Un tipo llamado Dominic Cummings

Buenas:

Desde que tengo algo de uso de razón, he sentido fascinación por las figuras históricas que, en un momento determinado de sus vidas, decidieron utilizar su intelecto para fines nefarios.

No sé exactamente lo que es: quizás es curiosidad mórbida, quizás es una muy tamizada admiración o, probablemente, el hecho de que los malos que han llegado a conseguir algo relativamente relevante en la vida, todos ellos, de algún modo u otro, han sido personas con un cierto grado de coraje, inconsciencia, inteligencia y, obviamente, un afilado sentido de la maldad que se les llevó a cometer las fechorías que les hicieron trascender en la memoria colectiva.

Esta semana, uno de esos personajes, por primera vez en mucho tiempo, ha decidido romper su silencio y, en una proverbial intervención de cerca de 7 horas (con dos pausas de por medio), una de esas mentes a las que uno le gustaría diseccionar para saber qué diablos hay ahí dentro, abrió una particular caja de pandora que, dados los tiempos que vivimos, se me quedó en la memoria, esperando un momento como este, o una conferencia en algún sitio o, mejor, un libro de memorias donde el tipo se pudiera a contar todo lo que, gente como yo, queremos saber de el.

¿De quién estoy hablando?

El tipo del que hablo hoy se llama Dominic Cummings, ex-jefe de asesores  del primer ministro británico, Boris Johnson que, en su haber tiene entre otras cosas ser el artífice de toda la campaña que llevó al Reino Unido a abandonar la Unión Europea con el famoso "Brexit".

Este tipo, desde el día que supe de su existencia, ha estado en mi radar: hoy, por aquello de yo también romper mi silencio (a diferencia de la bloguera dicharachera, yo no tengo lectores exigentes que me piden que siga escribiendo, así que, o me pongo rápido o nadie me echará de menos :-)) voy a hablar sobre el y, si te apetece, quizás puedas comprender la extraña fascinación que el tipo me produce.

Las aventuras del señor Cummings

Definido como "estratega político", Dominic Mckenzie Cummings, nació hace 49 años en el Reino Unido, y tiene una carrera en Historia por la prestigiosa universidad de Oxford: no se sabe mucho de el personalmente, salvo que desde el inicio de su carrera profesional ha estado ligado, de una forma u otra, al  partido conservador (sin ser oficialmente miembro del mismo) del Reino Unido (los famosos "Tories"), ha sido, y es, un eurófobo contumaz (su primera acción de relevancia en política fue la campaña que los conservadores pusieron en marcha para evitar la entrada del Reino Unido en el Euro).

Tengo que reconocerle al tipo su persistencia en sus ideas y el poco margen que deja para los jueguecitos e intrigas palaciegas que todo sistema político conlleva: después de la campaña contra el Euro y convertirse en el estratega del partido conservador, el tipo dimitió cuando empezó a ver que, en ese mundo, quizás por su origen, quizás por su forma de ser, no era un lugar donde las cosas funcionaban de acuerdo a sus criterios.

Esto último es importante: guárdatelo en la memoria (nos será muy útil un poquito más tarde).

A partir de aquí, su vida cambia: de esa eurofobia suya sacará rendimiento económico al crear un grupo de influencia (un Think Tank) cuya principal agenda era que el Reino Unido se alejara de la política europea y se acercara a su vez a la esfera política de los Estados Unidos (que es el sueño húmedo de los conservadores más rancios de su país, deseando que, al lado de la súper-potencia actual, quizás el antiguo imperio británico siga teniendo el mismo grado de influencia del que disfrutó en su día).

Nota: los americanos en esto son curiosos... Les encantan los británicos, su acento y sus cosas, pero no se andan con chiquitas a la hora de manejar a los hijos de la Gran Bretaña de acuerdo  a sus intereses... 

La famosa "relación especial" es que Estados Unidos les tiene como uno de sus principales aliados a cambio de que estos traguen con lo que sea, incluyendo que los servicios de inteligencia estadounidenses tengan acceso casi ilimitado a la información que el país británico pueda tener sobre sus ciudadanos o sobre cualquier forma de vida que caiga sobre su territorio.

Uno de los placeres más grandes de mi vida fue, precisamente, hace muchos, muchos años, una discusión en una reunión con gente de todo el planeta, donde nuestros amos corporativos, muy yankees ellos, explicándonos una serie de cosas, recibieron de pronto un requerimiento de un inglesito que, de acuerdo con la tradición, sacó su mejor "inglés de la Reina" para hacer una serie de reflexiones (el hijo puta se gustó: lo podías ver tanto en su tono como en su actitud no verbal) y que terminó con el americano que llevaba el cotarro poniéndole en su sitio, mientras nuestro aspirante a Shakespeare, con su sonrisilla de niño al que le habían pillado con las manos en la caja de las galletas, se sentó despacito, sin perder la compostura, al mismo tiempo que un español, acompañado de una preciosa (era guapa e inteligente hasta decir basta) compañera rusa y una inimitable compañera de la República Checa, disfrutábamos del momento como si nuestro equipo de deporte favorito hubiera ganado el oro en los juegos olímpicos.

