Perdida de peso durante la pandemia - Parte 1

Buenas:

Esta semana, el artículo iba sobre mi transición tecnológica al nuevo cacharrito que, ahora, me empieza a acompañar en la aventura tecnológica que, fuera de mi horario de trabajo, llevo un tiempo intentando reiniciar.

En esas estaba yo, escribiendo sobre lo. humano y divino sobre "el cacharrito", hasta que "la bloguera dicharachera" decidió dar señales de vida y contarle al mundo lo que, desde hace algún tiempo, muchos de nosotros sentimos viendo la realidad a nuestro alrededor.

Todo empezó en Marzo...

En Marzo, el mundo cambió para todos nosotros sin tener mucho que objetar al respecto: lo que inicialmente se pensó que serían "unas semanas", se empezó a dilatar en el tiempo y, poco a poco, hemos llegado a Diciembre, casi 10 meses más tarde y, por mucho que se nos hable de vacunas y demás, con lo que parece que nos llevará algún tiempecito más en esta situación.

En el camino, todos, de mayor o menor manera, con más o menos sacrificios, hemos ido saliendo hacia adelante: en mi caso, debo reconocerlo, me siento afortunado por mis circunstancias personales (el trabajo que hago me permite hacer lo mismo desde el confort de mi hogar) y familiares (de momento, nadie de mi entorno familiar ha sufrido ningún percance), a pesar de que amigos y conocidos, o bien lo han vivido (en un caso muy concreto, de una persona joven que, meses más tarde, sigue recuperándose) o, peor, que alguien de su entorno ya no está entre nosotros.

Esta parte es la que, durante meses, me ha tenido más de una vez despierto o preocupado: no hay ningún tipo de vergüenza en admitir aquello que es humano y natural.

Crisis en Japonés es una palabra curiosa...

Alguna vez lo he contado: en japonés, la palabra "Crisis" se compone de dos kanjis que se pronuncian igual (Ki), de ahí que se pronuncie "kiki" y que, en España, da fruto a chascarrillos de todo tipo.


Pero que ambos kanjis se pronuncien igual no quiere decir que signifiquen lo mismo: el primero significa "Peligro" y, el segundo, en cambio, significa "Oportunidad".

En estos meses, esa paradoja ha venido a mi mente cientos de veces, pensando en lo que, una vez más, estábamos viviendo todos y, en particular, lo que estaba viviendo yo.

Porque, finalmente, en 2020, decidí finalmente atajar un pequeño problema que me ha estado acompañando en los últimos años...

Mi lucha contra el sobrepeso: episodio 3

Lo de "Episodio 3" tiene una simple explicación: no es la primera vez que he hecho algo así y, aunque cada vez me cuesta más, lo cierto es que, "cuando me pongo, me pongo", y así fue...

Pero no vayamos tan rápido: déjame que te cuente un poco la historia.

La premisa

"Mi pecado es la gula" es algo que los que me conocen me habrán oído decir alguna vez: la comida me ofrece un placer y una calma que otras cosas no me aportan ni de lejos...

Y sí, también supera "a eso" :-))

Esto, desafortunadamente, tiene sus consecuencias: a la mínima que me desvío de un estilo de vida quasi militar, pago las consecuencias y, en los últimos años, digamos que, siguiendo la analogía, abandoné el ejército y me hice hippie...

Poco a poco, la ropa me empezó a quedar más ajustada y, cuando descubrí los problemas con mi estómago, pensé que eso sería un aliciente para comer más sano o mejor...

Pero no fue así... Exactamente...

La primera prioridad fue mitigar el dolor: a pesar de que seguía ganando peso, el estrés, el estilo de vida y demás no me permitía muchas florituras, así que, en las diferentes conversaciones con familia y amigos, ese fue mi argumento:
"Mi prioridad ahora no es mi salud o mi peso: mi prioridad es que el estómago no me duela"...
Y lo conseguí... 

Durante un tiempo: cambio de talla de pantalones, camisetas más grandes y a seguir funcionando, mientras, poco a poco, la implacable báscula del baño me seguía informando de la progresión en el numerito que, todas las mañanas, me informaba de lo que el cinturón ya sabía casi de antemano.

