, si en general "comer es un placer", para mí la cosa llega a niveles pornográficos, de ahí que mi dieta, con respecto a la variedad, se ha reducido drásticamente: sobrevivo con cuatro cosas y, lo que es peor, tengo problemas con las verduras (no me sientan bien).
Voy tirando como buenamente puedo: no es agradable, pero podría ser mucho peor.
La parte que me hace sonreír es, de pronto, verme comiendo cosas veganas, mientras pienso en los típicos veganos cansinos, cuya cruzada sólo tiene por objeto sentirte superiores a los demás por negar que, precisamente, la evolución de su intelecto parte de la ingesta de proteina animal cocinada (el fuego con la carne es la parte del proceso evolutivo que más beneficios ha tenido a nuestra prodigiosa capacidad cognitiva).
Y, aunque ser vegetariano es algo fantástico y algo muy saludable, de pronto verme en el súper comprando productos sin gluten (no por nada, pero hay cosas que no me sientan bien y no sé exactamente por qué, porque puedo comer pan normal sin problemas), sin lactosa y demás, me recuerda a aquella vez que conocí a la "parejita vegana intensa", que tantos buenos momentos me dio y que acaba nuestra primera (y última) interacción con ella de morros y el intentando mediar entre sus principios (que parecían más dirigidos por las posibles consecuencias para con su pareja) y el sentido común.
Si me vieran ahora en el supermercado, sería un encuentro muy interesante y, quizás por eso, a veces me veo a mí mismo sonriendo mientras hago la compra, con lo que supongo que debe ser una situación muy inquietante para el resto de compradores, con ese extraño personaje, de extravagantes camisetas, que camina por los pasillos riéndose solo.
Lo bueno es que, más allá de esto, estoy más o menos bien... Han sido meses muy extraños, con amigos, compañeros de trabajo y familiares echando un ojo de vez en cuando a la historia, a ver cómo iba.
Ya sabemos lo que es: tengo mi respuesta y ahora sólo queda continuar el camino.
Si has llegado hasta aquí, ahora podrás entender el bloqueo que tengo (el cansancio físico derivado de que al estómago le dé por despertarme a las tres de la mañana es la parte que llevo peor).
FIN
Paquito
Emilio: sugerenciasapaquito (arroba) yahoo (punto) es
Twitter: @paquito4ever
Bueno. Al menos ahora sabes lo que tienes. Le puedes poner nombre, y diana sobre el careto, a tu enemigo. Mucho ánimo desde la distancia. Es cierto que cuando el cuerpo da guerra (sea la cabeza, el estómago, la espalda o los putos pies) el bloqueo, como tú dices, se activa automaticamente. No te apetece hacer nada, ni siquiera pensar. No nos damos cuenta de lo bien que funciona todo hasta que algo deja de funcionar correctamente.
ResponderEliminarLo dicho, ánimo con ello.
Buenas Jorge:
EliminarGracias por pasarte por aquí: todo un placer.
Efectivamente: lo más duro ha sido el proceso, el intentar entender qué estaba pasando y por qué...
Lo extraño es que tengo a un par de compañeros con la misma historia (algo, en algún lugar, se ha ido de madre).
Vienen curvas y extrañas situaciones (voy acumulando anécdotas curiosas que, dentro de la desgracia, me dan juego para hacer chascarrillos: sonreír hasta morir).
Un abrazo y, de nuevo, mil gracias por la visita y el comentario.
Con "un poco" de retraso pero me acabo de leer los 9 capítulos de esta novela y no sé ni qué decirte, porque aquí otra a la que comer le resulta un placer...y si tuviese que comer las mismas 4 cosas todos los días, no sé cómo sobreviviría....supongo que a base de dolores de estómago, por saltarme las normas...
ResponderEliminarMuy buenas:
EliminarUn honor como siempre el que te pases por aquí (tengo el inbox lleno de notificaciones de comentarios tuyos, así que ahora me toca responder):
Gracias por la visita y el comentario: todo un placer.
Es al final una cuestión de rutina: el problema es sentir que toda tu vida y tus interacciones cambian (ya no puedes salir a comer o beber "lo que sea", y eso, créeme, para alguien como yo, se echa de menos).
Pienso que podría haber sido peor y, dentro del problema, me alegro: en última instancia, ahora me toca empezar a ponerme en forma (mi prioridad hasta ahora ha sido no tener dolores de estómago: en breve me tocará quitarme todos los kilos que me he metido encima).
Pero así vamos, poquito a poquito :-))
Un vez más, gracias por la visita y el comentario (sé que tienes un montón de lío, así que lo agradezco todavía más, si cabe).