Que te vas, Paquito... ¡Focus!

Toda la razón del mundo tienes y más: ¡Me centro!

El tipo vuelve a la vida política unos años más tarde para asesorar a un político británico llamado Michael Gove que, en una carrera desde la oposición, llega hasta el día de hoy, como jefe de gabinete del gobierno de su país pero que, en su momento, desde la oposición al principio y como ministro de educación un poquito más tarde, lleva consigo a nuestro protagonista, el cual pronto empieza con los toques de calidad de alguien al que las reglas le importan bien poco y tiene una paciencia extremadamente limitada para lidiar con contrariedades que intefieran con sus fines.

Ésta última frase no es baladí: este tipo, una vez que se mete en algo, va hasta el final y no escatima esfuerzos para conseguir sus fines.

Lo sabemos porque, después de su asesoría al señor ministro de Educación, el tipo se embarcó en la fechoría que le ha hecho famoso para el resto de su vida.

Dominic Cummings está detrás de la campaña a favor del Brexit y, en esa labor, este señor aparece de por medio con la famosa historia de Cambridge Analytica, la empresa que en su día, a través de un jueguecito en Facebook, recopiló la información de millones de personas que le permitieron definir, con una endiablada precisión, la estrategia que conseguiría el voto a favor de la salida de su país de la Unión Europea o la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos,

Esto es fundamental para entender con lo que estamos lidiando: de este evento, el tipo encuentra respuestas o medios para muchas de las ideas o postulados que han poblado su vida (el uso de la información, en forma de big data, como fórmula para entender qué hacer o, mejor, cómo influenciar un cierto resultado a través del análisis a escala masiva de repositorios de información debidamente tabulados).

Esto, que si trabajas en el mundo de la información, es algo evidente, en el anquilosado mundo político, donde las encuestas es lo más sofisticado que, hasta entonces, manejaban los partidos, era la fórmula más próxima para tomar el pulso de la sociedad, fue una revolución y, el hecho de que este tipo lograra el objetivo, le confiere el nivel de "gurú", convirtiéndose en el jefe de asesores de Boris Johnson cuando este accede a la posición de primer ministro de su país.

El tipo, además, rompe con todo protocolo o etiqueta que le eches: nunca llevaba traje, aparece en fotos con camisetas o saliendo de la sede ministerial en chándal y cosas así, como si de un empleado de una startup se tratara, con aspecto desgarbado y una mirada afilada que te dice, sin tapujos, que le podrás juzgar por su aspecto, pero que si puede te masticará vivo para después escupirte y olvidarse de ti.

La cosa acaba mal unos años más tarde, cuando Johnson le despide por una serie de desacuerdos e historias propias de un folletín... Nuestro protagonista, que no tiene un pelo de tonto, lo representa saliendo por la puerta principal del número 10 de Downing Street (la presidencia del primer ministro) con una cajita de cartón conteniendo sus pertenencias y la cabecita baja, como si fuera un empleado de una empresa americana en las películas (sólo le faltaba el trofeo de beisbol sobresaliendo para haber clavado la imagen).



Y hasta aquí, quizás, la cosa se habría quedado ahí, hasta que, hace unos días, en el curso de una comisión en el parlamento británico, el tipo hace acto de presencia y, durante 7 horas, decide romper el silencio que, hasta ese momento, un hombre discreto y temido, había decidido mantener...

Tienes el vídeo a continuación...



Paquito... ¿Quién en su sano juicio se va a tragar la declaración de un tipo en una comisión parlamentaria del parlamento británico que dura 7 horas?

Hola... Me llamo Paquito: si has leído este blog de forma regular, me conocerás por cosas como leerme los acuerdos de licencia de usuario de los productos y servicios que utilizo...

Así que hoy, ya domingo, pero hasta hace unas horas sábado, durante todo el día, mientras hacía cosas en el jardín (me he pegado una "pechá" de trabajar en el mismo), me lo puse de fondo y me tragué la sesión enterita.

Y, te lo puedo decir sin tapujos: son 7 horas de intervención, pero te prometo que se me ha hecho corta, porque el tipo ha contado una barbaridad de cosas.

¿Qué cuenta?

La comisión, que tiene por objeto el establecer las "lecciones aprendidas" de lo que ha sucedido con el COVID-19 en su país, invita al señor Cummings a declarar sobre lo que sucedió en el gobierno durante el tiempo que el fue parte del mismo.

En ese momento, el amigo abre el tarro de las esencias, explicando lo que algunos nos teníamos, como que el primer ministro británico es un tipo de poco fiar, que los atláteres que por allí pulularon, algunos de ellos, estaban básicamente satisfaciendo sus propias agendas en su futuro político, incluyendo mentir en sede parlamentaria (se descarga con contundencia sobre alguno de ellos), que cuando la pandemia empezó básicamente no tenían plan alguno, más allá de coloridas presentaciones en PowerPoint llenas de vaguedades, que cuando Boris Johnson pilla el virus aquello se convierte temporalmente en una carrera para ver quién se llevaba el gato al agua si el primer ministro fallecía  y, aunque lo toca de pasada, en algunos momentos nos da pinceladas de los fines y la agenda que le llevaron a formar parte de ese gobierno como asesor, entre otras cosas.