Cuando el confinamiento empezó en Holanda, viendo lo que estaba pasando en mi país, decidí tomarme la historia muy en serio: aún a día de hoy, por aquí, el sentimiento que notas es de que, en el fondo, esto no va con ellos y que esto es un problema de gente mayor o de otros lugares...

En ese confinamiento severo (a la española), el aumento de peso se disparó, llegando a la situación en que, un día, cuando el ordenador del trabajo me dio un problema, tuve que ir a la oficina, momento en el cual, por primera vez en meses, me volvía a poner mis pantalones vaqueros y, casi sin ninguna sorpresa, descubrí que no me entraban...

Digo "sin ninguna sorpresa" porque, durante meses, estuve llevando unos pantalones cortos que, poco a poco, llegaron al punto en el que, si me agachaba, los podría reventar.

El verano llegó y la señora Paquito, gracias a su empresa, entró a formar parte de una competición donde empleados de cientos de empresas de todo el mundo, competían por ver quién hacía más pasos al día, o quien hacía más kilómetros de bicicleta y cosas así...

Al mes, viendo como estaba, me empezó a pedir que fuera con ella, al final del día, a caminar fuera de la casa...

Y así es como, la persona que más ha amado caminar en el mundo, se puso otra vez a moverse...

Hackeando al estómago

Te contaba antes que mi prioridad, una vez que me descubrieron el tema del estómago, era que no me doliera...

Ese detalle es parte del problema y parte de la solución: un detalle del confinamiento que, casi de inmediato, se me presentó, fue que, poco a poco, el dolor y el apetito se empezaron a sincronizar, llegando al punto en el que, cuando el estómago me daba un poco de guerra, la forma de pararlo era precisamente comer.

Así que, un día, en uno de esos paseos, me empecé a dar cuenta de que, al volver a casa, tenía un apetito y una sed tremenda (el verano en Holanda fue larguísimo, acostumbrados a lo que estábamos y, sobre todo, caluroso y húmedo, sobre todo para alguien que viene de una meseta con un clima seco, como es el que notarás si vives o viajas a Madrid alguna vez)...

Así que, al comer y beber, a veces tomaba mis pastillas antiácido, llegando al punto en el que, un día, simplemente me quedé sin ellas...

Unos días más tarde, en otro paseo, con eso de que nos habíamos quedado sin las dichosas pastillas para el estómago, entre en un supermercado, que no es al que voy habitualmente, y descubrí un antiácido líquido...

Recuerdo que decidí probarlo, como también recuerdo el alto coste, en comparación al precio de las dichosas pastillas: mi estupidez le acababa de poner precio al que, de lejos, ha sido el catalizador de mi transformación física y una ganancia en la calidad de vida que ahora disfruto.

Continuará...

Actualización: puedes leer la segunda parte haciendo clic aquí.


Paquito

Emilio: sugerenciasapaquito (arroba) yahoo (punto) es

Twitter: @paquito4ever

Comentarios

  1. Deseando ver como sigue esto :) . Por cierto, de Marzo a Julio también empezó mi ropa a encogerse a velocidad desconocida para mí. A pesar de los 10 km diarios de pateo con los perros. Parece ser que ir a la oficina quema calorias. Y me puse por primera vez en mi vida a dieta. Jamás había contado calorias yo. Y pensando a ver como puñetas meter ejercicio extra en una rutina diaria que ya incluye 10km diarios de andar.
    Sabes como se solucionó el tema? Quedándome embarazada...perdí todos los kilos extras y más en los 4 primeros meses. Ahora estoy de 6 meses Y aún no peso tanto como el día que vi el numerito en la báscula y me dió el patatus. No es por darte ideas, hahahaha

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    Respuestas
    1. Buenas:

      Te estaba respondiendo y la página ha cascado (Matrix ha tenido un pequeño "Oups" justo cuando le daba a "Publicar" el comentario).

      Perder peso con el embarazo... Sólo te puede pasar a ti :-))

      En fin: a ver si me pongo a escribir, que hay que estirar "un poquito", el chicle de la historia :-))

      Un abrazote y, como siempre: mil gracias por pasarte por aquí.

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