El bloqueo - Parte 6

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Mi segunda cita con el médico de cabecera no deja dudas: se supone que la bacteria que he pillado ha sido erradicada con los antibióticos, pero aún así, sigo teniendo problemas, molestias y, en el peor de los casos, dolores.

En esta parte del cuento es cuando deciden que tienen que tienen que mandarme al hospital a que me revisen por dentro, porque algo no va bien...

El hospital al que suelo ir está cerca de mi trabajo y es, por motivos que no vienen al caso, bastante reputado.

Esta vez, en cambio, decido ir al hospital que está cerca de mi casa...

La cita tarda cerca de 2 semanas, donde me mandan a estomatología y, de paso, me voy familiarizando con el personal del hospital (desde la recepción, donde me hacen un pase para tenerme registrado en su sistema, hasta las distintas micro recepciones de las áreas médicas de las que el centro médico se compone).

Mi cita por fin se cumple y, después de una interesante discusión donde el médico-cirujano me hace toda una serie de preguntas que, gracias a mi desmemoria, no soy capaz de responder con concreción (de paso, le pregunto que si no sería más eficaz dar este tipo de instrucciones a los pacientes antes de la cita, así pueden ir avanzando deberes y tomar nota de lo que te pasa para que, cuando te pregunten, tengas al menos más certeza que la que yo demostré) pero, después del pequeño interrogatorio, la cosa acaba de la siguiente manera:
  1. Análisis de sangre “de que ya” (en el mismo momento en el que salga de la consulta).
  2. Ecografía para estudiar mis órganos.
  3. Gastrocopia para verificar el estado de mi esófago y mi estómago.

Todo ello organizado por la recepción de la consulta a partir del informe que, en el tiempo real, el médico ha ido creando con mis preguntas: te dan en mano todas las instrucciones que tienes que seguir, los días que tienes que venir, lo que tienes que hacer el día anterior o la mañana de la prueba...

Hay muchas cosas de las que me puedo quejar con respecto al sistema médico holandés (en los últimos tiempos, la palabra "tercermundista" ha venido a mi cabeza gracias a distintas discusiones con respecto al acceso o no de las vacunas por parte de gente como yo), pero hay una cosa que les tengo que otorgar: tienen buenos medios y están organizados.

Pero lo primero es lo primero: me tienen que hacer análisis de sangre...

En un pequeño paseo casi en línea recta, dentro del hospital, llego a la zona donde se hacen las extracciones y, en mi caso, la enfermera que me toca es una encantadora chica de Irán...

Como uno, ante todo, es idiota y no sabe qué hacer en situaciones donde hay jeringuillas, me pongo a decir chorradas y a montar un show donde mi amable cómplice (en el hospital, obviamente, tiene que hablar holandés, pero eso de que te llegue un paciente y te hable en inglés, de bueno rollo, le alivia la vida a algunas personas... Te pido que me creas: tendrías que haber visto sus ojillos de felicidad), además de darme palique, hace su fantástica labor con una sonrisa en los labios, haciendo chistes, anécdotas de nuestros trabajos...

Hay un momento en el que sabes que todo va bien: lo sabes cuando miras a tu alrededor y ves que todas las enfermeras han dejado de trabajar y te están contemplando mientras no paran de reírse.

No será la última vez que suceda...

Estamos a finales de Enero y quedan casi dos semanas para que mis pruebas sucedan... En ese tiempo, las incomodidades, los ardores y los sofocones continúan, pero la frecuencia aumenta.

Ya estamos cerca del final.

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Paquito
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Twitter: @paquito4ever

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