Aquí es donde a mí se me afila el colmillo: todo lo demás son esas intrigas palaciegas que el siempre ha dicho que detesta, pero lo que no son intrigas palaciegas es lo que le llevó a estar ahí en primer lugar.

El tipo lo cuenta sin tapujos: reformar una serie de sistemas en el Reino Unido, crear un área de "Inteligencia Analítica" en el seno del gobierno para la toma de decisiones y emprender reformas que permitieran cambios tanto en la forma en la que el estado adquiere bienes y servicios, así como la contratación de personal para áreas sensibles en el mismo.

Esto último es fundamental porque, durante la pandemia, "aquí mi amigo" no se anda con tapujos cuando, a través de su enorme influencia, empieza a establecer un marco "de guerra" donde se instruye a todas las personas que estuvieron involucradas en el tema de la pandemia a "asumir que todo lo que hagan es legal y que, si alguien les pone algún tipo de pega legal, que ellos se encargarán de eliminarla".

Aquí es donde la cosa deja de hacer gracia: en Estados Unidos lo conocen bien con la Patriot Act que, después del 11 de Septiembre, permitió al gobierno tomar toda una serie de medidas que vulneraban toda la sarta de famosas libertades que, durante décadas, se han dedicado a restregar en las caras del resto del mundo.

Porque esto es lo más importante: el COVID primero y su caída en gracia después, paralizaron algunas de las cosas que tenía en su cabeza, pero la pandemia permitió cosas como extraños contratos con empresas que, como una parlamentaria explicó, cuando el tipo hablaba de las aplicaciones para trazar contagios, han creado aplicaciones para adquirir tests PCRs y que, en sus licencias de uso (por eso viene bien leerse los términos y condiciones de las cosas) establecían que sus usuarios cedían sus datos para fines incluso distintos a los inicialmente establecidos para el uso de la misma, con un límite de retención de los mismos de 20 años.

Esto es aterrador y te demuestra en manos de quienes estamos y que, como dice el refranero español: "A río revuelto, ganancia de pescadores".

Porque este tipo, más que nadie, conoce el valor de la información estructurada a gran escala, sobre todo cuando quieres llevar a cabo según qué cosas.

Por último...

El tipo pone a parir al primer ministro británico, que fue el que le hace jefe de asesores del gobierno... Le pone a caer de un burro y, en esta parte, algunas personas se preguntan por qué, si el tipo era tan tonto como el dice, decidió trabajar para el, momento en el que se va por la tangente...

Pero esto te lo puedo responder yo: el mundo está lleno de gente como Dominic Cummings... Gente brillante, con mejores o peores intenciones que, desde la oscuridad, sin tener visibilidad alguna, consiguen que gente con poder hagan lo que ellos desean que suceda en primer lugar...

Este tipo vio la oportunidad de su vida para llevar a cabo lo que, en su cabeza, parecía un plan perfecto: establecer las bases para poder manejar un país de forma casi dictatorial (el tipo detesta el sistema funcionarial y el hecho de tener que "perder tiempo explicando cosas") con, de paso, un sistema de información capaz de poder entender (y quizás, sabiendo lo que sabemos con Cambridge Analytica y su relación con dicha empresa, de manipular) a la opinión pública para hacer y convencer a la ciudadanía de que se está haciendo lo correcto cuando se hagan tales o cuales cosas (sea esto o no verdad: la gran lección de mi vida profesional se reduce a la siguiente frase: "las cosas no son no lo que son: las cosas son lo que parecen ser").

En su haber, él y su equipo tienen que, escuchando a expertos, el Reino Unido hizo, mucho antes de que resto de países, la apuesta de invertir en la compra temprana de vacunas y que les ha llevado a hacer un gran trabajo en ese área (el tipo utiliza una vez más a la Unión Europea como ejemplo de lo que se considera una "respuesta clásica de la burocracia", soltando de paso que, si fuera por el, habrían empezado con ensayos humanos en cuanto se tuvo algo, pagando a los participantes de los mismos con cláusulas de compensación a las familias en caso de fallecimiento... Ojito ahí el amiguete).

7 horitas de comisión parlamentaria del parlamento británico y un rastrillo para remover malas hierbas dan para mucho en un soleado sábado en Holanda...

Recuerda: estás rodeado de gente como el tipo éste y hoy te dejo con una cita de otro tipo que, hace mucho, mucho tiempo, entendió como nadie según qué cosas:
"Conoce a tu enemigo como a ti mismo y serás invencible en mil batallas".
Seguiremos informando.


Paquito

Emilio: sugerenciasapaquito (arroba) yahoo (punto) es

Twitter: @paquito4ever

Comentarios

Quizás te pueda interesar...

Tener un coche en Holanda

Es cuestión de organizarse

ChatGPT - Ahora empieza lo bueno

"No hay huevos" - La compra de Twitter por Elon Musk

Para mí Tanya es Ucrania